Multiplicaciòn de los panes: somos las manos de Dios (para M. Bruzzone)

Presenté hace dos días el comentario de M. Bruzzone sobre el texto de la multiplicación, que él entiende como experiencia de pan compartido y como impulso y modelo para crear comunidades cristianas, grupos de cien o de cincuenta donde se comparta palabra, comida, familia. Los lectores de mi blog conocen su propuesta y muchos la comparten, de formas diversas. Hoy (después de haber retomado ayer la experiencia de otra gran argetino, Mons. Angelelli) quiero dedicar a Mario mi palabra de admiración, recogiendo algunas ideas del último comentario histórico/crítico del evangelio de Marcos, que conozco (Joel Marcus, Mark 1, 1 – 8, 21, Anchor B., New York 2000). (El comentarios de Mercedes Navarro, Marcos, Verbo Divino, Estella 2007), también muy bueno se sitúa en otra línea exegético. Joel Marcus, de quien tomo básicamente este post, es un universitario rico de hemisferio norte (británico, profesor en USA) no comparte todas las ideas de Bruzzone, un cristiano radical del hemisferio sur. Pero lo que dice puede servirnos para situar mejor algunas ideas del tema de la multiplicación, que es tema de los panes compartidos. El texto que hoy ofrezco es un poco largo y técnico, es el comentario de un especialista. Mañana terminaré este ciclo de las "multiplicaciones" con un palabra mía más simple. Perdonad,amigos del blog; ahora, en vacaciones, me dedico especialmente a leer a Marcos y quiero compartir con vosotros lo que voy leyendo


Idea básica de Bruzzone sobre las multipolicaciones


Y él les dijo: )Cuántos panes tenéis? Id y mirad. Y averiguándolo le dijeron: Cinco, y dos peces. 39 Y les mandó que les hicieran reclinarse grupos de comida por grupos de comida sobre la hierba verde, 40 y se sentaron conjunto a conjunto, en unidades de cien y en unidades de cincuenta. 41 Y tomando los cinco panes y los dos peces, levantando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes y los fue dando a sus discípulos, a fin de que ellos pudieran distribuirlos. Y los dos peces los dividió entre todos ellos. 42 Y comieron todos y quedaron saciados, 43 y recogieron doce canastos llenos de trozos de pan y de los peces. 44 Y los que comieron los panes eran cinco mil hombres. (Mc 6, 37-44)

La propuesta de Bruzzone suena así:

Creo que esa idea de compartir es mucho más simple (y lógica) y abona aquello sobre lo que yo insisto constantemente como lo que constituye la ESENCIA DEL EVANGELIO: la necesidad de compartir VIVENCIAS Y BIENES, y es también de donde extraigo la idea de que se deben formar comunidades autosuficientes, integradas por grupos de entre 50 y 100 familias, establecidas preferentemente en zonas rurales (aunque cercanas a poblaciones para tener acceso a los sistemas de educación y salud).
Y también debo decirles que creo que la aceptación de su doctrina del COMPARTIR, por la multitud de la que habla el Evangelio, fue lo que llevó a esa gente a procurar “hacerlo rey”, cosa que Jesús rechazó ya que su doctrina NO ES PARA ADQUIRIR PODER TEMPORAL ALGUNO (para “imponer” su Buena Nueva) sino sólo para vivir realmente el mensaje de AMOR Y HERMANDAD que nos vino a enseñar.

