MISEREOR se ha implicado en el Sínodo para la Amazonía Markus Büker: en MISEREOR buscamos “cómo trabajar juntos en los desafíos globales y no cómo ayudar a los pobrecitos”

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Desde hace más de 50 años, MISEREOR es la Obra episcopal de la Iglesia católica alemana para la cooperación al desarrollo. Su lucha y compromiso contra la pobreza llega a África, Asia, Oceanía y América Latina. Como ellos mismos reconocen, se identifican con un amor activo al prójimo, principio fundamental de la vida cristiana.

Markus Büker es consejero teológico de MISEREOR desde 2012, a donde llegó después de ocho años en Bogotá (Colombia) donde realizó un trabajo ecuménico por la paz y acompañó procesos de base. Además de su trabajo en la entidad, Büker es profesor en la Universidad RWTH de Aquisgrán.

MISEREOR se ha involucrado activamente en el Sínodo para la Amazonía, colaborando en la traducción del Instrumentum Laboris al alemán. Como reconoce Markus, lo “más importante de este sínodo es fortalecer el cambio de paradigmas”, que ha llevado a la Iglesia a “escuchar en vez de anunciar, percibir en vez de llevar e imponer”. En esta entrevista, el teólogo alemán aborda cuestiones relacionadas con la ecología integral y sus implicaciones políticas y sociales en Alemania y en Europa, lo que ha provocado un cambio de comportamientos y de intereses.

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Sus palabras nos llevan a entender que “la manera como colaborar está cambiando”, insistiendo en “trabajar juntos en los desafíos globales y no cómo ayudar a los pobrecitos”, pues él insiste en que “no son limosnas, es un compartir para el cambio, para la transformación”, en que hay que “buscar juntos como construir una visión diferente del mundo”, donde en la sociedad occidental “podemos aprender de la Amazonía cómo respetar el medio ambiente, la suficiencia, como vivir con menos, cómo vivir en cierta armonía con la naturaleza”, y hacerlo “desde lo pequeño y no solamente desde los macro proyectos”.

La escucha es un elemento fundamental en el proceso sinodal y en los caminos de conversión que deben surgir de él, algo que puede ser aplicado, desde otros parámetros, en otras latitudes, pues el Sínodo para la Amazonía, “puede marcar un punto de conversión, de cambio, de tomar otra ruta” dentro de la Iglesia, en la que existe opiniones enfrentadas sobre el Sínodo, también en la propia Iglesia alemana. No olvidemos que hay temas que pueden generar polémica, como los ministerios eclesiales o el papel de la mujer en la Iglesia.

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¿Qué es lo que significa el Sínodo para la Amazonía para Europa, para Alemania?

Creo que el cambio más importante de este sínodo es fortalecer el cambio de paradigmas, que se refleja también en los documentos, escuchar en vez de anunciar, percibir en vez de llevar e imponer. Este cambio de actitud en un contexto postcolonial para fortalecer la descolonización, para respetar la diversidad, para respetar a unos y otros, para hablar cada vez más igual. Eso se refleja en este sínodo, y eso es una cosa muy importante para nuestra organización, para Alemania y para Europa.

En la perspectiva de la economía, de una cultura impositiva llegamos a un nuevo paradigma de desarrollo, como dice Laudato Si en 191-194, ¿cuál es nuestra idea de progreso, de desarrollo? Y desarrollar juntos paradigmas alternativos a una relación explotadora, a una relación de desigualdad, de respeto a los seres humanos y a la naturaleza, al ambiente, al bioma.

Ese creo que es el punto clave, y a partir de este punto pensamos las cosas nosotros. La Amazonía puede ser el ejemplo a partir del cual construimos otros caminos en la Iglesia. Como dice el concilio la Iglesia es signo de otro mundo, de una comunidad de fe que empuja, que está convencida de tomar un camino hacia la descolonización, hacia una ecología integral.

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En el ámbito social, político, se percibe que algunos gobiernos, y la sociedad europea en general, están tomando cada vez más conciencia sobre la importancia de la Amazonía. Podemos citar el ejemplo del presidente de Francia, Emmanuel Macron, que ha hecho llamadas continuas a la importancia de la preservación de la Amazonía. ¿Cómo eso está repercutiendo en la sociedad, en la vida del día a día entre la gente?

