Aunque todos te hayan olvidado y marginado, Jesús se acuerda de ti.
- Cristo es rey perdonando.
Hemos de conservar y respetar la Escritura, pero la expresión “rey” que usamos nosotros ya no significa nada de quién es JesuCristo e, incluso, puede despertar sentimientos y actitudes muy contrarias al Evangelio de JesuCristo. Ya desde Pilato: mi Reino no es como los de este mundo, (Jn 18,36).
Jesús vive -muere- en la cruz en solidaridad con el ser y el mal humano, muere entre dos malhechores.
Ya en su bautismo en el río Jordán, el que no era ni tenía pecado cargó con los pecados de la humanidad. Ahora en la cruz muere como un malhechor en medio del pecado del mundo.
Los dos malhechores somos nosotros. Jesús es solidario siempre con nosotros, con los seres humanos, precisamente en cuanto malhechores.
Las últimas palabras de Jesús humano en la cruz son de perdón:
Padre perdónales porque no saben lo que hacen.
Hoy estarás conmigo en el Paraíso
Cristo y Dios Padre, perdonan siempre. Nuestro Dios perdona siempre y a todos. El perdón y el amor, que a veces es una forma de perdón constituyen la identidad cristiana.
Dios Padre se nos muestra en Jesús como pura bondad. Dios es amor y de Dios sólo sale amor, ternura y salvación. Dios nunca asume el papel de juez, siempre actúa como el Padre del hijo pródigo.
Es sublime que lo último que hace Jesús por la humanidad es perdonar: Perdónales por no saben lo que hacen. Hoy estarás conmigo en el paraíso.
Jesús es el rostro de misericordia, el sacramento de la bondad de Dios, no de sus amenazas e iras. Ni Jesús, ni el Padre son unos fundamentalistas fanáticos agresivos, violentos y con sed de venganza. Jesús es Mesías y rey, pero nunca fue un fanático religioso – político. Jesús es Mesías de la misericordia de Dios.
Jesús ha venido para hacernos saber y gozar de la bondad y misericordia de Dios:
El perdón es clave para comprender el reinado y la salvación que Jesús ofrece. Jesús ejerce su reinado desde la cruz y perdonando. Nos abre las puertas del Reino: Hoy estarás conmigo en el Paraíso.
- Hoy estarás conmigo en el paraíso
En el calvario, en la cruz, Jesús tiene el último encuentro con un hombre y este pecador.
El buen ladrón ora la que, tal vez, sea la oración más honda de la historia y puede ser también nuestra oración: acuérdate de mí cuando estés en tu Reino.
Aunque nadie se acuerde de uno en la vida: fracasos familiares, marginaciones sociales y eclesiásticas, desprecios, aunque nos veamos completamente relegados y olvidados, JesuCristo se acuerda siempre de nosotros.
En pleno fracaso humano de la cruz, la crucifixión de unos ajusticiados, ladrones, marginados, en medio de las maldiciones de un de los ajusticiados, etc. resuenan con vitalidad redentora estas palabras entre el buen ladrón y Jesús[1], Jesús: Acuérdate de mí cuando estés en tu Reino…
- el paraíso.
Es la única vez que aparece la palabra “Paraíso” en los evangelios. Es una alusión al origen de la vida, al Génesis. Estamos llamados a la Vida. La cruz de Cristo es para nosotros una vuelta al Paraíso del que fuimos expulsados (Adán). Hoy estaremos con él en el Paraíso. El árbol de la muerte del Paraíso del Génesis (Eva), queda suplantado por el árbol de la cruz, de la vida.
El ladrón no tenía buenas obras que presentar, tenía las manos vacías, no tenía nada, pero confía en Jesús. Posiblemente nosotros también moriremos con las manos vacías. Confiemos en Xto.
El Paraíso no es un lugar fabuloso, una tierra de “eternas vacaciones”. El Paraíso es el abrazo de Dios
- El buen ladrón somos nosotros.
El buen ladrón nos recuerda nuestra condición humana ante Dios. Somos hijos de Dios y Él siente compasión por nosotros.
No hay persona humana, por mal que haya vivido, a la que solo le quede la desesperación y no tenga la gracia, la amistad de Dios
Ante el Dios de Jesús todos somos el “buen ladrón”, el “hijo pródigo”, el “publicano” de la parábola, la “mujer adúltera”…
Donde está JesuCristo hay misericordia y felicidad.
Hoy[2].
Hace algunos domingos veíamos la presencia de la salvación de JesuCristo: el hoy de la salvación en el Evangelio de S Lucas. Ahora, en la muerte de Jesús, estamos redimidos, salvados. La vida, la salvación, el paraíso no son algo que hayamos de conquistar con nuestro esfuerzo. Jesús y Dios Padre bondadosamente nos han abierto ya las puertas de la vida. Hoy ha entrado la salvación a esta casa (Zaqueo), hoy estarás conmigo en el Paraíso.
- Conclusión de San Pablo
Termino la homilía de hoy evocando un texto de san Pablo que recoge lo vivido en el evangelio de hoy
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
El que no perdonó a su propio Hijo, antes bien lo entregó a la muerte por todos nosotros…
… ¿Quién acusará a los elegidos de Dios, si Dios es el que salva? ¿Quién será el que nos condene, si Cristo Jesús ha muerto, más aún, ha resucitado y está a la derecha de Dios intercediendo por nosotros?
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? ...
Dios, que nos ama, hará que salgamos victoriosos de todas estas pruebas. Y estoy seguro de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni otras fuerzas sobrenaturales, ni lo presente, ni lo futuro, ni poderes de cualquier clase, ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro. (Romanos, 8, 31-39).
[1] El buen ladrón es el único en todo el evangelio de Lucas que llama Jesús a Jesús.
[2] Tengamos en cuenta que el “hoy” lucano es muy significativo: hoy os ha nacido el salvador Lc 2,11, hoy se cumple esta Palabra, Lc 4,21; hoy (Zaqueo) ha entrado la salvación a esta casa. Lc 19,5.9.