Desayuna conmigo (viernes, 17.4.20) Libertad y responsabilidad

Incidente en Granada y Valencia

catedral-alfredo-kQyC--396x245@Ideal

Ofrezco hoy a los lectores de este blog un desayuno consistente, que les exigirá mucha atención y quizá más de una lectura para paladear su solidez y contundencia al esclarecer algo tan importante como es la “libertad”, y más en las actuales circunstancias. Les merecerá la pena hacer el esfuerzo. Lo que sigue lo ha escrito un amigo que no desea figurar, pero de quien podré decirles que responde a las iniciales B.L.C. y es un muy cualificado continuador de la excepcional obra de fray Eladio Chávarri O.P. sobre los valores. Hoy me disculpo por no ilustrarlo con fotografías.

                                                                        ******

“El prelado cardenal Cañizares, en las últimas líneas de su homilía, hizo alusión a lo sucedido en la tarde del Viernes Santo en la catedral de Granada, cuando la Policía Nacional entró en el interior de la Catedral e interrumpió la celebración de los Oficios, desalojando a la veintena de fieles que asistían a los oficios. (04.2020 | Baltasar Bueno, corresponsal en Valencia).

1.- Se está extendiendo en estas circunstancias de confinamiento una idea ingenua de libertad, considerada por mucha gente simplemente como la capacidad de elegir, de modo que todo lo que impide elegir y tomar decisiones está coartando la libertad. Pero, si nos quedáramos únicamente con la acción de “elegir”, sin más precisiones, tendríamos que admitir, por lógica, que una sociedad en la que sus miembros “eligieran” y “decidieran” insultar, robar, agredir o matar, sería más libre que aquella en que las personas, por presiones de diversa índole, controlaran y reprimieran sus deseos de insultar, de robar, de agredir o de matar. 

2.- Hay que decir, por el contrario, que esta capacidad de elección o autodeterminación es una condición necesaria, pero de ningún modo suficiente de la “libertad valorativa”. Porque, cuando elegimos, siempre escogemos seres (emprendemos acciones) que necesariamente son beneficiosos o perjudiciales para el desarrollo de las vitalidades humanas. Por tanto, todas nuestras elecciones, querámoslo o no, son de seres valiosos o disvaliosos, de valores o de contravalores. 

3.- Quizás sea conveniente señalar que los contravalores son los causantes de que la persona se sienta esclava o no libre, aunque actúe autónomamente. La enfermedad, los trastornos psíquicos, el deterioro de las fuerzas corporales, la insolidaridad, la enemistad, el distanciamiento, la deslealtad, la inseguridad, la indefensión, la guerra, la ilegalidad, el avasallamiento, el culto a los ídolos, lo feo, lo cursi, lo vulgar, la injusticia, la infidelidad, el egoísmo, la imprudencia, la pobreza, el paro, el hambre, la escasez de alimentos, la falsedad, la falta de rigor, el sofisma y el dogmatismo no generan libertad, sino esclavitud. Así se siente uno cuando, por ejemplo, es un analfabeto o no puede practicar el saber en toda su extensión y con la apropiada intensidad (contravalores cognitivos); y otro tanto sucede con el odio, la desesperanza, la pobreza, la enfermedad, la fealdad o con el resto de los contravalores. ¿Qué capacidad de elegir hay en quien sufre contravalores tales como abusos del poder político, injusticias de los jueces, atropello de los fuertes, infidelidades conyugales, incumplimiento de las promesas, pobreza, contaminación de su espacio individual, vanas esperanzas puestas en los ídolos, desigualdades sociales, cárcel, manipulaciones de todo tipo, etc.? Tampoco la escasa calidad, la limitación, el deterioro y la mediocridad de los valores permiten ser libre. Si una persona ha aprendido solo las cuatro reglas aritméticas, sus valores cognitivos matemáticos son, pues, muy limitados y mediocres. ¿Tiene esa persona capacidad para elegir la solución matemática correcta a un problema de derivadas o de integrales?

4.- La acción valorativa libre/no libre no genera tan solo valores y contravalores, sino que, a causa de las elecciones alternativas de vida (valores) o de muerte (contravalores) que lleva a cabo, sus actos están cargados de responsabilidad o de irresponsabilidad. El vocablo “responsabilidad” tiene su raíz en la palabra latina “spondeo”, que significa comprometerse, generalmente en un acto público y solemne. De este modo, uno quedaba más ligado a aquello a lo que se había comprometido. Pues bien, la libertad valorativa, que se decide necesariamente por valores (vida) o por contravalores (muerte), lleva insertada la “conciencia de la responsabilidad”. Por eso, fomentar o deteriorar la vida es el origen y el campo de la responsabilidad. Las elecciones valorativas, por tanto, están intrínsecamente cargadas de responsabilidad por el vivir y por el morir de la persona, cosa que no sucede necesariamente con la simple autodeterminación o capacidad de elegir en cuanto tales.No existe responsabilidad más extensa ni tampoco más intensa que la que resulta de elegir entre desarrollar la vida o deteriorarla o morir. La persona, que está implicada en todas las experiencias, es la responsable de los tratos necesariamente responsables con todos los seres como valores y como contravalores.

