La teología en Aragón,

por José Alegre Aragüés

El pasado día 20 de Octubre, pasadas las fiestas del Pilar y un mes después de haber comenzado las clases, tenía lugar en Zaragoza, la inauguración oficial del curso académico 2015-16 de los centros que imparten la enseñanza de la Teología con reconocimiento académico por su integración en la estructura de la Pontificia Universidad de Salamanca.
No son los únicos centros dedicados a la enseñanza de la Teología en Zaragoza, existen varios en la ciudad y algunos otros en el resto de Aragón, dependientes de las diócesis unos o de la iniciativa de asociaciones otros. Pero el CRETA (Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón), institución interdiocesana cuyo patronato ostentan los obispos de la Comunidad Autónoma y el Instituto de Teología Nuestra Señora del Pilar, orientado a la formación de los seglares, son los más representativos.
Coincidía este año la despedida, por jubilación, del profesor D. José María Andreu Celma, maestro de filósofos y gran especialista en la obra de Baltasar Gracián que impartió su última lección como discurso inaugural sobre “La oración como amistad con Dios”. Una entrañable y profunda comunicación sobre el trato con Dios que Teresa de Ávila y Juan de la Cruz hacen brotar de una experiencia personal en la que viven su sentido de misterio enlazado con las más profundas dimensiones de su sentir y anhelar natural.
Desde el lema que ha guiado su vida de investigador y profesor: “Lo que recibisteis de balde, dadlo de balde” (Mt 10,8), resume su labor en la enseñanza como la búsqueda de la verdad en el ejercicio de compartirla como siembra que germina y crece allí donde, acogida, va echando raiz y brotes nuevos. Pero al tratarse de la verdad de Dios no puede entenderse desligada de la experiencia confiada y viva, pues no es, simplemente, una verdad intelectual sino religiosa y sentida, mística, en palabras de Rahner.
El profesor Andreu, que ha combinado su investigación filosófica con la lectura profunda de Baltasar Gracián, ha dejado, en su obra escrita, varios libros de temática filosófica, siendo la Metafísica y la Ética sus especiales centros de interés. Persona muy querida, constante en su trabajo diario, incomprendido en las esferas oficiales, tiene una tribuna que, paradójicamente, recibe cada día su palabra profunda expresada con sencillez. Es la comunidad del colegio de sordos, de oídos cerrados pero de corazones abiertos, quienes le hacen sentir y superar la frustración del diálogo de sordos con sus interlocutores institucionales.
La inauguración oficial es la fecha en que se presenta uno de los números de la Revista Aragonesa de Teología, el 42 en este caso, que da cauce a la investigación y reflexión de los teólogos, intelectuales y científicos que aúnan sus esfuerzos y preocupaciones para extender y amplificar a toda la comunidad los interrogantes, inquietudes y respuestas que el pensamiento y la investigación científica debaten con la teología.
En este número son más los teólogos seglares que los clericales. Se estrenan dos autoras que inician su andadura por las sendas de una teología que les atrae y apasiona. Comparten su estreno con la profundidad y veteranía del profesor Ortiz-Osés que nos abre una ventana original sobre Jesús de Nazaret. Con el profesor Jesús Jaime Navarro que invita a poner al ser humano en la cumbre de una bioética cada vez más abierta. Armando Cester, desde la perspectiva que le da su paso por Caritas y la sensibilidad de su profesionalidad médica de urgencias insiste en la inseparable conjunción de acción social y credibilidad evangélica. Finalmente, un teólogo gitano, hace una propuesta innovadora sobre el posible origen semita de su pueblo y la necesaria atención cultural para su cuidado pastoral.
Las fechas suelen tener otra coincidencia, la celebración de las reuniones sinodales que, en esta ocasión atraen una atención mayor por el tema que las motiva. La situación de la familia, la confusión cultural sobre el matrimonio y el trato que los matrimonios creyentes, divorciados y vueltos a casar, sienten recibir de una Iglesia que les aparta de la comunión, tienen suficiente impacto social como para ser objeto del morbo mediático y generar expectativas que, a su vez, provocan grandes debates sobre la posible escisión entre comprensión dogmática y acogida pastoral.
En conjunto, puede decirse que la cultura teológica en Aragón ofrece ámbitos de enseñanza, debate y búsqueda que son signo del interés que la fe tiene por tratar de entenderse a sí misma en medio de un mundo que le interroga constantemente y de una Iglesia que, junto a grandes servicios y testimonios, ofrece muestras de cansancio, vejez y anquilosamiento. Los seglares son la gran oportunidad comunitaria, el relevo de un clericalismo excesivo y la renovación de un diálogo con la cultura de hoy que da muestras de cansancio y susto ante el vacío que deja Dios en su ausencia
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