Ideas básicas del comentario de J. Marcus (que habrá que aplicar, de un modo realista…)

Palabras clave del texto de Marcos sobre la Multipolicación, en Mc 6

Mc. 6, 39: Hizo que se sentaran por grupo de comida (en griego symposia symposia, literalmente, «grupo de comida, grupo de comida»). La distribución repetitiva es un modismo semítico que vuelve a aparecer en Mc 6, 40 («conjunto a conjunto») . La palabra symposion, que es un hapax legomenon (véase glosario) en el Nuevo Testamento, significa literalmente «bebiendo juntos» y originalmente significa una fiesta de bebida. Más tarde, esa palabra vino a significar la habitación donde se come o el mismo banquete. La literatura greco-romana de tipo «simposio», cuyo ejemplo más significativo es el Simposio o Banquete de Platón combina el contexto del banquete con una discusión filosófica. Marcos utiliza aquí ese término en un sentido traslaticio, para referirse a las compañías o grupos de personas que comen .

Mc 6, 40. Conjunto a conjunto. Gr prasiai prasiai, literalmente «conjunto conjunto» (= «racimo, racimo»), otra distribución con una palabra repetida (véase la nota sobre «grupo de comida por grupo de comida», en 6, 39). Lo mismo que symposia symposia en 6, 39, éste es otro hapax legomenon (véase el glosario), con un uso que no tiene precedentes en griego. Prasia es literalmente una parte ordenada de jardín (un lecho de flores) y Marcos utiliza la palabra para sugerir la regularidad de la disposición de los grupos . Esta imagen agrícola nos invita a comparar nuestro pasaje con textos rabínicos en los que los discípulos aparecen ordenados como plantas colocadas en filas delante de su maestro. Según eso, como ha puesto de relieve J. Bolyki , esa imagen se encuentra enraizada en la tradición (cf. también y. Ber 4, 1). Significativamente, en el rollo de los himnos de Qumrán, la comunidad elegida de los últimos tiempos aparece representada como un jardín, como un «retoño de la plantación eterna» que brota milagrosamente en el desierto (1QH 8, 5-11).

Mc 6, 40: en unidades de cien y en unidades de cincuenta. Gr kata hekaton kai kata pentēkonta, literalmente «por cientos y por cincuentas». El orden descendiente de los números aparece en las referencias veterotestamentarias al pueblo de Israel ordenado en campamentos militares de centenas y cincuentenas en el desierto (ex 18, 21. 25; Dt 1, 15). Nótese que en el último pasaje citado la referencia a esos campamentos se encuentra combinada con una mención a los jefes de las (doce) tribus de Israel, creando de esa forma una vinculación con los doce cestos de nuestra historia (6, 43). Los números forman así parte de la tipología de éxodo de nuestro pasaje. En Qumrán, el ordenamiento del Éxodo se reproduce tanto en la regulaciones para la vida presente de la comunidad (1QS 2, 21; CD 13, 1; 1 QSa 1, 14-15) como en las regulaciones para la guerra santa escatológica (1QM 4, 1-5), mostrando así que la existencia comunitaria concreta de la secta anticipa la vida de la nueva edad futura .

Mc. 6, 41. Partió los panes y los fue dando a sus discípulos Gr. kateklasen tous artous kai edidou tois mathētais autou. Y los dos peces los dividió entre todos ellos. Gr tous duo ichtyas emerisen pasin. La visión de la nueva edad de 2 Ap Baruc 29, 3-8 combina una profecía en la que se dice que «el tesoro del mana descenderá de nuevo de lo alto» con la descripción del monstruo del mar, Leviatán – un tipo de pez inmenso –, que se convertirá en comida para el resto de Israel (cf. 4 Esdras) . Este pasaje de 2 Ap Baruc tiene además otros paralelos notables con nuestra historia: la revelación del Mesías, la fecundidad maravillosa de la tierra (véase la nota sobre «sobre la hierba verde», en 6, 39) y la afirmación de que al acercarse el final de los tiempos «aquellos que tienen hambre se saciarán ellos mismos» (cf. Mc 6, 42). En nuestro pasaje, el pez puede formar también parte de la tipología del Éxodo; véase Sifré sobre Num 11, 22, donde se dice que también Myriam, que seguía a los israelitas, le proveía de pescado para comer durante su peregrinación por el desierto. Marcos no especifica si los peces son peces frescos, secos o cocidos, pero se trata probablemente del mismo tipo de peces que aquellos que los discípulos han traído y que Jesús ha dividido, es decir, se trata de pescado en salazón, seco, que constituía una provisión favorita para el camino (cf. Jn 6, 9, que usa el término opsaria, que significa «pez seco») .

