"No se trata de adoctrinar mentes, sino de despertar conciencias" El Reino de Dios está en el desarrollo y el despertar espiritual

Ascensión
Ascensión

"El Reino de los cielos va siendo entendido de acuerdo al desarrollo espiritual que tenga la persona"

"Lo primero que tenemos que tener presente es que, ciertamente el Reino de Dios o Reino de los cielos, es un dinamismo activo y transformador de la Presencia divina"

"Se trata de anunciar la presencia de un dinamismo divino activo y transformador que está en medio de nosotros, está dentro de nosotros, está en nosotros"

El Reino de Dios o el Reino de los cielos. Es el anuncio principal que hemos de hacer: “vayan y anuncien el Reino de los cielos”, también llamado reino de Dios. ¿Cómo podemos interpretar el Reino de Dios? 

El Reino de los cielos va siendo entendido de acuerdo al desarrollo espiritual que tenga la persona. Por esto algunas personas enfatizan más en el Reino de los cielos como algo que vendrá después de la muerte. Otras personas lo enfatizan más como el dinamismo de hacer mucho bien en la tierra; diciendo que los hombres se ayuden, que sean solidarios, para poderlo indicar: "Ahí está el Reino de los cielos, el Reino de Dios”. Otros enfatizan en una experiencia espiritual, una experiencia en la que se conocen dimensiones más profundas del ser humano. Pero otros se van dando cuenta de que todas esas realidades, y algunas más, hacen parte del Reino de Dios, Reino de los cielos.  

Boletín gratuito de Religión Digital
https://www.religiondigital.org/ QUIERO SUSCRIBIRME

Víctor Moreno
Víctor Moreno

Lo primero que tenemos que tener presente es que, ciertamente el Reino de Dios o Reino de los cielos, es un dinamismo activo y transformador de la Presencia divina. O sea, que no estamos ante algo estático, algo que está allí como un lugar quieto, como una habitación cerrada. No, es un dinamismo, es activo y es transformador. Ese Reino de Dios o Reino de los cielos, es lo que el Maestro envía a anunciar. Elige a algunas personas y las va mandando a anunciar. Pero, ¿a quiénes elige? Elige a personas que van conociendo ese dinamismo; de otro modo estarían anunciando algo que desconocen. Entonces de entre los que ve que van viviendo ese dinamismo, les confía: “Vayan y anuncien el Reino de Dios, el Reino de los cielos”. No les dice que anuncien ninguna doctrina fija. No se trata de decir dogmas, no se trata de decir verdades escritas en alguna parte, no se trata de decir un discurso memorizado sobre una interpretación religiosa.

Se trata de anunciar la presencia de un dinamismo divino activo y transformador que está en medio de nosotros, está dentro de nosotros, está en nosotros. Alguien que anuncia ese Reino es alguien que ha ido descubriendo ese dinamismo y lo anuncia. El dinamismo divino está entre nosotros. El dinamismo divino, la actividad de Dios, el reinado de Dios, la Presencia divina que se dinamiza está entre nosotros. Vengo a anunciarles esto. “No vayan allá, ni a otro lado, ni donde les digan, porque ese Reino está dentro de ustedes”, está entre nosotros. Entonces, anunciar el Reino no es llenar de doctrina a las personas; es anunciarles un dinamismo, un dinamismo divino. 

Ahora, para entrar en ese dinamismo divino, debo convertirme. La palabra “conversión” utilizada en el Evangelio es metanoia, que realmente significa “transformación de la mente” o “conocer más allá de lo que suelo conocer”; “más allá de lo que normalmente conozco con mi entendimiento”. Normalmente las personas entienden la religión y el camino espiritual como aprenderse verdades de fe, como creer en ideas religiosas muy atractivas. Cuando en verdad, el anuncio es “metanoeite”; que es la palabra en griego que se utiliza, “metanoeite”; “transformen su mente”, “vayan más allá de su mente”. Entonces nos está diciendo que no se trata de conocer del modo como ya hemos conocido, sino de conocer de otra manera, de “ir más allá de la mente”. 