5.- La influencia externa no siempre es una limitación de la libertad; en muchos casos es una necesidad y un beneficio. La identificación de libertad con autodeterminación lleva a oponer, sin más precisiones, libertad e influencia externa, como si el máximo grado de libertad se alcanzara cuando la influencia externa fuera nula y la espontaneidad propia, máxima. ¿Qué libertad hubiera llegado a conseguir un niño si los demás no le hubieran aportado higiene, alimento, lenguaje, afectividad, conocimientos de todo tipo, bienes económicos, etc.? ¿Se hubiera podido librar él solo de los contravalores? El recién nacido es el peor modelo de lo que es un ser libre, a pesar de que es el ser humano menos condicionado por la influencia externa, pues apenas la ha recibido. En principio tenemos que asegurar que gran parte de la influencia externa no solo no es contraria a la libertad, sino que puede llegar a ser la condición necesaria de su existencia y de su desarrollo. Evidentemente, en otros muchos casos, la influencia externa es un obstáculo para ejercer la libertad. Pero no lo es por ser influencia externa sin más, sino porque procede de contravalores y genera deterioro en nuestra vida.

6.- El arzobispo de Granada se saltó a la torera la obligación de que los fieles se quedaran en casa y celebró los Oficios con algunos presentes en la catedral. Este obispo estaba optando por su muerte y la de las personas que lo acompañaban, a la vista de los estragos que produce el Corvid–19 con sus fáciles y ocultas propagaciones. Los policías que desalojaron a los fieles del templo estaban optando por su vida. ¡Qué paradoja!, ¿verdad? Obispo, clero presente y fieles asistentes fueron unos “irresponsables” ante la vida, mientras hay que calificar a los policías como “responsables” por la vida.

7.- La cosa no terminó ahí. El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, presidió la Vigilia Pascual celebrada en la Catedral de Valencia, concelebrando con los obispos auxiliares, Javier Salinas y Vicente Juan, y parte del Cabildo Catedralicio, a puerta cerrada, sin fieles, en cumplimiento de las órdenes de las autoridades sanitarias por la situación crítica de la pandemia del coronavirus. Pero, al final de su homilía, hizo alusión a lo sucedido en la tarde del Viernes Santo en la Catedral de Granada, cuando la Policía Nacional entró en su interior e interrumpió la celebración de los Oficios, desalojando a la veintena de fieles presentes. Cañizares dijo: “se nos ha querido quitar la libertad de proclamar y celebrar el Evangelio y la Resurrección”. ¿Cómo se puede proclamar el evangelio de la Vida con actos que están favoreciendo la enfermedad e incluso la muerte? ¡Qué desatino! Por si fuera poco, el obispo auxiliar de Valladolid y portavoz de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, se ha mostrado crítico con la actuación policial en casos como la interrupción de los Oficios de Viernes Santo en la catedral de Granada. Argüello dijo: “la actuación policial, legítima en la calle desde mi punto de vista, ha sido desmedida en los templos, sobre todo cuando se ha interrumpido una celebración ya comenzada, pues no ha tenido en cuenta el citado artículo 11 del Decreto que estableció 'estado de alarma', no de excepción. ¿Le parece poca alarma que la gente salga de su casa para juntarse en una iglesia? ¿No le ha servido de ejemplo el vacío casi total que había en la basílica del san Pedro cuando el papa Francisco celebró las liturgias del triduo pascual?

8.- No es casual que los líderes de Vox y del PP estén hablando de presentar denuncias contra la actuación de la policía en el desalojo de fieles en la Catedral de Granada. Todos, además de perseguir otros intereses inconfesables, siguen entendiendo la libertad solo como la capacidad de elegir lo que uno quiera, sin más precisiones. Y, de la responsabilidad por la vida y por la muerte, ni siquiera han oído hablar”.

                                                        *********

Hasta aquí su texto, denso y claro. Toda libertad lleva adherida a su condición la responsabilidad inherente a la elección de seres que favorezcan la vida (valores) o la deterioren (contravalores), es decir, la responsabilidad de que la acción emprendida sea conveniente o inconveniente para la propia vida y la vida de todos los demás. Cuando se eligen contravalores, es decir, cuando se atenta contra la vida, la libertad deviene esclavitud. En un mundo afortunadamente tan plural como el nuestro, la libertad de uno no puede en ningún caso coartar los legítimos derechos de otro. De no ser así, sería tiranía. En ese sentido, la máxima libertad se alcanza cuando se cumple como es debido la voluntad divina, la voluntad de un Dios que nos ha creado para que tengamos vida y la tengamos abundante.

Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gmail.con

Volver arriba