M 6, 43. doce. Gr dōdeka, es decir, una canasta para cada discípulo. Pero dentro del judaísmo el número doce tiene también importantes connotaciones simbólicas, pues está especialmente vinculado con las doce tribus de Israel y por tanto con la visión de la plenitud escatológica del pueblo de Dios. canastos llenos de trozos de pan. Gr. klasmata… kophinōn plērōmata. El término que aquí se utiliza para «canasta» (kophinon) es dístinto del que se suelo utilizar en el griego ático y en los LXX (que es kanoun). También es diferente de spyris, que es la palabra utilizada en la historia paralela de 8, 8. Kophinos parece designar una especie de cesto o canasta especialmente asociada con los judíos. Juvenal satiriza por dos veces a los viajeros judíos que van con sus kophinoi (Sátiras 3, 14; 6, 542). Una palabra semejante (qûpā / qūpā’) aparece también en textos rabínicos hebreos y arameos . La palabra que hemos traducido como «llenos» significa de hecho plenitud y ayuda a evocar la idea de la plenitud escatológica, que es tan importante para entender la multiplicación en Marcos (cf. comentario a 8, 17-21).

Trasfondo cultural, social y religioso

Las narraciones sobre multiplicaciones de alimentos o alimentaciones milagrosas no son exclusivas de la antigüedad. Así, por ejemplo, M. Buber ha vuelto a contar una historia hasídica sobre R. Elimelekh de Lizhesnk (muerto el 1786), que tenia la costumbre de dar de comer a quince hasidim en su casa. Un día aparecieron cuarenta y la mujer del rabino se impacientó: «¡Apenas tenemos bastante para quince!». Sin embargo, R. Elimelekh oró fervorosamente y después invitó a todos a que vinieran a sentarse y comer y «cuando los cuarenta hubieron comido todo lo que necesitaban las tazas y los planos estaban todavía llenos»
.
Nuestra historia se encuentra artística mente contada, con un uso especialmente efectivo de la repetición. Al comienzo, las dos frases repetidas (un lugar desierto y privadamente) y la repetición por seis veces de la palabra polys (grande, muchos, tarde) sirven para crear el escenario y para poner de relieve la grandeza de la necesidad con la que Jesús vendrá a enfrentarse (6, 31-35).

En el centro de la narración, los dos usos de la palabra «comprar» ponen de relieve la respuesta equivocada de los discípulos ante esa necesidad. Al final, el uso repetido de «panes» y de «peces» (cada palabra aparece cinco veces: en 6, 37. 38. 41. 43. 44) y la repetición de «dar» (dos veces: en 6, 37. 41) marcan la verdadera respuesta a la necesidad. Por su parte, la palabra phagein («comer»), que recoge el tema y la problemática mayor de la narración, aparece en el conjunto de ella (6, 31. 36. 37 [2 veces]. 42).
La narración se divide naturalmente en cuatro secciones: la transición, con la creación del escenario (6, 30-34), la descripción del problema (6, 35-35), la multiplicación/alimentación en sí misma (6, 38-42) y las notas conclusivas con la cantidad de sobras y el número de personas alimentadas, que confirman la magnitud del prodigio (6, 43-44).

Mc 6, 35-37. El hambre del pueblo.