Y ahí es donde entra una práctica espiritual que no consiste en sentarse a pensar cosas religiosas. Consiste, precisamente, en abandonar los pensamientos religiosos, los pensamientos políticos, los pensamientos ideológicos, los pensamientos que siempre me tienen anclado a las verdades en las que me suelo mover. Más bien me envía a un conocimiento pleno de toda la Vida y de toda la Realidad. Por eso nuestra práctica es una práctica silente, de abandono de todas las ideas, prejuicios o deseos, que, como ser humano condicionado, suelo tener. “Metanoeite”, conviértanse, cambien el pensamiento. Y entonces, cuando entro en ese dinamismo voy descubriendo que lo que está sucediendo en mí es que voy teniendo un desarrollo espiritual, a través del cual, voy conociendo cada vez con mayor profundidad la existencia.

La existencia, entonces, ya no es vista como cuando niño, que veía que todo era como mágico, como un juego, como algo que simplemente aparece allí y desaparece. O tampoco es imaginándonos divinidades que gobiernan el clima, que gobiernan, nuestros problemas personales; como cuando deseo encontrar algo, supuestamente tengo que invocar a alguien para que me ayude a encontrarlo. Toda esa visión mítica va pasando, y voy entrando a un entendimiento mucho más claro de la vida y de lo que es la presencia divina. Voy entendiendo más profundamente los Escritos Sagrados, y voy comprendiendo en profundidad que esos escritos sagrados también tienen otros lenguajes, y por eso otros pueblos también tienen Escritos Sagrados. Pero debo llegar a un punto en el que tenga una visión tal, en la que yo veo que todo eso hace parte de un proceso activo y transformador, que el Reino de Dios mismo realiza en mí, que me permite llegar a estar al punto de ser Uno con Él. 

Pero no es suficiente comprender ese desarrollo. Es necesario que yo tenga experiencias directas de esa misma presencia divina. Y entonces hay experiencias directas como las que tuvo San Francisco de Asís, una experiencia directa de Dios en la creación; o experiencias directas como las que tuvo Santa Teresa, percibiendo que Dios es un Tú maravilloso, que me ama y estoy unido a Él profundamente; o una experiencia tan profunda que todo se vuelve silencio y vacío, total quietud, como la que han tenido muchos místicos como Maestro Eckhart, San Juan de la Cruz u otros tantos. Es una presencia plena que todo lo envuelve. Y hay muchas más experiencias todavía. 

Entonces voy entendiendo que el Reino de Dios, el Reino de los cielos, ciertamente es el dinamismo divino activo y transformador de mi existencia y de la existencia de todo ser humano. Y por eso necesitamos que quienes lo vayan viviendo sigan profundizando en él y comiencen a anunciarlo. Cuando Él dice, "La míes abundante, hay mucho por hacer, pero los obreros son pocos”, nos vuelve a confirmar que quienes estamos en este camino, ciertamente no somos multitudes. ¿Cuántas personas estarán leyendo estas palabras? No serán muchas. Ese no es un problema real. El asunto es que quienes estamos viviendo este camino, anunciemos la presencia de ese dinamismo activo y transformador de la presencia divina mientras vamos viviendo Su Presencia. 

Y entonces vamos comprendiendo de qué se trata este camino al que hemos sido llamados, del cual estamos profundamente agradecidos, pero que en el fondo nos va diciendo cuál es la verdadera presencia divina que buscamos. Y llegar al punto de descubrirme como pura manifestación divina con lo que soy, como soy, desde donde estoy; y que esta Presencia está precisamente para encender la chispa de ese Reino en medio de quienes la existencia me va poniendo al lado, y hacer del camino con la humanidad un camino transformador, un camino en el que unos van más adelante, otros van más atrás, pero todos vamos juntos. Los de adelante vamos ayudando a los de más atrás, los que van más adelante de nosotros nos van ayudando; vamos juntos. 

Pero esto no es un discurso de ideas, es un discurso fuera del discurso, como decía también Raimon Panikkar, es una realidad que se manifiesta ella misma, a veces en nuestras palabras, en nuestras acciones, en lo que somos. Estamos para anunciar; y por eso, primero, profundizamos en el silencio; y desde ese silencio emerge aquello que se comunica a través de nosotros, un discurso que está más allá de las palabras. Es una Presencia plena; la presencia del Reino. Los invito entonces a nuestra práctica contemplativa.

(1) Meditación SALMOS: El Reino de Dios está en el desarrollo y despertar espiritual. - YouTube

Etiquetas

Volver arriba