Religión helenística incrustada en el cristianismo.

La religión helenística fue la religión extendida por el área geográfica de influencia griega tras la muerte de Alejandro (362-331 a.n.e.)

Recibió el influjo del aristotelismo, del estoicismo, asimiló ciertos avances científicos y técnicos y derivó en un misticismo astral teñido de astrología, incorporando, además, elementos adivinatorios tomados de las religiones egipcia y mesopotámica.

Dentro de ese sincretismo que Pablo de Tarso maneja, es curioso cómo integra algo diametralmente opuesto al espíritu griego cual es el culto al rey originario de Oriente.


De los estoicos toma el concepto de alma ígnea, la existencia de lugares de castigo infernales, remedo de las cavernas platónicas, con ríos terroríficos y una escatología que prevé un lugar individual en el cielo.

Algo que también reflejan los relatos visionarios judíos (Testamentos de los Doce Patriarcas) o la compleja doctrina de Filón de Alejandría.

Asimismo incorpora algo muy caro al mundo mediterráneo de ese tiempo, la taumaturgia, con profusión de milagros, magos que prometen invisibilidad, don de lenguas, traslación en el espacio, etc. y ritos destinados a ello.


El mismo Jesús no podría entenderse sin referencia al milagro cotidiano.

Estas leves referencias, que cualquiera puede ampliar haciendo un excursus por la religión helenística, pretenden únicamente advertir de las concomitancias entre Evangelios, Cartas de Pablo de Tarso y corrientes filosófico-religiosas de la época, poniendo en evidencia la “poca” originalidad que existe en los escritos cristianos primeros.

Y, de paso, recabar del crédulo semiconvencido su opinión sobre el sentido que pueda tener el creer en tanta salvación de baratillo cuyos elementos son hoy tan ajenos al espíritu que en nuestros días busca recuperar lo que de más humano hay en la persona, en aras de conseguir una sociedad que realmente lo salve de sus miserias, la económica la primera, la cultural la segunda.

En palabras más crudas, la única salvación que busca el náufrago de las pateras cuando asciende por las escalerillas del puerto: refugio, calor, alimento, trabajo, vida, esperanza. ¡Señores del credo, empiecen de una vez a ser serios en el asunto de la salvación!
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