La satisfacción del hambre espiritual del pueblo deja todavía sus vientres físicos vacíos y nuestra historia se encuentra muy lejos de pasar por alto la importancia de esta necesidad física o del acto milagroso que sirve para remediarla . Ese gesto de Jesús viene ocasionado por el hecho de que los discípulos se le aproximan con la sugestión de que ha llegado el tiempo de despedir a la multitud, pues ha avanzado ya la hora (6, 35-36). Esa referencia al hecho de que la hora es ya tardía, que no tiene contrapartida en el paralelo de Juan y que probablemente proviene de la redacción de Marcos (véase la nota sobre «dado que la hora era ya avanzada», en 6, 35), tiene la finalidad simbólica de mostrar que el tiempo se está terminando y que sólo una intervención divina puede «salvar» el día, como lo ha puesto de relieve uno de los poemas de Emily Dickinson:

Era demasiado tarde para el hombre
pero, sin embargo, era pronto para Dios .

En un nivel, la sugerencia de los discípulos para que Jesús despida a la muchedumbre refleja una visión recomendable, a favor del bienestar del pueblo, que es comparable a la propia preocupación de Jesús por el hambre de los discípulos en 6, 31; la solución es, además, semejante, es decir, despedir a la gente para que puedan comer. Sin embargo, en un nivel más profundo, la solución que proponen los discípulos refleja la ignorancia que los Doce tienen del poder de Jesús, como si ellos creyeran por un lado que Jesús debía preocuparse por la edificación espiritual de las masas, pero que, por otro lado, no había más remedio que dejar que la muchedumbre se arreglara por sí misma en el momento en que surgieran los problemas prácticos importantes, como el de la comida.
Sin embargo, la respuesta de Jesús hace que los discípulos vuelvan a su misión apostólica: «Dadles vosotros mismos algo para comer» (6, 37a). La palabra que aquí se destaca «vosotros» (hymeis) forma un contraste con la sugestión de los discípulos que querían despedir a los hombres y mujeres del pueblo para que buscaran comida «por ellos mismos» (con heautois, también enfático). El pueblo no debe ser arrojado de nuevo, para resolver sus problemas con sus propios recursos, ni debe convertirse en receptor de un milagro inmediato de Jesús; el pueblo debe ser más bien alimentado por los discípulos en cuanto mediadores del poder de Jesús. Ésta es una respuesta que resulta natural para Jesús, después que los discípulos han comenzado a compartir su ministerio carismático en 6, 6b-13.

Según eso, lo que el Jesús de Marcos quiere decir es semejante a lo que dijo Santa Teresa de Ávila: «Dios no tiene manos, sino nuestras manos» . . [[Esta cita de Santa Teresa me parece genial... pero no sé si es de Santa Teresa. Mañana volveré sobre el tema]]

6, 38-42. La multiplicación, dar de comer.

El pan y el pescado formaban el alimento de base de la mayoría de los galileos, como indican diversos pasajes (cf. Mt 7, 9-10) , pero estos alimentos tienen además, probablemente, un significado simbólico. El pan era un símbolo de la Torah (véase la nota sobre «panes… cinco», en 6, 38), y el pan milagrosamente producido (el maná) estaba asociado con la marcha errante de los israelitas por el desierto. Por su parte, el pescado podía asociarse también con el camino duro del desierto, según el texto de Num 11, 22b («¿Podrá juntarse todo el pescado del mar para ellos, para que les sea suficiente?». Véase Sifre Num sobre este pasaje y también Sab 9, 12).

En esa línea, cuando los judíos especulaban sobre el eschaton, que imaginaban a menudo como un nuevo Éxodo, ellos esperaban con frecuencia la renovación del don del mana (véase la nota sobre «partió los panes y los fue dando a sus discípulos», en 6, 41) y a veces esperaban también una milagrosa comida de pescado (véase la nota sobre «los dos peces los dividió entre todos ellos», en 6, 41). Teniendo en cuenta la presencia constante de la tipología del nuevo éxodo, es probable que los cinco panes estén relacionados con los cinco libros de Moisés, con la Torah o enseñanza de Dios, que los judíos consideraban que era su mayor don para la humanidad (véase la nota sobre «panes… cinco», en 6, 38). Lo mismo que en 6, 34 Jesús aparece como el pastor misericordioso, en 6, 38 viene a ser presentado como el revelador de la verdad divina, que está en el mismo nivel de Moisés. Según eso, el simbolismo de los panes y de los peces, nos hace ver la multiplicación (alimentación de la muchedumbre) como un milagro escatológico, que reasume y sobrepasa los milagros revelatorios realizados por Moisés en el desierto.

