Presenta su libro 'Vivir a corazón abierto. Memorias de un sembrador' Padre Uña: "No hay situación capaz de arruinar lo mejor de nuestro espíritu"

Fr. Manuel Uña Fernández, O.P.
Fr. Manuel Uña Fernández, O.P.

El 6 de abril de 2022, los amigos de los frailes dominicos del convento de San Juan de Letrán, en La Habana, Cuba, se dieron cita para acompañar a Fr. Manuel Uña Fernández en la presentación de su libro: 'Vivir a corazón abierto. Memorias de un sembrador'

Fr. Manuel, con sus casi 87 años y 63 de sacerdote dominico, expresó sus sentimientos de gratitud ante un nutrido auditorio. Es el reconocimiento de un pueblo que encuentra un momento propicio para expresarlo y hacerlo público

En un momento histórico donde las noticias estremecen y los rostros sufridos de nuestros vecinos nos encogen el corazón, necesitamos estas otras buenas nuevas, que entren como aire fresco en el alma y pongan en pie la esperanza

Yarelis Rico, editora de la Revista Palabra Nueva y conductora de la actividad, definió al autor del libro como "sembrador fiel y discreto que ha sembrado en todas las orillas"

Con las palabras de Fr. Manuel les dejamos, ellas transmiten el contenido del encuentro y su espíritu

(La Habana, Cuba).- El día 6 de abril de 2022, como un preludio de la Pascua, los amigos de los frailes dominicos del convento de San Juan de Letrán, en La Habana, Cuba, se dieron cita para acompañar a Fr. Manuel Uña Fernández en la presentación de su libro: “Vivir a corazón abierto. Memorias de un sembrador”.

Se trata de una obra sencilla, publicada con mucho cariño por la Editorial Doce Calles en diciembre del año pasado. Acercándonos a ella tenemos aquella sensación descrita por Irene Vallejo cuando nos dice: “El tiempo de cada lector se alarga por la confluencia entre la realidad tangible y el pasado reconstruido. La máquina del tiempo existe: son los libros”. Al hojear estas páginas podemos ir a varios lugares distantes y existir en tiempos diversos, porque las une una constante: la consciencia del don recibido y el intento de responder a cada llamada, de lo Alto y de la vida, con cierto atrevimiento confiado.

Padre Uña
Padre Uña

Fr. Manuel, con sus casi 87 años y 63 de sacerdote dominico, expresó sus sentimientos de gratitud ante un nutrido auditorio que no dudó en mostrarle su afecto con un aplauso prolongado. “Era que tenían deseos de aplaudir”, nos dijo él; “es el reconocimiento de un pueblo que encuentra un momento propicio para expresarlo y hacerlo público”, decimos nosotros sin temor a equivocarnos.

En un momento histórico donde los titulares de las noticias estremecen y los rostros sufridos de nuestros vecinos nos encogen el corazón, necesitamos estas otras buenas nuevas, que entren como aire fresco en el alma y pongan en pie la esperanza.

Yarelis Rico, editora de la Revista Palabra Nueva y conductora de la actividad, definió al autor del libro como sembrador fiel y discreto que ha sembrado en todas las orillas, incluso en el mar que, aparentemente, puede separarlas. Así ha sido y así será, hasta que Dios quiera.

Con las palabras de Fr. Manuel les dejamos, ellas transmiten el contenido del encuentro y su espíritu:

Hoy es un día en el que me siento desbordado por un particular sentimiento de gratitud. Vosotros, los de la primera hora y los de la hora que nunca pasa, porque es presente que contiene pasado y futuro; los que habéis venido de cerca y de lejos; los de la Diputación de Zamora y los de esta ‘otra Zamora’; mis queridos hermanos de la Orden; profesores y alumnos del Centro Fr. Bartolomé de las Casas; amigos todos, vosotros sois los protagonistas de este encuentro.

Presentación libro
Presentación libro

“Vivir a corazón abierto, memorias de un sembrador”, naciócomo fruto de un tiempo sin aparente fruto: el confinamiento provocado por la pandemia de la Covid-19, en la primavera del año 2020.

Esto viene a recordarnos que no hay situación capaz de arruinar lo mejor de nuestro espíritu. Como diría José Martí: “Pongamos alas al corazón, no anclas”. Y si de “anclas” se trata, solo tomaremos el ancla de la esperanza que potencia lo mejor de lo humano.

