¿Es monja o es enfermera?
La de "enfermera" podemos decir que es verdadera vocación, porque, reconozcámoslo, se necesita "vocación" para dedicarse a determinados trabajos y entre tanta desgracia acumulada mantener la energía y el espíritu sin sucumbir en el intento.
Pero consideremos el trabajo en un hospital de una monja-enfermera –-religiosa— versus lo que podría ser enfermera-monja –-empleada—.
El paciente puede ser un Cristo encarnado o una simple persona (a veces sólo es un mero paciente, un número de cama). Cuestión de enfoque: ser visto como "Cristo viviente" o como "Pascual Fernández". ¿Cuál es la diferencia real? Ninguna. ¿Qué añade un trabajo a otro? Nada. Sólo cambia la apreciación.
Si nos ponemos en el punto de vista del paciente, lo más probable es que le dé totalmente igual con tal de curarse, aunque bajo otro punto de vista, el del prurito de personalidad, quizá no aceptara de buen grado ser tratado como portaestandarte de un personalidad suplantadora, Cristo...
Es seguro que preferiría ser bien tratado, pero por él mismo, sin sufrir la “humillación” de ser suplantado por otro.
Realmente por esta vía, caminamos hacia el absurdo o hacia el esperpento.
Sin embargo les dicen, y así lo ponen en práctica para creerlo, que la monja-enfermera recibe un “plus” de gracia santificante. Para quien ve las cosas "de tejas abajo", una remuneración extra por una cuestión de perspectiva.
Porque Dios ¿cómo ve todo esto? ¿Sólo por la intención premia un trabajo y no el otro?
Pero sí asistimos a otro absurdo, el laboral o vocacional: hay monjas que llegan a afirmar que si no fuese por Dios, “esto” no lo haría.
¿Cuál es, en este caso, la situación de la monja-enfermera “obligada” a realizar ese trabajo para el cual no siente vocación? Porque en este caso asistimos a un nuevo absurdo, ekl de la santificación por la vía del repulsión.
Con tanto absurdo, el día a día conducirá a la insatisfacción vital, sin posible vuelta atrás redentora. Podrán ganar el cielo, pero amargarán la existencia de enfermos, médicos y demás enfermeras con sus buenas dosis de vinagre en el rostro.