Dios único, pero no solitario: como un matrimonio
Un Dios solitario sería un mal estado de cosas. Dios necesita compartir, interactuar, amar. Eso puede hacerlo más perfectamente entre iguales.
La Trinidad no es comparable con nada ni con nadie. Pero entre las muchas analogías, débiles y pobres comparaciones que dan una idea pequeña de lo que puede ser el Misterio Trinitario, los antiguos autores cristianos de tradición griega, utilizaban la imagen de la Familia: padre, madre e hijo. Es una buena imagen que merece la pena profundizarse.
El Dios cristiano es único, pero no solitario, precisamente porque es un Misterio de Amor. “Un Dios solitario sería un mal estado de cosas. Dios necesita compartir, interactuar, amar y puede hacerlo más perfectamente con iguales” (R. Swinburne). Para hacerse una idea de lo que puede ser una unidad de varias personas que son una única realidad, recordemos esta palabra de Jesús referida a la unión del varón y de la mujer: serán dos en una sola carne. Dos en una sola carne. Eso es el misterio trinitario: tres en una única naturaleza. Pero hay más, porque el matrimonio, si se queda en el dos, puede convertirse en un amor egoísta. De ahí la importancia de abrirse al tercero, al hijo. Entonces el dos en una sola carne se convierte en tres es una sola familia. Pues bien, eso que en nuestra experiencia humana nunca se logra del todo, porque siempre hay algo que separa a los dos en una sola carne, o a los tres en una sola familia, en Dios se realiza en una unidad sin fisuras, en una perfecta unión de voluntades, en una comunión plena, en una reciprocidad en la que todo se comparte.
Pero hay más: el que Dios sea comunión en relaciones de Amor, y eso es lo que define su ser Dios, es lo que hace que su amor sea un amor que se abre más allá de sí mismo. El “ser” de Dios, explica su apertura a los seres humanos, su darse a conocer en el Hijo y su entrega a todos y cada uno en el Espíritu. El “ser” de Dios es la condición y posibilidad de su relación de amor con todos y cada uno de los seres humanos. Porque el Amor auténtico no es un amor encerrado en sí mismo, sino abierto a lo universal. Ocurre lo mismo en el matrimonio: cuanto mayor sea la unidad del dos en una sola carne, resultado del amor, tanto más se abrirá este matrimonio a la acogida de los pobres y necesitados, y a la hospitalidad de los que llaman a la puerta de su casa. El amor intra divino y el extra divino, y en su estela el amor intra matrimonial y el extra matrimonial, son directamente proporcionales.