Cómo dar sentido a la vida

Domingo 18º

 La multiplicación de los panes tiene todo un simbolismo que desarrolla con  profundidad catequética el cuarto evangelista . Es una catequesis que se inicia hoy y que  continuará en los próximos domingos.

             Los seres humanos tenemos hambre no solo de pan y alimentos. También buscamos  momentos de logros y de placer que den  sentido a nuestra existencia.  Por mucho dinero que tengamos, por muchos títulos y medallas que nos pongan, por mucha felicidad que logremos, no quedamos satisfechos; los momentos de felicidad acaban apenas llegan y el mayor bien logrado es pequeño.  Más aun, estamos viendo que,  si damos valor absoluto a estos logros, caemos en la idolatría y fomentamos el número de pobres hambrientos de lo más imprescindible, mientras el hambre de nuestro corazón no se apaga.

          La gente del pueblo judío, al ver la multiplicación de los panes, pensó que a base de milagros como ese, todo se arreglaría quedándonos embelesados  y  con los brazos cruzados esperanto la intervención prodigiosa venida del cielo.  Por eso quieren hacer rey a Jesús: “este es el Mesías que tenía que venir”.  Pero Jesús dice a sus discípulos ante una multitud hambrienta: “dadles vosotros de comer”; no esperéis soluciones milagrosas caídas del cielo. Y se aleja de quienes  le aclaman como el profeta esperado. No han entendido que el milagro se hace compartiendo todo lo que somos y tenemos con los demás. 

         Según el cuarto evangelista, Jesús en su forma de vivir y de morir siendo, desde su experiencia de Dios como “Abba”, totalmente para los demás, es el verdadero pan de vida. El camino a seguir  para saciar los anhelos  de la humanidad y para incluir en la mesa común a tantos excluidos. La única condición que pone es la fe. La confianza o apertura libre a esa propuesta. Jesús no formula un código de leyes.  Sencillamente practica un estilo de existencia humana. Como Evangelio viviente, abre y ofrece el camino a seguir:  abandonar la obsesión por darnos  la buena vida  sin pensar ni ayudar a los demás;  y  actuar seducidos  por  una vida buena que se va tejiendo  en la relación de amor  compasivo y  comprometido por construir una sociedad en que todos puedan respirar y caminar con la dignidad de personas.

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