Así te quiero, Francisco: Pastor y teólogo. Gracias

He dedicado al Papa Francisco más de doce “postales” en RD y FB, algunas largas y con  “peros”, pero todas afirmativas. Hoy quiero darle gracias de nuevo,  después de haber leído el dossier que  mi amigo y colega Luis Santamaría ha dedicado  en vida nueva   a ciertos grupos y personas que acusan al papa de no ser Papa, por hereje o anti-cristiano, de modo que estaríamos en “sede vacante”.  Gracias Luis, por tu trabajo

 En contra de los que así le “descatalogan” e incluso rezan pidiéndole a Dios que le mate, aprovecho esta ocasión (en FB y RD) para decirle “así te quiero Francisco”, como eres, y    le pido a Dios que tengas salud, que te veamos radiante, siendo papa, el tiempo que el Dios de la vida te conceda. Y lo hago desde lo poco que sé, como teólogo e historiador.  

Esta palabra de agradecimiento tiene tres partes: Introducción; Francisco pastor; Francisco teólogo.

Puede ser una imagen de texto que dice "PLIEGO "Bergoglio no es el Papa" Las (sin)razones del sedevacantismo actual 10"

INTRODUCIIÓN. UN PROGRAMA: (Evangelii Gaudium 2013)

Gracias, papa Francisco. Así nos decías en tu primer documento, al presentarte como papa: quiero primerear, involucrarme... Nos lo decías a todos, tú has querido cumplirlo, y lo has cumplido. 

  1. Has querido primerear, tomar la iniciativa. Jesús ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, la  debe hacerlo. Tú lo está haciendo. Gracias.
  2. Has querido y quieres involucrarse.Involucrarse es  «oler a oveja», tener las manos en la masa, como la mujer de las tres porciones de masa de pan. 3. Has querido y quieres acompañar, es decir “caminar en sínodo”,  no a solas o por arriba, sino “a paso” de hombres y mujer…. apostólico. 4. Has querido fructificar y festejar;  has querido y quieres cuida el trigo y no perder la paz por la cizaña, no arrancarla como quieren tus adversarios, en contra de Jesús (Mt 13)….

Evangelii gaudium. Exhortación apostólica de Papa Francisco

2. FRANCISCO PASTOR. OCHO CLAVES DE TU (SU) MINISTERIO

1. Recuperar a Jesús, volver al evangelio. Un evangelio es salida. Éste ha sido, a mi juicio, tu punto de partida: Has querido volver a la calle de la vida, a la vida de los hombres, como hizo Jesús… Estoy convencido de que es esto lo que has querido hacer Francisco. En un mundo sin certezas, con grandes dolores, los cristianos deben ofrecer y proclamar el mensaje de Jesús, como experiencia gozosa de vida, testimonio de trascendencia y compromiso de humanidad, al servicio de los más necesitados.

Ese mensaje no sirve para confirma lo que había (un orden superior ya dado, un Vaticano), ni para sacralizar el sistema imperante, sino para encender una luz y ofrecer una experiencia alternativa de humanidad.   Francisco sabe que no hay más principio de renovación que Jesús,  un Jesús a quien ahora (principios del siglo XXI) debemos situar ya en un mundo post-cristiano, donde ya no puede probarse la existencia de Dios en un nivel científico-social, pues todo sucede como si Dios no existiera y la Iglesia no importara. Pues bien, en este mundo post-cristiano, tú has querido y quieres que la iglesia no sea una institución de poder,   como Estado o sistema religioso, sino como grupo de compañeros, amigos, hermanos, que el testimonio de su vida y mensaje en un contexto esencialmente pluralista.  

