¿El aporte de científicos crédulos prestigia un credo?
--No entiendo.
--Pues llámalo "dios".

Se pueden rebatir fácilmente los tres asertos. Algo dicen los paréntesis, pero no vamos a parar mientes en ello. Lo que se pretende es quitar la máscara a cuantos, a fuer de novedosos, siguen argumentando por vía de excelencia.
El asunto estriba en que, para “demostrar” los tres anteriores asertos, el citado innominado teólogo periodista toma como base el archisobado argumento de autoridad, aportando una ristra “deslumbrante” de autores para quienes la religión es no sólo aceptable sino incluso necesaria:
John Eccles, premio Nobel;
Jean-Emile Charon, astrofísico y filósofo;
Einstein (¿?), el gran genio de la física del siglo XX al que citan por citar;
Carrel y Lecomte;
Heisenberg;
Whitrow;
Wilder Penfield, neurólogos;
Pascual Jordan y Bavink;
Maurice Pradines, psicólogos;
Teilhard de Chardin;
Max Planck;
Sir James Jeans, astrofísico;
Schrödinger, premio Nobel (comportamiento de los electrones, átomos y moléculas);
Paul Dirac y Luis de Broglie, premios Nobel;
Wolfgang Pauli;
Eddington y Fred Hoyle, astrofísicos;
Paul Davies, físico;
Whitehead, filósofo y matemático; Haldane, biólogo...
Seguro que tenía en sus archivos otros tantos más. Añadimos de nuestra cosecha otros cuatro más: Franklin, Coulomb, Lord Kelvin y H.Hertz.
Respuesta: ¿y qué? Los argumentos de autoridad pueden “impresionar”, pero un solo humano que piense, sea filósofo o pastor de ovejas, puede echar por tierra los argumentos pro religión, siempre endebles, de mentes encumbradas.
Los que en realidad son hombres, en el papel no son sino nombres. Cuando regresan a la realidad, muchos de ellos son “psiquismos menesterosos” o necesitados de auditorios nuevos. Pero, lo recalcamos, son eminencias en su campo específico del saber. En otros, especialmente en humanidades, filosofía, religión... son vulgares pedestres. Con el añadido de que, cuanto más grande es el personaje, ejemplo Einstein, de mejor grado reconoce los límites de su saber, la religión, uno de ellos.
Es sintomático que la mirada, la vuelta y el refugio en la religión provenga de científicos más relacionados con la física que, por ejemplo, con la psicología o la neurología.
En cambio todos los que más directamente han estudiado al hombre, rechazan los supuestos religiosos y, sobre todo, las organizaciones crédulas.
En cuestiones religiosas la opinión de los científicos de la materia debe tener poca relevancia. La frase de Einstein --las leyes de la naturaleza manifiestan la existencia de un espíritu enormemente superior a los hombres... frente al cual debemos sentirnos humildes-- no debe hacernos vacilar lo más mínimo a quienes llevamos muchos años relacionados con las creencias. Añádase que la mayor parte de las veces ese “espíritu” es un espíritu acomodado, menesteroso o desvalido ante sus propias observaciones: lo que se me escapa, lo espiritualizo.
Respecto al citado Einstein, algunos tienen la desfachatez de citarlo en defensa de la religión, cuando su pensamiento es bien claro para quien quiera leer.
No sería necesario decir que una persona como Einstein es grande porque aunó ciencia y conciencia. Las dos a la misma altura. Si grande fue para el mundo de la Física, el haber hecho de su autoridad trampolín para exigir una ética verdaderamente humana lo hace más grande todavía.
Su postura vital buscó la tierra en consonancia. No encontró ese país, pero lo intentó: ...sólo viviré en un país donde reinen la libertad política, la tolerancia y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. El sustrato que él buscaba ha de ser la aspiración del hombre: libertad, tolerancia, igualdad. Los medios para ello los tiene el hombre, no la religión.