Reflexiones superficiales sobre Dios.
| Pablo Heras Alonso.
El concepto de Dios varía tanto como el contenido de las distintas religiones que pregonan su existencia. Conceptos primitivos toscos que erigen como dioses una piedra, un árbol o el sol, o más depurados como los dioses de las religiones hoy en boga.
A veces son religiones en que prima más la figura del fundador, v.g. Confucio, Lao-Tse, Buda, que el cúmulo de dioses que rigen los destinos de los hombres. Podríamos afirmar que también Jesucristo es del mismo carácter, pero los cristianos asimilan Jesucristo a Dios, erigiendo un Dios trinitario, con lo que el asunto se complica.
El concepto de Dios es enormemente vago y amplio, al que, secularmente, se le han adherido las mayores extravagancias muy lejos de cualquier concepto racional, atributos imposibles de comprobar. De ahí que cualquiera que piense deduzca que sólo hay un paso para decir que todo son invenciones.
Hay muchos detalles que hacen pensar en el origen humano de los dioses, creados por los motivos más diversos pero siempre interesados, dioses que se adscriben o asocian al pueblo que los engendra y que les asegura tierras, victorias e incluso felicidad individual.
Todos los dioses tienen como enemigos propios a los enemigos del pueblo que patrocinan. Los soldados que defienden a su pueblo invocan al dios que saben que les protege, aunque ese mismo dios también lo sea de los enemigos a quienes combaten. ¿Qué le puede decir esto a un creyente al que, por un instante, le llegue un rayo de racionalidad? Pues que un pueblo ha creado a dios a su imagen cuando ese dios odia al mismo enemigo que odia el pueblo.
Hay características de este dios de lo más extravagante. Todas las religiones afirman, de un modo u otro, que dios ha creado al hombre. Respuesta lógica: ¿y lo creó tan defectuoso? Lo queramos o no, ese hombre “creado” es un ser imperfecto, inacabado, con numerosos fallos, inconcluso podríamos decir; a ese dios se le mueren a poco de nacer muchos de sus engendrados; durante siglos dios ha dejado que grandes multitudes murieran por pestes “previstas” supuestamente por él. Y así muchas otras consideraciones.
Por otra parte, el hombre por dios creado se ha regido por instintos que han propiciado la más virulenta y persistente lucha por la subsistencia o el afán de poder, que ha generado multitud de asesinos, ladrones y dictadores. Claro que Dios conoce todo eso y sufrirán un juicio justo. Pero, ¿cómo pudo crear Dios seres que se entregan a conductas que el mismo ser que los creó luego castigará?
Y dicen los acólitos divinos que Dios creó al hombre dotado de libertad. ¿Entonces el hombre puede hacer lo que quiera, por ejemplo, lo que le dicten sus instintos? El miedo a la tortura eterna que reserva Dios a estos libertinos invalida tal potestad. Nueva paradoja, nueva contradicción que hace a ese dios tener las características de un psicópata… aunque los que creen en tal dios afirman que todo lo hacer por “amor” a los hombres.
Afirman las religiones que Dios creó el cielo y la tierra y que repobló ésta con la mayor variedad de plantas y animales. Y esto nos provoca una “crisis” de ironía. ¿Quería Dios solazarse con la lucha por la vida entre las especies? Al pergeñar en su eterna soledad lo que iba a ser la Naturaleza, es de suponer que pensaba gozar como nosotros al ver cómo la cebra escapa de las fauces de la leona en el Serengueti o quizá se alboroce cuando las hienas cercan y capturan a la gacela o contemple con fruición cómo el oso polar captura a la foca cuando se asoma por el respiradero… Y así todo lo que sucede en la naturaleza irracional. Nos enteramos de ese modo de un lado desconocido del psiquismo divino, el sadismo.
Millones de personas no dudan de que “ahí” está Dios, o sea, en todas partes, de que Dios creó el cielo y la tierra, que Dios rige nuestra existencia y que la respuesta del hombre ha de ser dar culto al Creador, con toda una panoplia de ritos que constituyen los fuegos artificiales de las religiones. Ante este panorama, podría parecer que los obnubilados son los increyentes, porque tal número de creyentes no puede estar sumido en el error y fundar su vida y conducta en quimeras. O que el hecho de la creencia es algo todavía no explicado suficientemente y hay que encontrar alguna explicación a este hecho, una explicación que convenza a quien pone en la picota a tanto pío.
Entre los creyentes no cabe la duda, lo tienen claro, pero frente al hecho inexplicado del creer (motivos psicológicos, localización cerebral posible o simplemente se acepta tal situación de credulidad sin más), otros tienen explicaciones más plausibles o convincentes. Primero, muchos hechos en otros tiempos inexplicables condujeron a crear dioses. Es decir, la creencia, el invento de dioses o de un Dios, como fruto de la ignorancia. Asimismo, otra explicación de por qué surgen Dios o los dioses se debe a la proyección humana de carencias o instancias psicológicas y sociales. Piensan que, dada la impunidad de conductas malévolas, tiene que haber un juez punitivo; más, en el mundo el bien es imperfecto, por eso el ser supremo es la suma perfección, y así las cinco vías de Santo Tomás y los argumentos de los Testigos de Jehová.
Dios es el nombre que se da a algo desconocido, inabarcable, lejano, etéreo… lo mismo que a seres “humanoides”, que aparecen y desaparecen, que producen temor a los hombres en lugares determinados se les da el nombre de fantasmas.
Asumir la existencia de ese Ser, lo que supone es la abdicación de la razón y de la capacidad de ejercer la razón crítica. Y llevado el asunto a las últimas consecuencias, supone la desaparición de la libertad del hombre y del ejercicio de la justicia.
¡Qué cantidad de tiempo pierden los creyentes pensando, adorando, alabando, siguiendo ritos de lo más variopinto! La vida del hombre es corta y no merece la pena dedicar tiempo a contemplar algo tan etéreo fruto de la imaginación o de las carencias humanas. Teniendo el hombre en su vida la posibilidad de gozar o embeberse con tantas cosas maravillosas, ¿por qué perder el tiempo adorando, alabando, a fin de cuentas soñando con fantasías espirituales de un Dios difícil de creer?