Pablo D'Ors presenta 'Palabra y Vida 2017' (Claretianas) en San Antón Robó el 'Peregrino ruso' y se hizo cura
(José M. Vidal).- Tenía 19 años, cuando Pablo D'Ors (Madrid, 1963) sintió la llamada de Dios y se fue a consultar a un cura. Nada más terminar de contárselo, el sacerdote tuvo que salir a llevar el viático a un feligrés y le dejó sólo en el despacho. El chaval se puso a inspeccionar la biblioteca y se encontró con el libro de 'El peregrino ruso'. Lo comenzó a leer y le llegó tan hondo que se lo guardó en un bolsillo y se lo llevó. Ha cumplido 25 años de sacerdocio y el librito sigue acompañando a este buscador que se ha tornado caminante y amigo del desierto.
'El peregrino ruso' es un libro de espiritualidad ortodoxa, de autor desconocido, escrito entre 1853 y 1861, una de las obras más populares de la Iglesia ortodoxa y la obra de cabecera del sacerdote y escritor, Pablo D'Ors. "Robé el libro y salí furtivamente de la parroquia, porque lo que allí se decía me atravesó el alma", reconoce el cura. Y lo sigue conservando en su poder como "un préstamo perpetuo".
La obra lo acompaña desde entonces, le ha visto convertirse en un escritor de prestigio (con decenas de novelas y libros publicados) y sigue conservando un lugar especial en su vida. "Si tuviera que elegir un solo libro, elegiría 'El peregrino ruso', que me hizo entender mi vida como camino y pasar de vagabundo a peregrino".
Ayer, en la iglesia madrileña de San Antón, D'Ors presentaba la última de sus obras. Se titula 'Palabra y vida 2017. El Evangelio comentado cada día' (Publicaciones Claretianas). Un libro sencillo, pero denso, que le costó mucho escribir al escritor. "Hacer 15, 20 o 50 comentarios, vale. Pero, cuando llevas 150, y te quedan varios cientos para completar los 365 días del año, no es nada fácil".
Lo consiguió, según confesó, desde el silencio interior, que es uno de los leitmotiv de su vida. "Las palabras cambian el mundo y el silencio nos cambia a nosotros". Porque eso es lo que intenta el cura-escritor en todas sus obras: Cambiar su vida y la de sus lectores. Es decir, sigue desarrollando en su propia obra literaria, los frutos del 'Peregrino ruso': cambiar el corazón, admirar la belleza del mundo y de las personas, y entender la Palabra de Dios.
Este "tesoro" es lo que quiso plasmar en su Evangelio comentado. Con un objetivo: Conseguir que la Palabra de Dios transforme la vida de la gente a través de una "lectura personal y mística". Y explicó esta forma de lectura, aplicándola a dos pasajes del Evangelio: el bautismo de Jesús y el paso de Jesús por la sinagoga de Nazaret.
Leído así, el Evangelio se convierte en una "buena noticia". Porque el sacerdote "es el encargado de dar buenas noticias, que, a pesar de que nos bombardean con las malas, la verdad es que las buenas son mucho más numerosas y significativas".
Porque, a su juicio y en contra de lo que nos enseñaron, "el cristianismo no consiste en el seguimiento de Jesús, porque eso sería algo externo; se trata de realizar el modelo de Jesús en la propia vida".

Una iglesia llena, que bebe sus palabras
De pié, micrófono en ristre, Pablo D'Ors desgrana sus afirmaciones, con calma y un tono que invita al recogimiento y a la paz. La gente, que llena la iglesia del Padre Ángel, le escucha con arrobo y bebe sus palabras. Hay sed de Dios en el ambiente y, cuando alguien es capaz de hablar de Cristo con sencillez, naturalidad y profundidad, engancha al auditorio.
"La mejor forma de ser fiel a Dios es ser uno mismo", termina el sacerdote y se dispone a contestar las preguntas de los asistentes. Una señora se levanta y le pregunta cuáles son sus pasajes preferidos del Evangelio. "El de los discípulos de Emaús", contesta el cura. Quizás porque ejemplifica plásticamente a la generación actual.
"Somos una generación de huérfanos espirituales. Arrinconamos nuestro pasado como casposo y nos quedamos sin memoria, en el aire. Y el Evangelio, que es nuestra tradición, es un tesoro de sabiduría arquetípica. Cristo es patrimonio universal de la Humanidad. Es un faro. Privarse de esa luz es una estupidez. Hay que beber y bañarse en esa luz", explicó.
Y, una vez más, volvió a insistir en la clave del silencio. "Hemos presentado el cristianismo en clave de Palabra. Pero la Palabra, sino nace del silencio, es palabrería. El cristianismo del siglo XXI tiene que ser reformulado desde la clave del silencio. La Palabra es una mediación. El silencio es la forma de acceso inmediato al Misterio. La palabra genera afinidad intelectual y sentimental. El silencio genera comunión espiritual".

Respondiendo a otra pregunta, Pablo D'Ors confesó que Carlos de Foucauld es su santo preferido. "Lo descubrí con 20 años y me enamoré (con mariposas) de él y de su rostro. Un rostro repujado por su experiencia espiritual. Yo quiero morir con un rostro así".
Las preguntas se sucedían y el presentador y moderador del acto, Fernando Prado, director de Publicaciones Claretianas tuvo que ponerle fin, no sin antes informar que el libro (del que ya se ha agotado la primera edición con más de 70.000 ejemplares vendidos) se puede descargar gratuitamente en Internet. De hecho, ya se han realizado más de 150.000 descargas en los dispositivos móviles en la app 'Palabra y Vida 2017'.
Pablo D'Ors y Fernando Prado estuvieron acompañados en la presentación por el Padre Ángel, que alabó al autor y a su obra. "Es una gozada escuchar a los que, como Pablo, nos hablan de un Jesús tan divino y tan humano", dijo el fundador de Mensajeros de la Paz.
Además, aprovechó la ocasión para denunciar la actual situación de los refugiados. "Nos duele el frío de los refugiados. Basta ya de gente que tirita y muere de frío". Un SOS al que se sumaron todos los presentes, convencidos de que esos "peregrinos", que huyen de la guerra y están retenidos en campos de fortuna griegos y serbios, son realmente nuestros hermanos.