Así lo muestra esta casa de San Juan de Letrán, donde se despertó desde muy temprano el sueño de integrar, tender puentes y unir mundos. Fue así cómo, en continuidad con la línea de acción de la Orden, nacieron en los años 90 el Aula y el Centro Fr. Bartolomé de las Casas.

La gratitud es la memoria del corazón, y en mi corazón, anciano pero no envejecido, palpita el recuerdo de las personas a quienes in memoriam dedico el presente libro:

1. Los primeros, dos dominicos compañeros de estudios en Granada en la década de los 50: Fr. José Manuel Fernández (Padre Pepe) y Fr. Domingo Romero. Ambos fueron testigos creíbles, pobres pero ricos en el amor a la Orden y al pueblo cubano. En los años 80, sus vidas sencillas despertaron en mí la llamada a venir a Cuba y convertirme, como Fr. Bartolomé de las Casas, en fraile de las dos orillas.

Presntación libro
Presntación libro

2. Mons. Carlos Manuel de Céspedes, sacerdote amigo que tan bien supo conciliar el amor a la Iglesia con el amor a sus raíces. Con él pude compartir el sueño y la tarea de ser sembrador.

3. El Dr. Eusebio Leal Spengler, insigne historiador de esta ciudad y orador brillante, quien me distinguió con su amistad y a quien pude acompañar hasta el momento de su paso hacia la otra vida; fue desde sus inicios colaborador entrañable del Aula y del Centro.

Agradezco la gestión de su hijo, Javier Leal, quien unido a la Conferencia Episcopal Cubana y al loable esfuerzo de Manolo Fuentevilla, han hecho posible que los libros, financiados por la Diputación de Zamora e impresos en Madrid, llegaran hasta nosotros.

No puedo silenciar los nombres de las personas que en esta bendita tierra han estado a nuestro lado, sin su aporte nuestros proyectos fueran quimeras y no realidades: Nelson la Serna, mi amigo fiel desde la primera hora; Nancy Sotelo, colaboradora entregada y siempre servicial; el matrimonio formado por Rosita Granda Vincént y Fernando Acosta.

Muchos nombres más quedan inscritos en los cimientos de esta obra de San Juan de Letrán, que, en palabras del Padre Antonio Rodríguez, a quien dicho sea de paso, debemos su orientación de recuperar valores, podemos definir como la “Casa Cuba”, donde se dan la mano los valores más genuinos de nuestra cubanía.

No hay gozo como “honrar”, por esta razón hoy me es grato reconocer la presencia de: el Sr. Cardenal Mons. Juan de la Caridad García; el Sr. Nuncio de su Santidad en Cuba Mons. Giampero Gloder. El Ilmo. Sr. José Requejo, Presidente de la Diputación de Zamora. El Ilmo. Sr. Juan Andrés Blanco, principal impulsor del estudio y difusión de la emigración de Castilla y León; Dr. Eduardo Torres Cuevas, miembro del Consejo de Estado, Director de la Oficina del Programa Martiano y Presidente de la Academia de Historia de Cuba, quien desde la primera hora empatizó con el clima de Letrán, ofreciendo su colaboración incondicional, su vasto saber y su genuino anhelo porque en nuestra sociedad prevalezca lo mejor de lo humano. Sra. María Antonia Rabanillo, Presidenta de la Agrupación de Sociedades de Castilla y León (ASCyL) en Cuba; Lic. Yarelis Rico Hernández, Editora de la Revista Palabra Nueva y magnífica presentadora en esta actividad; Soliet Lorenzo y María Antonia Diéguez, quienes han preparado con tanto tesón y cariño los detalles del presente día.

Presentación libro
Presentación libro

No puedo dejar de mencionar a Sor Indira González Shoda, religiosa Sierva de María, por su inspiración en este proyecto y por ser colaboradora incondicional. A D. José Andrés Antón Canto, mi primo querido, quien compartió con nosotros este sueño y lo dinamizó, poniendo en juego su tesón, buen hacer y cariño, junto a D. Ignacio Rodríguez García, editor de la editorial madrileña Doce Calles. Mis sobrinos Rosa y Manolo, siempre dispuestos para aportar su granito de arena, no solo en el diseño de la pintura de la contraportada, sino en las gestiones pertinentes para que, el sueño que hizo nacer el libro, se concretizara. Todos los aquí presentes y los que en la distancia se encuentran con nosotros, son merecedores y motivo de esta acción de gracias.

