"El arte de engendrar conciencias"

Hace unos días he leído esta expresión que da pie para breves sugerencias tanto en el campo educativo como en la evangelización. En nuestra sociedad española va cayendo la fuerza de las instituciones políticas y eclesiales y las personas sufren el desamparo. Esta situación puede ser oportunidad para emprender un nuevo camino donde las personas sean sujetos activos y responsables de su propia historia en la construcción de una sociedad más humana y más justa.

1. La conciencia establece una relación del conocimiento con una realidad. Este conocimiento ejerce distintas funciones: indica lo que está el bien y lo que está el mal, lo que humaniza y lo que deshumaniza; manda lo que se debe aceptar y lo que se debe rechazar en cada caso; finalmente la conciencia juzga cuándo se ha hecho lo correcto y cuándo no; por eso da paz, o remuerde.

Según la fe cristiana, la conciencia es el sagrario donde cada uno se encuentra con Dios que “movido por el amor habla a los hombres como amigos”. Lógicamente nadie puede ir en contra de su conciencia que se va desarrollando como la vida del ser humano. Pero ¿estamos dando a la conciencia de cada persona el relieve que merece, o más bien la estamos colonizando, narcotizando y manipulando?

2. El campo de la educación es muy delicado en una sociedad donde se ha impuesto lo que José Saramago llama “ceguera blanca” o instalación en una superficialidad; las personas son llevadas y traídas por una serie de necesidades creadas desde fuera y sólo con interés economicista. Si bien la conciencia personal y colectiva últimamente ha reaccionado en esa indignación que pide un cambio, la mayoría sigue siendo masa pasiva que se nueve según le indican los medios de comunicación que naturalmente sirven a los que tienen el poder económico y pueden pagar. A la hora de "formar" las conciencias, hay que ver desde qué cristerios.

Aquí está el gran interrogante para nuestro sistema educativo. Hace años una carrera universitaria daba pisibilidad de acceder a un puesto de trabajo estable; pero las cosas han cambiado y los títulos universitarios no dan tal garantía. Por eso llega la hora de que nbos preguntemos: ¿no tendrá la educación como principal objetivo, ayudar a que las personas sean ellas mismas, juzguen y actúen responsablemente desde su propia conciencia? El verbo "engendrar" -hacer que nazca y crezca- me parece más adecuado que el verbo "formar" conciencias expresión "engendrar" que "formar" conciencias.

3. El interrogante debe ser planteado en el tema de la evangelización. Aunque el imaginario de mucha gente sobre la Iglesia como poder impositivo no cambia fácilmente, en la sociedad española ya no tiene vigencia “la situación de cristianandad”, en que de modo espontáneo todos recibíamos el bautismo, se pensaba que la religión católica era inseparable de la sociedad y la Iglesia garantizaba el orden político. Conscientes del cambio, hoy se habla no de imponer sino de proponer la fe cristiana teniendo en cuenta la situación de las personas y las culturas de los pueblos.

El Vaticano II reconoció que las personas pueden escuchar la voz en el sagrario de su conciencia y que las culturas ya están visitadas por el Espíritu antes de que la Iglesia llegue.De acuerdo con esa valoración positiva de la realidad, se acepta por primera vez “la ayuda que la Iglesia recibe del mundo”. No fue poco dar este paso.

Pero a la hora de transmitir el evangelio ¿estamos dando el suficiente realce al proceso de la conciencia personal y colectiva donde Dios habla “como un amigo” a todos los seres humanos? Corremos el peligro de seguir entendiendo la evangelización como adoctrinamiento desde arriba y desde fuera, olvidando que lo decisivo es ayudar desde el evangelio a que los seres humanos lleven una vida auténtica escuchando la voz de su conciencia que sólo es real dentro de un proceso histórico. Esto supone un cambio de mentalidad nada fácil, pero cada vez más necesario en una cultura plural donde las instituciones e imposiciones de cualquier ámbito están perdiendo autoridad.
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