2. En un mundo distinto, un Dios encarnado y comprometido. Por eso, los cristianos ya no pueden entenderse como “sociedad total” (con pretensión de verdad sobre los otros), sino como presencia animadora, como sal, como fermento, dentro de una sociedad civil autónoma donde nadie puede arrogarse una pretensión de saber y poder absoluto (ni los creyentes, ni los no creyentes; ni los cristianos, ni los fieles de otras religiones). La iglesia ya no está por encima de los otros, como Madre y Maestra superior sobre hijos pequeños e ignorantes, sino que ha de tomarse como hermana, amiga que escucha, comparte y anima con su ejemplo (que vean vuestra obras y den gracias a Dios…).

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Tú has querido y quieres una iglesia kerigmática y kenótica. Que el kerigma o mensaje de la iglesia no sea lo que ella dice, sino lo que ella es…  Esta iglesia kerigmática (ella misma es anuncio de reino) tiene que ser (y tú, Francisco, quieres que sea) una iglesia kenótica, es decir, que no se impone con poder desde lo alto (como clave ontológica de realidad), sino que se ofrece en Persona, ofreciendo su Vida y entrando en la vida de los hombres, asumiendo el sufrimiento de la realidad, de un modo purificador y creador, en compromiso personal, para transformar todo lo que existe. Pienso que aquí se sitúa el programa de Francisco, en el paso de un “Dios de poder” (que organiza las cosas desde arriba) a un Dios de encarnación, es decir, de “kénosis”, un Dios de Jesús que se introduce y vive en la vida de los hombres.  

3. En gesto de solidaridad, a paso de hombre, es decir, caminando con. En Pues bien, en ese contexto, los cristianos no pueden apelar a una verdad antecedente para imponerla desde arriba (su verdad no se prueba, ni refuta con razones), pero pueden (y deben) ofrecer un camino compartido de experiencia y esperanza sanadora, que les permite superar la angustia de la muerte. Por eso, ellos no quieren crear un sistema sagrado, que domine sobre el mundo, sino abrir para los hombres un espacio de libertad y diálogo interhumano, en gesto de comunión personal. El Dios y Cristo de una iglesia de “orden ontológico” (así me decían y juraban cuando yo era estudiante)  no bien al evangelio. El nuevo cristianismo ha de insistir en lo que he llamado la kénosis de Dios, que es su presencia creadora y redentora en el interior de la vida de los hombres: Dios no está sobre el mundo (creación) para dominarlo desde arriba, ni en sus bordes para limitarlo, sino en su mismo centro, para así animarlo, siendo así su alma, en gesto de participación, sufrimiento compartido y transformación. Según eso, el Dios de la Iglesia de Cristo es el Dios del mismo camino de la historia de los hombres.

4. De la teocracia a la comunión. Francisco quiere pasar del Dios teo-crático (autoridad dominadora) al Dios interior y compañero, Dios que se muestra en Cristo como hermano, amigo y compañero, en comunión personal y de la comunicación de libertad gozosa, entre los hombres, como habían descubierto los israelitas en su camino de desierto y como supieron los cristianos al situarse ante Jesús. El Dios teo-crático dominaba sobre el hombre y le imponía su pretendida verdad desde arriba. Por el contrario, el Dios de Jesucristo penetra en la vida de los hombres y mujeres, potenciando su diálogo en amor y superando así el poder de la muerte (en esperanza de resurrección). Sólo en ese contexto se puede hablar de un designio de Dios, que no se impone por ley física o social, sino que abre un camino de futuro (resurrección) por desbordamiento gratuito de vida. Dios no traza (ni impone) un designio establecido de antemano, sino que abre un camino, que él mismo recorre con (a través) de los hombres.

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5. El Dios de la Iglesia de Francisco no es por tanto una especie de emperador supremo, que podría conceder su potestad a la Iglesia, sino el hombre Jesús, aquel en quien Dios ha encarna de manera privilegiada su proyecto de amor, comprometido en el despliegue de la historia de los hombres. Ese Cristo de Dios no sobre-viene sobre un mundo ya hecho, para dirigirlo desde arriba, sino que se introduce como hombre de amor en el mismo despliegue de la historia de los hombres. Así lo hizo Jesús en Galilea, así quiere hacerlo Francisco desde el Vaticano, donde lo tiene inmensamente más duro. Jesús salió del ámbito sacral del templo para iniciar su camino. Francisco sólo a salido a medias de su Vaticano simbólico para retomar la marcha del evangelio.