“A corazón abierto” es el título del presente libro, pero es mucho más. Quizás es la actitud con la que el Señor me ha pedido situarme en la vida, intentando a cada hora acompasar los ritmos, acercarme a las personas, trabajar en equipo y ser fiel a algo tan dominico como la pasión por la verdad. Mi existencia ha sido muy sencilla, y limitada en algunas ocasiones, mucha riqueza ha sido aportada por mis comunidades y por cuantos han confiado en mi persona.

Dejarme enseñar para mí ha sido tan importante como querer aprender. En el plano personal muy bien sé qué significa estar con el “corazón abierto”, porque hace cinco años fui sometido a una cirugía de reemplazo de la válvula aórtica. Que mi organismo acogiera “amigablemente” el nuevo tejido implantado, fue clave para la recuperación satisfactoria. De igual manera es esencial para el ser humano armonizar las diferencias, más allá de credos, ideologías u otros intereses.

Soy hijo de labradores y, desde pequeño observaba cómo mi padre arrojaba a voleo las semillas por los campos de mi Valle Vidriales. Por esta razón mis memorias no son otras que las de aquel que intenta lanzar las semillas del bien, allí donde se encuentra.

Han sido muchos los lugares donde he estado, pero lo más importante han sido las personas con las que me he encontrado y he compartido. Son ellas las que, tejiendo raíces, unieron mi memoria y mi corazón:

Recuerdo Almería, la ciudad de la luz, donde por primera vez contemplé el mar y celebraba la misa del alba en el Santuario de la Virgen del Mar. Allí, durante 11 años compartí con los obreros, ellos me enseñaron cómo necesitaban fuera el sacerdote; escuchando sus sueños aprendí que es posible evangelizar cualquier realidad que se nos presente, siempre desde la cercanía, la autenticidad, el trabajo en equipo, el respeto a las diferencias. Luego tuve que cambiar el reloj y sintonizar con la “hora canaria” en Tenerife, a la sombra del Teide y a los pies de la Virgen de la Candelaria. Aquí, paseando por la plaza, aprendí a conocer a los candelarieros y apreciar su generosidad. Y de Candelaria a la Sierra Cordobesa. Dichoso me sentí al convivir con los hermanos en el convento de Santo Domingo de Scala Coeli, la casa donde vivió Fr. Luis de Granada, denominada durante mi estancia la “Casa de los Felices”. Luego, Guadalquivir abajo hasta Sevilla, la ciudad donde nació Fr. Bartolomé de las Casas, aquí mi mirada y mi corazón se ensancharon, para divisar al unísono España y América.

Presentación libro
Presentación libro

¿Qué decir de estos 29 años vividos en Cuba? Ha pasado el tiempo y la verdad se asoma: vine con la intención de dar y darme desde lo mejor de mí mismo, sin límites de tiempo, pero no podía imaginar lo que el pueblo cubano me regalaría: el reconocimiento, su confianza, su fidelidad y lo más genuino de su alma. Ustedes han hecho posible que mi corazón y mi memoria envejezcan más lento.

A estas alturas, con 86 años de vida y 63 de sacerdote cumplidos el 15 de marzo, me siento deudor por tanto bien recibido. Soy consciente de que la vida continúa su carrera y las buenas semillas perviven y se hacen fecundas más allá del tiempo, más allá del esfuerzo de quien siembra. Queridos hermanos y amigos, no sabemos cómo las semillas germinan, pero nosotros sí sabemos Quién les da la fuerza y su fecundidad.

La brecha sigue abierta, para uno y para los otros. Cada cual, con la responsabilidad de su hora, pero conscientes de que un día completo necesita alimentarse de lo que fue, de lo que es y de lo que será. Es la maravilla que entre todos podemos construir, fieles a nuestra vocación más íntima.

Permítanme concluir citando los versos de Pablo Neruda, apropiados para este momento:

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida […]

Amé, fui amado.
El sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes!
¡Vida, estamos en paz!

También bendigo a Dios por cada uno de vosotros. Sois una bendición. Muchas gracias.

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