La realidad, la doctrina, los relatos y los contrarrelatos.
| Pablo Heras Alonso.
El hombre vive en este mundo y “funciona” ateniéndose a lo que su percepción, su “sentido común”, su razón, su educación y las normas y reglas sociales le dictan. Esa es su realidad. Sin embargo también existen para él las segundas realidades, las creídas. Al menos en la práctica vive esas realidades como si fuesen otra entidad más: asiste a ceremonias y ritos, se relaciona con otros creyentes, se somete a ciertos preceptos religiosos, realiza actos compulsivos como la señal de la cruz al comenzar algo o salir de casa… Para muchos, esa es toda su creencia; para creyentes más ilustrados hay otra presencia vital que es la de su pensamiento.
La religión católica como realidad presente que viven los ciudadanos es clara, la vemos: presencia ubicua en la sociedad; edificios como monasterios, catedrales, palacios o templos de lo más variado; sonidos de campanas; ceremonias que inciden en la vida civil como procesiones, funerales, primeras comuniones, bodas.. .
Pero hay algo que “coloniza” todo ese entramado real, que subyace bajo él y que, para los que creen, da sentido. Comenzando por lo esencial, la existencia de un Dios trinitario; la historia de la salvación por obra del Hijo de Dios, Jesús, que se hizo hombre por reconciliarnos con Dios; su presencia en la Eucaristía por el milagro de la transustanciación; la Virgen Madre; la inmensa pléyade de personas buenas que han seguido el Evangelio; de aquellos cuya virtud ha sido reconocida y han sido propuestos como modelo de vida, los santos…
Y aquí está la pregunta de quienes puedan situarse en una postura intermedia cual es vivirlo pero a la vez pensarlo: ¿todo eso que se cree, que se enseña, que se predica y que se ha relatado a lo largo de los siglos responde a una realidad exactamente igual a la que vivimos en nuestro presente? ¿Todos esos personajes existieron como personas en un tiempo y un lugar?
Este presente se funda en relatos, unos escritos –la Biblia-- y otros orales –enseñanza religiosa, catequesis, homilías--. Es el corpus doctrinal que da sentido a esas realidades externas que vemos todos en el presente.
Pero enfrentados a esos relatos hay otros de procedencia similar, legados en escritos o informaciones diversas, que conocemos por boca de investigadores o simplemente de divulgadores que ponen encima de la mesa coincidencias de igualdad, comparaciones, precedentes, concordancias en el tiempo o en las formas… y que en definitiva echan por tierra cuanto sustenta al creyente.
¿Qué sacamos de unos u otros relatos? De los primeros, los relatos creyentes, sacamos la convicción de que tales personas viven tal realidad y además no “parece” que se sientan engañados. De los segundos deducimos sospechas, dudas, perplejidades respecto a un monumental engaño, dado que todo es, como decimos en el párrafo anterior, copia de precedentes o simplemente concordancia.
Tras este largo EXORDIO, llega el momento de la presentación del propósito primero, dónde se encuentra el engaño. Como resumen y tras aceptar cuanto los investigadores de lo sacro nos han legado, llegamos a una CONCLUSIÓN:
El cuento del "evangelio" de Jesús no es una representación verdadera de un "maestro" histórico que caminaba sobre la tierra hace 2.000 años. Es un mito construido sobre otros mitos u hombres erigidos en dioses, que invariablemente eran personificaciones del mito ubicuo del dios Sol.
Podrá parecer muy fuerte llegar a esta conclusión, a este epílogo, a este resultado, sobre todo porque el mito de Jesús está tan machaconamente presente y grabado en la conciencia individual y en el sustrato secular de nuestra sociedad que es tremendamente difícil raerlo o llegar al mismo convencimiento mental que tenemos sobre Zeus, Deméter, Apolo, Krisna, Isis… y toda la caterva de dioses que pueblan el panteón sagrado de tiempos periclitados.
Hacemos propia la afirmación del tercer presidente de los EE.UU. Thomas Jefferson (1743-1826), algo que necesariamente llegará a suceder tras el derrumbe de todo el tinglado que el cristianismo ha supuesto dentro de la cultura occidental. Quizá sea pronto todavía, porque el tiempo de las religiones se suele medir por milenios, pero ahí tenemos el ejemplo de la religión egipcia: ¿hay todavía adoradores del dios Ra o sufrientes con el dios Krishna?
“Día vendrá en que el engendramiento de Jesús por el Supremo Hacedor, como su Padre, en el vientre de una Virgen, será clasificado junto a la fábula de la generación de Minerva en el cerebro de Júpiter.”