El simbolismo mosaico y escatológico continúa en el relato de la disposición de la muchedumbre para la comida (6, 39-40). Ofreciendo una descripción que, a diferencia de los evangelios paralelos, se detiene amorosamente en los detalles , Marcos presenta a Jesús mandando a sus discípulos que hagan sentarse al pueblo en grupos de comida (symposia), sobre la verde hierba.

El pueblo obedece, sentándose en grupos separados y ordenados (prasiai, como en racimos) de cien y de cincuenta. Estos números son nuevamente recuerdos del Éxodo (Ex 18, 21. 25), pero ellos apuntan también hacia delante, hacia la esperanza de un nuevo éxodo, por medio de un Israel renovado, como muestra la literatura de Qumrán (véase la nota sobre «en grupos de cien y de cincuenta», en 6, 40). De igual manera, el primer término empleado para la muchedumbre que se sienta (symposia) tiene una vinculación tradicional con la pascua; el segundo, por su parte, (prasia) conecta con ideas judías relacionadas con la renovación de Israel como plantación escatológica de Dios (véanse las notas sobre «grupos de comida por grupos de comida» en 6, 39 y «conjunto a conjunto» en 6, 40).
J. Bolyki descubre en el pasaje un progreso en la transformación del pueblo, desde ochlos, que es una multitud desorganizada (6, 34), a symposia, que es una reunión de comida (6, 39), para desembocar en prasia, que es un grupo organizado (6, 40). La misma sintaxis sugiera un movimiento de ese tipo, que se dirige hacia un orden creciente, de manera que el ochlos se vuelve smposia symposia, para convertirse en prasiai prasiai kata hekaton kai kata pentēkonta. Cuando el Dios del nuevo éxodo se manifiesta a sí mismo, Marcos supone que el desorden humano se transforma en orden orgánico y paradisíaco. Un personaje de una obra de Toni Morrison describe en términos semejantes el poder de transformación del amor: «Ella me reúne. Las piezas que yo soy, ellas las reúne y me las da a mi de nuevo en todo su orden verdadero» .