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6. Iglesia de comunión, ella misma es Buena Nueva. Hoy, con Francisco, tras siglos de riesgo de  visión sacralizada e  impositiva (desde cierta reforma “gregoriana”, siglo XI-XII d.C.), la iglesia misma puede presentarse humildemente, sin pretensión alguna, como proyecto y camino de humanidad kenótico-redentora, abierta por Jesús a la culminación pascual de Dios (es decir, de la Humanidad). Ciertamente, casi todos todos hablan en la Iglesia de comunión de hermanos (de iguales), desde los más pobres, pero de hecho se trata de una “comunión protegida” a través de una especie de dictadura sagrada donde algunos dicen lo que otros han de hacer (G. Orwell: Rebelión en la granja,  todos iguales, pero unos más iguales que otros).. Pues bien, Francisco ha querido iniciar un camino distinto de iguales-hermanos-amigos, un camino en el que el fermento de Jesús penetra como fermento (de  diálogo y palabra entre todos los hombres.

7. Una Iglesia para el evangelio. No es el evangelio para la Iglesia, sino la Iglesia para la evangelización, es decir, para la extensión del mensaje y presencia del Reino de Dios. Eso implicará un cambio de estructura eclesial, que es difícil programar de antemano, pues ello sólo puede hacerse a medida que se avanza en el camino. No se trata de tirar por la borda lo que ha sido la tarea histórica de la Iglesia, sino de asumirla para recrearla (superarla sin negarla) según el evangelio. El antiguo paradigma ontológico (un cristianismo entendido como instancia de verdad que podría imponerse de algún modo sobre el mundo) no responde a las nuevas experiencias de la vida social y de la ciencia y, sobre todo, no responde al evangelio. . Por impulso científico/social y, quizá por influjo de fondo del mismo evangelio, la modernidad ha destruido ese paradigma, de manera que las formas de religión antigua (ontológica) están perdiendo su sentido. Según todos los indicios, nos hallamos en un momento clave de transformación, de manera que si la jerarquía de la Iglesia sigue defendiendo su modelo antiguo acabará perdiendo su sentido (y se opondrá además al evangelio).  Éste es el tiempo de Francisco, un momento clave para volver al evangelio, en línea católica, pero aceptando y compartiendo los retos e impulsos de otras tradiciones cristianas (ortodoxa, protestante), retomando un impulso religioso de trascendencia y encarnación que también puede encontrarse en otras religiones. 

8. ¿Un nuevo concilio? ¡Ya estamos en sínodo! Que el sínodo avance, que el Sínodo nos mueva. Algunos cristianos quieren que, en este contexto, a los cincuenta años del Vaticano II, aprovechando el tirón de Francisco se convoque un nuevo Concilio abierto a las diversas confesiones cristianas y, en el fondo, a todas las religiones. Quizá es idea buena, pero tendría que ser un concilio distinto, que no sea exclusivo de obispos (hay muchos estos obispos que apenas asumen el espíritu de Francisco, muchos de ellos agazapados, esperando que acabe este paréntesis argentino de la Iglesia). Dejemos, por tanto, por ahora, un gran concilio “florido”. Hagamos sínodo, sínodo de todos, no sólo en   Alemania, sino en el Zaire y en China… en todas las iglesia. Es necesario un sínodo a fondo, de tipo evangélico, fundado en la realidad del ser humano, desde los pobres del mundo, el concilio de aquellos cojos-mancos-ciegos con los que se encontró Jesús que le llevaron a salir de las instituciones establecidas para iniciar una marcha de  evangelio.

