NI AMOS NI PERROS









Desde Jesús ya no tiene sentido hablar de Pueblo de Dios, de Iglesia en un sentido limitado a la raza o nación; ya no hay perros ni amos, judíos ni griegos, siervos ni libres, hombres ni mujeres (cfr. Romanos 10,12 y Gálatas 3, 28).





01. JESÚS JUDÍO: LA ENCARNACIÓN SE ABRE A TODOS.
Es difícil encontrar en los cuatro evangelios una imagen de Jesús tan judía como la que nos ofrece Mateo en este relato que hemos escuchado.
Jesús se muestra judío. En alguna persona (pueblo) había de encarnarse la salvación: en Jesús, un judío del siglo I.
Al mismo tiempo, es difícil encontrar otro texto como éste en el que esa historia concreta se quiebra y cambia de rumbo. Mateo lo ha conseguido con una imagen de mujer sencilla, extranjera: cananea pero pobre, enferma y creyente.
Mateo escribe a cristianos de origen judío y le ofrece esta (y otras) catequesis de modo que pasen del particularismo étnico, incluso racial, al universalismo.
Esta mujer extranjera y pagana, no es miembro del Pueblo de Dios, pero encarna el ideal de lo que debe ser un miembro del Pueblo de Dios.

Dos breves -pero importantes- conclusiones:




a. La simplicidad (con matices fanáticos) con que se utilizan algunos términos tales como Pueblo de Dios e Iglesia, porque ni están todos los que son ni son todos los que están. Ni todos los creyentes (como la mujer siro fenicia) están en la Iglesia, ni todos los que están en la Iglesia son creyentes. Pasaba ayer y pasa hoy.
b. San Pablo fue quien, años después, daría forma teológica a estas cosas y formuló una antropología y eclesiología racista: Ya no hay judío ni griego, pues toda diferencia entre judío y no judío ha quedado superada, (Rom 10, 12). "Todos vosotros, los que creéis en Cristo Jesús, sois hijos de Dios... Ya no hay distinción entre judío y no judío, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer. Todos sois uno en Cristo Jesús”, (Gál 26, 28).
El cristiano, es universal por esencia. Bonhoeffer clamaba y rompió con la iglesia oficial del Reich porque no se puede (no se debe) preguntar si uno es judío (español, vasco o de tal partido) al entrar en la Iglesia.
¿Somos católicos en serio: es decir, universales?

02. LOS PERROS Y LOS AMOS
Los perros son los no judíos. Pero entonces -y hoy- esta expresión funciona como insulto.
Vivimos tiempos de grandes migraciones, de pateras, de refugiados, etc… Son la mujer cananea: extranjeros y pobres.
Incluso la misma mujer cananea da por válido el presupuesto cuando le dice a Jesús: También los perros se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.
En tiempos no lejanos hemos conocido insultar a personas con expresiones como “maquetos, coreanos, manchurrianos”, hoy también los despreciamos y decimos de ellos: “sudacas, moros, etc.”
La escena del evangelio de hoy se desarrolla, dentro de las más puras coordenadas de la religiosidad étnica. Pero Jesús va a dar una superación de lo racial, de lo étnico.
¿Quiénes son los perros y quiénes los amos? Más aún: ¿tiene sentido seguir hablando de perros y de amos desde el cristianismo?

Jesús no desprecia a nadie, no se impone por la fuerza de la ley, de la tradición.

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03. MUJER, QUÉ GRANDE ES TU FE.
Esta afirmación rompe los esquemas religiosos hasta ahora vigentes en el Pueblo de Dios.
Desde Jesús ya no tiene sentido hablar de Pueblo de Dios, de Iglesia en un sentido limitado a la raza o nación; ya no hay perros ni amos, judíos ni griegos, siervos ni libres, hombres ni mujeres (cfr. Romanos 10,12 y Gálatas 3, 28).
Nacionalidad, condición social y sexo quedan eliminados como factores determinantes de pertenencia al Pueblo de Dios.
Que una mujer sea protagonista de este relato es un hecho significativo. Si alguien no tenía voz en el interior del Pueblo de Dios, eran precisamente las mujeres. Eligiendo a una mujer primero, extranjera después, y cananea por último, Mateo acaba con todos los esquemas religiosos hasta entonces vigentes.
Desde Jesús lo que determina la pertenencia al Pueblo de Dios es la fe en Jesús, la adhesión a su persona. No olvidamos nunca que, en el contexto de Mateo, esta fe significa la relativización de la Ley y de la Tradición, importantes y necesarias, pero nunca prioritarias ni con valor de absolutos.
















04. TEN COMPASIÓN DE MÍ.
Aquella mujer cananea es como los que pasan en pateras: pobre gente, sin papeles, necesitan compasión. Los amos, Europa, ni les acogemos; les pedimos mil papeles, les hacemos la vida imposible.
Tengamos compasión, misericordia. Es lo más cristiano, quizás lo único cristiano que pueda tener la Iglesia: compasión.

Jesús cura, perdona, sana, alivia, acompaña a todo el mundo sea de la nación que sea, sin hacer acepción de personas, (Rom 2,11). A Jesús le da lo mismo da que seamos leprosos, endemoniados, medio locos, paralíticos, hombres o mujeres, samaritanos y samaritanas, centurión romano, cananeos, cobradores de impuestos, o que estemos muertos moral o físicamente. Jesús cura, salva.
Parece que las naciones y las Iglesias tienen fronteras, pero la salvación de Jesús no tiene límites.
Salid a los cruces de los caminos e invitad a todos los que encontréis, buenos y malos. (Mt 22).
Como la hija de aquella mujer pagana y atea, confiemos en el Señor, sintámonos compadecidos
Y EN ESE MOMENTO QUEDAREMOS CURADOS.


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