Un arzobispo español, Félix del Blanco Prieto, que no Pietro, ha sido nombrado Limosnero de Su Santidad. Algo así como nada con sifón.
Era nuncio en Malta y Libia, con título de arzobispo, y ha sido trasladado con el mismo título a un arzobispado curial. De chicha y nabo. No es cargo cardenalicio y a sus setenta años bien podemos pensar que va a terminar sus días bastante aburridamente.
Inició su carrera eclesiástica como secretario del cardenal Casaroli personaje no poco enigmático. Tengo constancia cierta de la piedad y del amor a la Iglesia de quien fue importante secretario de Estado. Sin embargo fue la cabeza visible de aquella ostpolitik contemporizadora con el comunismo. Lo que ya no puedo asegurar es si él inducía o era inducido.
Se ha hablado mucho de la superinteligencia de la diplomacia vaticana. Pienso que se exagera no poco. O es que aquí nos mandan los desechos de tienta. La Iglesia estaba espantada ante la expansión del comunismo. Y tendió puentes. Alguno bastante indigno. ¿Mindszenty?
Ni se imaginó que ese gigante de pies de barro se derrumbaba. Ya era sólo tramoya y no supo darse cuenta. Pero, a lo que íbamos. El secretario de Casaroli a un puesto absolutamente secundario y sin la menor importancia. No puedo interpretar más. Sólo constatar hechos.