LOS PLURALISTAS: Anaxágoras

Ἐν παντὶ παντὸς μοῖρα ἔνεστι πλὴν νοῦ // En toda cosa hay una porción de cada cosa, excepto el Nous (Anaxágoras)=========================================================

Anaxágoras nació en Klazomene, puerto de la costa jónica hacia el 500 a.e.c. Asimiló la filosofía milesia, sobre todo la de Anaxímenes e introdujo en el Ática la periférica filosofía jónica. De joven, abandonó sus bienes y se trasladó a Atenas, donde permaneció 30 años como meteco dedicado al cultivo de la filosofía.

Según refiere Aristóteles, afirmó que el sentido de su vida era la contemplación de los cielos y el orden admirable de todo el cosmos. Defiende, pues, el ideal de una vida contemplativa, contrapuesta a la vida práctica, en especial la política, siendo con ello un precursor de la autarquía socrática.

Después de la etapa jónica e itálica, con él entra la filosofía en Atenas, donde florecerá con las grandes figuras. Entre sus discípulos estuvo el político Pericles, lo mismo que Tucídides, Arquelao, Diógenes de Apolonia y posiblemente Sócrates. Las ideas filosóficas de Anaxágoras entraron en colisión con las ideas religiosas de Atenas, al sostener que el sol era solo una piedra incandescente y la luna era también del mismo material que la tierra.

Por ello, fue acusado de ateísmo e impiedad por la asamblea y condenado a la cárcel, aunque por intervención de Pericles pudo exiliarse, retornando a Jonia (los motivos de fondo eran políticos, como en el caso posterior de Sócrates). Se estableció en Lámpsaco y allí enseñó hasta su muerte hacia el 428 a.e.c. Según Diógenes Laercio, se dejó morir de hambre y según Aristóteles llegó a ser venerado por sus conciudadanos.

De sus escritos nos quedan solo fragmentos, como en otros presocráticos, de una obra Sobre la Naturaleza. Recibe el influjo de los milesios pero, lo mismo que Empédocles tuvo que hacer frente al reto del Ser de Parménides, haciendo posible la pluralidad y el movimiento. Los constitutivos últimos de la realidad tienen los atributos del Ser de Parménides, la eternidad e inmutabilidad, pero los elementos no son solo las cuatro raíces de Empédocles, sino infinitas partículas diminutas, materiales e infinitamente divisibles (aporías de Zenón), a las que Anaxágoras denomina semillas (spérmata) y a las que Aristóteles más tarde dará el nombre de homeomerías: “Anaxágoras de Clazómenas, que es anterior a éste (Empédocles) por la edad y posterior por las obras, afirma que los principios son infinitos” (Metaf. I, 984).

Para Anaxágoras no existe ninguna generación ni corrupción en sentido absoluto, sino solo mezcla o unión (sygkrísis) y separación (apókrisis): “nada nace ni perece, antes bien cada cosa se compone de cosas ya existentes o se descompone en ellas y así deberían llamar más bien ‘reunirse’ al nacer y ‘separarse’ al perecer” (fr. 17).

Hay una infinidad de estas porciones y en cada cosa existen componentes de todas las demás semillas, cualitativamente diferentes. Parece que esa hipótesis surge de la reflexión sobre la alimentación (trophé). Si los variados alimentos que tomamos se convierten en elementos muy diferentes, como carne, huesos o pelo, ello se debe a que en todas las cosas hay porciones de las demás en distinta proporción, es decir, hay de todo en todo: “en efecto, ¿cómo se generaría pelo de lo que no es pelo y carne de lo que no es carne?”. Si cambian las proporciones, cambian las cosas, pero las partículas últimas permanecen siendo tan eternas e inmutables como el Ser de Parménides.

Las semillas estaban originariamente mezcladas de forma desordenada en una masa caótica e inmóvil. Para explicar el movimiento, Anaxágoras postula una fuerza cósmica externa a la que llama Noûs, una Mente, Inteligencia o Intelecto. Empédocles había postulado dos: el Amor y el Odio o Discordia.

Esta Mente tiene carácter material, no espiritual, pero es pura o sin mezcla y está formada por una materia muy sutil. Su función consiste en impulsar el cambio originario y en animar a los animales y plantas.

Anaxágoras retoma la tesis milesia del gran torbellino primigenio, que origina infinitos mundos, postulado por Anaximandro: “la Mente provocó la rotación del conjunto, de manera que comenzase a girar… La Mente, después de haber empezado a moverse, se separó de todo lo que había puesto en movimiento”.

La Cosmología de Anaxágoras afirma que los astros son cuerpos de piedra. El Sol es una roca incandescente y tiene luz propia, mientras que la luna es una piedra opaca que refleja la luz del sol. Estimó que el tamaño del sol era más grande que el Peloponeso. Su principal novedad en astronomía fue la correcta explicación de los eclipses de sol y de la luna, lo que significa un gran avance en el siglo V a.n.e.

La percepción no se explica por lo semejante que busca lo semejante, como suponía Empédocles, sino a partir de los contrarios, como en Heráclito: lo semejante se conoce por lo desemejante. Anaxágoras recupera el valor del conocimiento de los sentidos, frente al desprecio de Parménides.

Su gran innovación fue la introducción del Noûs, que defraudará a Sócrates en el platónico Fedón (97b8), quien buscaba una interpretación teleológica de la naturaleza. Influirá en el Demiurgo de Platón, Inteligencia ordenadora del cosmos, y conectará con el Dios de Aristóteles (Nóesis).

Aristóteles elogia a Anaxágoras por su idea de una Mente ordenadora del caos, pero le recrimina no haberle dado una importante función causal, en relación con la teleología o la causa final.

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