PLACUIT DEO, CARTA A LOS OBISPOS SOBRE LA SALVACIÓN – Noticias ...

Al Papa Francisco le acusaban de “poca” teología, como si fuera ignorante y menos serio, en comparación con Benedicto XVI, un gigante intelectual de la identidad dogmática cristiana. Ciertamente, Benedicto XVI ha sido “teólogo”. Francisco es un simple cristiano. Pero a veces, un simple cristiano, a ras de tierra, encarnado en los problemas del mundo, con el impulso de Jesús, sabe más de buena teología que todos los teólogos.  

Eso le pasó a Francisco de Asís, que fue inspirador de los grandes teólogos franciscanos del siglo XIII y XIV.

Eso le pasó a Ignacio de Loyola,  creyente de a pie, mayor que la inmensa legión de teólogos SJ, de Belarmino y Suárez a Rahner.

Eso mismo le pasa al Papa Francisco, como muestra el documento sobre los dos riesgos de la teología (gnosis y pelagianismo), tal como aparecen destacados en un documento publicado a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, titulado Placut Deo(Quiso Dios…). (cf. https://press.vatican.va. /2018/03/01/plac.html).

Así  me dijo Mons. Card. Luis Ladaria, Prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe ("las ideas de este documento no son las mías, sino las del Papa Francisco, cuya teología hemos querido presentar, correo particular, 4 marzo 2018).  La teología de Placuit Deo es, a mi juicio, la más honda del Papa Francisco, y éstas son sus dos ideas fundamentales:

(a) Por una parte es necesaria la oración, la espiritualidad, pero sin caer en un tipo de gnosis de pura contemplación cerrada en sí misma.

(b) Por otra parte es necesaria la acción redentora externa, pero sin caer en un activismo de tipo puramente político o económico. En esta línea quiere el Papa Francisco que “trabaje” la Congregación para la Doctrina de la fe, de manera que, en vez de condenar o amonestar a los teólogos, como antes hacía, les anime y ayude a pensar e impulsar la vida de la iglesia, poniendo de relieve los dos riesgos de un tipo espiritualismo y sociedad actual:

— Francisco va en contra de una gnosis espiritualista, que busca la salvación fuera de la «carne» (humanidad) concreta, dejando a los pueblos y personas en manos de un puro capitalismo industrial y comercial, poniendo así en riesgo la misma vida de los hombres en el mundo. No basta con rezar para que el mundo se salve y para que los cautivos sean redimidos, sino que, con la oración, es necesaria una acción de ayuda liberadora muy concreta, como la de Pedro Nolasco y sus primeros compañeros.

— Francisco va en contra de un pelagianismo activista, que quiere alcanzar la salvación por medio unas obras y acciones puramente externas, como aquellas que algunos adversarios (entre ellos ciertos discípulos de san Agustín) le atribuían a un monje ingles llamado Pelagio. Éste es el riesgo del puro activismo, de la pura “renta per cápita”, pero sin alma, el riesgo del enriquecimiento de algunos, pero sin verdadera solidaridad, sin gratuidad, sin comunión con los pobres.  

             No basta una oración separada de la vida (sin relación con el pan, el perdón, la libertad del Padrenuestro). Pero tampoco basta un activismo, que termina en el enriquecimiento de los más ricos y la opresión más intensa de los pobres. Una sociedad más rica no es más justa sin más. Un enriquecimiento sin humanidad, sin servicio a los pobres, sin transformación social desde los oprimidos y cautivos, termina siendo destructor.

            Así lo ha mostrado esto documento, que es uno de los más importantes de los últimos decenios de la Iglesia. Es breve, pero sustancial. Es claro, parece sencillo (poco pretencioso) y, sin embargo, plantea y resuelve con gran precisión, sin acusaciones importunas ni proposiciones pomposas, uno de los temas centrales de la sociedad y de la Iglesia.  

