La Cruzada de 1936

Es indudable que en la España nacional muchos de los combatientes, muchísimos, decían, y creían, que luchaban por Dios y por España. Estoy seguro que muchos de los combatientes del bando rojo creían que también peleaban por España. Aunque esa España que querían fuera muy distinta de la que pretendían sus contrarios. Pero ni uno solo de ellos pensaba que lo hacía por Dios.
Es más, odiaban a Dios. Su idea misma. Y todo lo que la representaba. Los obispos, los sacerdotes y las monjas eran asesinados. Los templos incendiados. El culto desapareció de la zona roja. Ser católico, sin más, bastaba para ser cadáver en una cuneta. Y no hablo de incidentes aislados que se producen en toda revolución. No. Fue un propósito deliberado y absoluto. Trece obispos, o doce y un administrador apostólico, siete mil sacerdotes y religiosos y casi trescientas monjas fueron asesinados. Hubo diócesis en las que no quedó un sacerdote. En Barbastro asesinaron al 83% del clero. Prácticamente a todos.
No existe una definición de Cruzada. En la Edad Media las convocaba el Papa. El bando nacional no tuvo esa convocatoria. Tal vez eso haga que técnicamente no lo fuera. Pero los humanos no sabríamos expresarnos sin las analogías. Y, analógicamente, se llamó Cruzada a la Reconquista. Y a la Guerra de 1936. Creo que con toda razón.
En toda guerra hay muchas miserias humanas. Y claro que las hubo en la de 1936 en el bando nacional. Y también en las Cruzadas medievales. Hubo asesinatos, que lamento y repruebo. Y digo asesinatos. No ejecuciones. Muchas de las cuales estuvieron más que justificadas porque recayeron en abyectos asesinos. Tambien hubo ejecuciones que fueron simples asesinatos revestidos vergonzosamente de una apariencia de justicia que era pura injusticia. No niego nada de ello.
Pero, aun así, muchísimos creyeron que participaban en una Cruzada. En la que combatían como católicos contra los que querían borrar de España la Religión. ¿Qué se mezclaron muchas otras cosas? Evidente. Y algunas malas. O muy malas. Esa es la condición humana. Pero yo pienso que, pese a todo, aquello fue, al menos analógicamente, una Cruzada.
Y eso no es una beatificación de Franco y de todo lo que ocurrió en la España nacional.