¡Líbranos de otro dictador!
| Pablo Heras Alonso.
Escribo estas líneas en el último día de reflexión a que se ha “sometido” el personaje de actualidad que tiene en vilo a la sociedad española: Domingo 15 de junio de 2025. Estamos asistiendo a la agonía de una triste figura histórica que podría ser el epígono de una fábula de mal gobierno que hinca sus raíces en el siglo XIX. Es la confianza que tenemos en que a partir de ahora España entrará en el club de la gente honrada.
Hablemos de tal “FIGURA”. Su personalidad es digna de un análisis psicológico profundo, porque el desmadre a que ha sometido al devenir político se puede entender en términos psicológicos cuando no psiquiátricos. Es la persona la que quiebra, divide y despedaza el quehacer y el destino presente de toda una nación.
Destaca en él la compulsión por mandar. No ya gobernar, que no gobierna, simplemente manda, porque se siente superior para poder disponer de personas y situaciones. No tolera la disensión y, si puede, espera el momento para destrozar al adversario como sea, sin importar los medios y por encima de convenciones, o sea leyes, a las que todos nos sometemos.
Se ha dicho de él que no es capaz de diferenciar lo que está bien de lo que está mal. Es un rasgo típico de la personalidad egocentrista, cuyas notas definen bien a este personaje. Le caracteriza su falta de empatía para ponerse en el lugar de los demás y entender sus problemas. Quizá cierta gente se sienta impresionada por sus superficiales maneras de expresarse, pero sus soflamas, cuando uno tiene un mínimo sentido crítico, no convencen.
Asimismo, y se ha visto así en numerosas actuaciones públicas, “goza” de una autoestima exagerada, dando valor excesivo a sus “logros”, que no son suyos sino del buen hacer de la sociedad. En lo hondo de sí mismo no hace sino ocultar una profunda inseguridad.
Cuando preguntó por el lugar que ocuparía en la historia, no hacía sino manifestar un sentimiento de grandeza, buscando impresionar por su talento y habilidad para sortear dificultades, que le otorgan un prestigio en la resolución de problemas que sólo él puede lograr. Un rasgo de megalomanía.
Otro rasgo destacado en él es la capacidad de manipular cualquier situación, todo para satisfacer sus necesidades y mantenerse en el poder. Lo cual conlleva algo que todos han destacado, su ambición desmedida, que no tiene en cuenta la realidad o el reconocimiento social. Cree que todos los que lo critican no tienen en cuenta lo que él hace por ellos y que es digno de un mayor reconocimiento.
Todo ello conduce a un hecho que podríamos calificar de miserable y nefasto para el devenir político y administrativo, que no es otra cosa que hacer realidad su capacidad para hacer el mal, quizá porque no es capaz de distinguir lo que está mal de lo que está bien. Otros lo han definido como autócrata o político sin escrúpulos, autoritario, nacido para dictador si las circunstancias lo permitieran.
Desde hace ya tiempo ha caído en una situación en que manda pero no gobierna. Eso a él no le importa. Concuerdo con A. Caño, ex director de El País, que lo ha definido como “el insensato sin escrúpulos”, un personaje tóxico para la sociedad.
Si todo lo anterior no fuera ya suficiente, el hecho más nefasto de su herencia es la división que ha promovido y provocado en la sociedad española. Nunca se había visto tanta crispación. Antes se opinaba, se criticaba, se producían discusiones. Ahora en cambio hay verdaderas señales de odio en la sociedad. Ha resucitado un clima sólo conocido en determinados momentos de la II República.
¿Cuál es, entonces, la prospectiva de tal situación? No es otra que el final más o menos cercano de su interregno. Ha sido el peor presidente que la historia reciente de España ha generado, siendo difícil encontrar valores positivos que oculten un tanto los desastres evidentes de su actuación política. Desde Fernando VII no se recuerda otro igual.
A fecha de hoy, 15 de junio de 2025, estamos asistiendo al estertor de un modus canallesco de gobernar. Esto se acaba, el presidente está “gozando” de sus últimos días de poder, en una agonía desastrosa y miserable, cuyo fin pocos van a lamentar.
Son demasiadas cosas las que ha destrozado. El y todos los que le deben algo no han hecho otra cosa que tratar de sobrevivir. En la mente de todos están los detalles en los que no entramos: ataques y descalificaciones a periodistas, jueces y opositores; secuestro de las instituciones; sujeto a partidos que rompen la unidad y la solidaridad nacional; varios casos muy cercanos de corrupción; sus políticos y funcionarios más próximos encausados; incapacidad de sacar adelante proyectos; mentiras, desprecio y circunloquios ante las preguntas en el Congreso; huir y dejar solo al rey en Paiporta; miedo a aparecer en espacios públicos; mentir repetidamente desdiciéndose de opiniones anteriores… ¿Es esto un presidente de gobierno?
¿Y su partido político, el PSOE? No existe, se lo ha llevado por delante. Él se lo ha cargado. Es un partido destruido donde sólo descuellan sus voceros. No se percibe voluntad alguna de reconstruirlo; no hay inteligencias que destaquen; no hay proyectos; no se aprecia capacidad alguna de regeneración. Es un cascarón vacío, sin vida interior, entregado y domesticado, con el añadido del miedo de muchos a perder prebendas y sueldos. Y podemos decir lo mismo de la izquierda en general. La sociedad siente asco al hablar de “los políticos”.
Del consejo de ministros sólo surgen loros que repiten como tópicos las mismas consignas. Muchos de ellos no saben si al día siguiente tendrán que desmentir la mentira del día anterior. La categoría que secularmente adornaba a todo un ministro del Estado, ha caído por los suelos. Ya no se sabe ni a qué se dedican.
¿Qué le queda a la sociedad como consuelo y asidero? Sí, queda algo. En primer lugar y a pesar de los intentos, no han podido domesticar a todos los MEDIOS DE COMUNICACIÓN, especialmente los digitales. En segundo lugar y a pesar de andar con pies de plomo, la única que está cumpliendo con su deber, que se alza como proyecto renovador, es la JUSTICIA, con las instituciones de ella dependientes.
Cuando aparezca este artículo, quizá el “galgo de Paiporta” se encuentre disfrutando de las paradisiacas playas de Santo Domingo, haciendo cuentas de sus cuentas.