Después de haber creado orden entre las gentes del pueblo, a través de la mediación de los discípulos, Jesús se dispone a alimentarles (6, 41-42). La descripción de la comida ha sido evocada más tarde en la narración de la última cena (Mc 14, 17-23; véase figura 15) y es muy probable que Marcos haya visto la multiplicación/alimentación milagrosa aquí y en 8, 1-10 no sólo como un recuerdo del éxodo, sino también como una anticipación de la Última Cena y, por tanto, de la eucaristía cristiana (véase la nota sobre «tomó los cinco panes» en 6, 41).
Como ha puesto de relieve B. Gerhardsson , la vinculación de nuestra historia con la eucaristía debía haber sido especialmente clara para los primeros cristianos, cuyas celebraciones eucarísticas incluían una comida completa (cf. 1 Cor 11, 20-34). R. E. Brown ha señalado esa vinculación en el arte de una catacumba del siglo segundo, donde las historias de la multiplicación / alimentación aparecen como representaciones de la eucaristía. Además, los matices pascuales y escatológicos de nuestra historia son compatibles con esta interpretación eucarística, dado que la iglesia antigua miraba la última cena como una pascua y tomaba la eucaristía como un anticipo de la culminación escatológica (cf. Mc 14, 12. 25; 1 Cor 11, 26).
En la alimentación del pueblo, lo mismo que en la forma en que se sientan, los discípulos juegan una importante función mediadora. Jesús les da a ellos el pan partido y ellos se lo dan al pueblo (éste motivo ha sido aún más acentuado en Mt 14, 19, pero está ausente en Jn 6, 11). Auque previamente habían rechazado con sarcasmo el mandato de Jesús («dadles vosotros mismos algo para comer»; 6, 37), los discípulos cumplen ahora de hecho el mandato (nótese la repetición de didonai, «dar»). A pesar de su estrechez de mente e incluso a pesar de su sarcasmo condenatorio hacia el Pastor de Israel, después, los Doce actúan como discípulos y cooperadores de Jesús, de manera que ellos pueden entrar de nuevo en comunión con él, para que él actúe a través de ellos (14, 27-28) . La combinación de aspectos negativos y positivos de Jesús en nuestro pasaje forma parte de la ambigüedad general de Marcos, que pone el énfasis en la llamada apostólica de esos discípulos, a pesar de sus desvíos humanos.
Recibiendo el pan de Jesús de la mano de los discípulos y el pescado directamente de manos de Jesús (véase la nota sobre «partió los panes y los fue dando a sus discípulos», en 6, 41), toda la multitud reunida pudo comer y quedar satisfecha (6, 42), sobrando aún mucha comida (6, 43). Para muchos lectores actuales, que viven de manera confortable en el primer mundo y que nunca han pasado hambre, resulta difícil imaginar el impacto que estas afirmaciones podían producir en algunos de los primeros lectores del evangelio, que pueden haber pasado hambre con frecuencia. No es una casualidad que una de las imágenes bíblicas más frecuentes de la gloria de la edad que viene sea la un banquete, donde los participantes puedes ser capaces de comer todo lo que ellos quieran (véase, por ejemplo, Is 25, 6-9).


6. 43-44. Conclusión confirmadora.

La historia termina con dos cifras que confirman la magnitud del milagro: se recogen doce cestas de fragmentos sobrantes y se dice que han sido alimentados cinco mil hombres (véase la nota sobre «hombres» en 6, 44). El doce es un número que tiene gran resonancia y que está asociado con Israel y con la esperanza de una renovación de Israel en el tiempo escatológico (véase la nota sobre «doce» en 6, 43); y el número cinco, como hemos destacado ya, está particularmente asociado con Moisés, el dador del «pan» de la Torah. Según eso, es probable que esos números conclusivos hayan servido para que los lectores de Marcos recuerden de nuevo que Jesús fue una figura como Moisés, aquel que dio una nueva Torah para el Israel renovado.
Los intensos rasgos mosaicos y escatológicos de nuestro pasaje pueden tener una importancia especial para Marcos y su comunidad, por la cercanía con la Guerra Judía del 67-70 d. C. Flavio Josefa describe en este contexto a profetas del tipo de Moisés y de Josué, con rasgos revolucionarios, profetas que dirigen a sus seguidores al desiertos, para prometerles allí maravillas, fundando probablemente sus esperanzas en las profecías bíblicas que hablan de un nuevo éxodo que debe realizarse (Bell 7, 437-442; Ant 20, 97-99, 167-172. 188) . Según eso, nuestra historia presenta a Jesús como el realizador de esas promesas: Jesús mismo es el revelador esperado, el pastor del pueblo, que les dirigirá a la victoria final…. una victoria final que se identifica con el hecho de que el pueblo pueda comer, de un modo pacífico, formando grupos de cien y de cincuenta.

Conclusión

Así ha resumido J. Marcus el texto de la multiplicación en Marcos 6 (y paralelos). Estoy seguro de que M. Bruzzone lo interpretaría de un modo algo distinto… Pero lo que Joel Marcus dice le puede ayudar a penetrar en el sentido del pasaje y de la vida cristiana. Por eso he querido presentar este post como homenaje a M. Bruzzone, amigo.


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