             Al plantear así el tema de la oposición y complementariedad entre gnosis y pelagianismo, Francisco está rindiendo un gran servicio no sólo a la Iglesia, sino a la vida y esperanza de los hombres, según el evangelio, y en esa línea debemos profundizar todos, y de un modo especial los mercedarios, elaborando una teología y práctica de liberación que apela, por un lado, a san Ireneo (en contra de una gnosis separa de la carne, pues la carne, la vida real es la clave de la salvación: Caro cardo salutis) y acude, por otro, a San Agustín (pues una obras humanas, e incluso unas conquistas técnicas, tomadas en sí mismas, separadas del amor mutuo, de la gratuidad, pueden ser destructoras). En la línea de ese documento se puede plantear el sentido de la teología y obra mercedaria, conforme a la intención del Papa Francisco:  

Hay que precisar la relación entre Gnosis intimista y Transformación social, conforme a la visión del Nuevo Testamento y del cristianismo primitivo que opone (¡vincula!) una tendencia gnóstica (Evangelio de Juan, Evangelio Apócrifo de Tomás) y otra más apocalíptica (que aparece en Mc 13, 1 Tes 4, l1 Cor 15 y en ApJn). El buen planteamiento de esta oposición ayuda a entender y potenciar algunos temas medulares de Francisco, desde Laudato Sí (2015) a Fratelli tutti (2020). Se trata, pues, de establecer una redención “integral”, personal y social, espiritual y carnal.

Hay que replantear la relación entre fe y obras,pues ella nos sitúa en el centro de la teología de San Pablo, vinculada al encuentro personal con Dios, a la justificación de los pecadores y a la libertad radical de todos los creyentes, conforme al programa de Gal 3, 28: Ya no hay judíos y griegos, hombres y mujeres, amos y esclavos, libres y cautivos… pues todos somos hermanos, unidos en Cristo. Así lo ha querido destacar Francisco al insistir en la “celebración” de los 500 años de la Reforma Protestante (iniciada por Lutero el 1517). Aquí se está jugando no sólo la relación entre catolicismo y protestantismo, sino el futuro de la Iglesia y de la Humanidad. Aquí se plantea el mayor riesgo de una humanidad que quiere hacer a Dios a la medida de su egoísmo violento.

Retornar el evangelio como buena noticia a los pobres… (Lc 4, 17-18). La problemática planteada por la oposición entre gnosis y pelagianismo ha de resolverse volviendo a la opción radical de Jesús, que no es sólo evangelizar a los pobres, sino dejar «que los pobres nos evangelicen», en la línea de la primera misión cristiana según Mc 6, 1-6, Mt 10, 2-15 y paralelos. Ese retorno traza el sentido de la evangelización, que es nueva «en su ardor, sus métodos y su expresión» (Juan Pablo II, Discurso de Puerto Príncipe, 9-3-1983), pero sobre todo en su contenido, volviendo a la raíz del evangelio de Jesús, que cura a los enfermos, que libera a los “poseídos por el Diablo” (que eran y son los cautivos, bajo el poder del dinero y del dominio material y social de los prepotentes). 

 Aquí se encuentra, a mi juicio, la mayor riqueza del documento sobre los riesgos de la gnosis y el pelagianismo, y de la teología católica, tal como de Francisco la ha ratificado después en su Motu proprio Aperuit illis (cf. http://www.vatican.va/ 2019.09.30), instituyendo el Domingo de la Palabra de Dios y el Año Santo de la Biblia (instaurado el año 2020). De esa forma se expresa la mayor riqueza de la teología (antropología) cristiana y del compromiso creyente de la iglesia, por encima (más allá) de sus riesgos principales (gnosis y pelagianismo)-

            Ciertamente, el Papa Francisco no es un teólogo profesional, como era Benedicto XVI, pero, a mi juicio, su teología se encuentra mucho mejor fundada, pues se funda en la raíz del evangelio y no en tradiciones a veces menos significativas.

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