Se va Jesús López Sobrino de la programación religiosa de TVE.

Parecía más un Papá Noel, rechoncho y simpático, que un sacerdote. Y es evidente que mí me gusta que los curas parezcan curas. Que se les note.Pues, entre que Papá Noel me cae gordo, también en el otro sentido, y lo ya dicho sobre los sacerdotes aseglarados, al menos en el vestir, no me entusiasmaba especialmente.

Sin embargo he de reconocer que su programa, la misa dominical de la segunda cadena de TVE, lo llevaba muy bien. A él le correspondía la introducción, creo que hoy, en su despedida, es la primera vez que le veo celebrar, y la hacía muy bien. De gran cultura, sus explicaciones sobre el arte en las iglesias donde se celebraba la misa y del pueblo o la ciudad en que estaban situadas fueron siempre magníficas. Ojalá su sucesor tenga su nivel o, por lo menos, se acerque al mismo.

Siempre tuve el pálpito que era un sacerdote progresista pero es cierto que siempre se manifestó con prudencia al respecto. Con lo que puedo estar equivocado.

También me dio la impresión de que no se iba contento. Tiene 66 años recién cumplidos y el pretexto de la jubilación no cuela. Porque supongo que no es un empleado de TVE sino persona puesta en ese lugar por la Conferencia Episcopal. Y desde luego parece con condiciones físicas más que sobradas para poder seguir desempeñando algún tiempo ese encargo.

Creo que puede irse satisfecho por la labor realizada. Ha elevado su espacio a cotas dignísimas y no me duelen prendas reconocerlo. Y eso se logra a fuerza de trabajo y también de amor a la Iglesia.

Aun le quedan años de servicio activo. Supongo que se retirará a su diócesis de Burgos. No tengo ni idea de si a encargarse de una parroquia, importante o humilde, o a ocupar algún destino en la curia arzobispal. Que el Señor, que hoy se nos manifiesta en su Epifanía, le acompañe y le bendiga. Y si este cese le ha supuesto un berrinche que se lo endulce con su amor.

Creo que tiene condiciones sobradas para ser un buen sacerdote. Ojalá no las desperdicie. Porque si sic transit gloria mundi lo que no pasará nunca, hasta el día de su muerte, es su condición de sacerdote de Jesucristo. Seguramente habrá pasado de la gloria a la poquedad. Ya tratará con pocos obispos, saludará a pocos alcaldes, tal vez ya nadie volverá a hablar de él.

Pero cuando todos los días haga bajar a sus manos al mismo Dios, perdone los gravísimos pecados de un malvado arrepentido o los inexistentes de una viejuca buena y pesada que se acerque a su confesonario, administre los últimos sacramentos a alguien que se va, tranquilice su tránsito a la otra vida y consuele en la esperanza cristiana a su familia dolorida, acoja al pobre, transmita fielmente la palabra de Dios, reconcilie a las familias, aproxime a los alejados, haga sentir a todos la hermandad de los hijos de Dios, promueva la adoración y la oración, comprobará que Aquel que inició en él la obra buena, Él mismo la lleva a término.

Y así consumará sus días feliz en el servicio a Dios y a su Iglesia. Así sea.
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