A nivel político, nuestro ministro alemán para la cooperación internacional, visitó Brasil, que forma parte de la Amazonía, y exigió otra actitud, de respeto al bioma y a las personas. En Alemania está creciendo un movimiento llamado Bienes para el Futuro, hay un miedo creciente y se está muy consciente de las cuestiones de la ecología. Desde el Partido de los Verdes, alrededor del cambio climático se reúne todo un movimiento político y los demás partidos democráticos se orientan hacia la ecología, no hablo del partido populista de la ultraderecha.

Ese es un ámbito social que es bastante fuerte en Alemania y que cuestiona también la propia práctica contra el uso de plásticos en la vida cotidiana hasta los vuelos internacionales para hacerlos más costosos. La discusión, las rupturas, los conflictos, se generan cuando tocan a la economía en concreto, qué pasa con nuestra economía en referencia a nuestra industria de fabricación de automóviles, si cambiamos hacia la energía eléctrica, el litio de Bolivia, el hierro de Brasil. Si no los podemos importar más, ¿eso sería aceptado por la sociedad? En eso todavía no estamos en el punto de generar conflictos sociales más profundos. La industria de producción de automóviles ahora se preocupa también más del tema de la ecología, pero si se pierden puestos de empleo, eso genera problemas.

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En ese sentido, ¿podríamos decir que los más jóvenes, a partir del movimiento que está surgiendo contra el cambio climático, suponen una esperanza en este campo de la ecología integral, de la preservación del medio ambiente?

Sí, pero ellos logran lo que las generaciones anteriores no han logrado, pero han exigido. Ellos no son los primeros que toman conciencia, en Alemania hace generaciones que se está luchando en eso, pero hubo un retroceso en el campo del cambio climático, en la producción de energía. Otra vez hay un auge, hay una repolitización de algunos ámbitos de jóvenes, pero se observa que eso no afecta a los jóvenes de la Iglesia, no son movimientos muy cercanos a la Iglesia o que surgen desde la Iglesia. Hay grupos eclesiales católicos, protestantes, grupos juveniles que se juntan a estos movimientos, pero no tiene un toque de fe cristiana, es algo secular, independiente de las cosmovisiones, de los valores de los jóvenes.

Recientemente ha sido traducido al alemán el Instrumento de Trabajo del Sínodo para la Amazonía, ¿por qué falta ese contacto, esa falta de transmisión de esa nueva visión por parte de la Iglesia para con los jóvenes que forman parte de ella?

En Alemania, no solamente la católica, las Iglesias pierden cada día el contacto con las generaciones más jóvenes, hasta los 30 o 40 años, que no esperan de la Iglesia un compromiso ecológico, aunque la Iglesia lo quiera. En Alemania hay grupos, actividades, compromisos eclesiales hacia una ecología integral, pero los movimientos juveniles, algunos se juntan con el movimiento de Bienes para el Futuro, pero son minúsculos, como muchas veces. Hay grupos juveniles quizás más carismáticos, más individualistas, que no se mezclan con estas cuestiones políticas, tienen otra visión. La Iglesia no está conectada con estos temas, aunque hay presencia, algunos grupos juveniles de los obreros católicos están presentes en estas discusiones, son minoría, levadura.

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Desde MISEREOR ayudan en el trabajo de las Iglesia que necesitan de recursos. Diferentes obispos de la Amazonía reconocen que el trabajo de la Iglesia en la Amazonía resulta muy costoso. ¿Cómo podría ser organizado de una manera más ecuánime esa ayuda entre las Iglesia para que la Iglesia de la Amazonía pueda seguir caminando y las decisiones del Sínodo puedan ser llevadas a cabo?

Creo que hay dos cosas, MISEREOR apoya 85 proyectos con 18,5 millones de euros en la Amazonía y apoyamos a la sede de REPAM en Quito. Pero las cosas están cambiando, nosotros seguimos ejerciendo la solidaridad, eso no está cuestionado por ningún lado, pero la manera como colaborar está cambiando. Preguntamos cómo podemos colaborar, trabajar juntos en los desafíos globales y no cómo ayudar a los pobrecitos. No son limosnas, es un compartir para el cambio, para la transformación, a nivel de Amazonía, continental, global. Nosotros no somos los que cambian el mundo con esta plata, pero ponemos nuestro grano de arena para colaborar juntos donde entrar y cambiar de una manera eficiente, y eso es una responsabilidad mucho mayor.

Con eso queremos salir de la relación de uno manda y otro cumple, tiene que ser una relación recíproca, donde ambos lados aprenden, aportan y no solamente los unos plata y los otros la oración, sino donde ambos buscan cambiar. Cómo responder a los desafíos de la Amazonía hay que verlo, el instrumento dice que pueden cambiar las estructuras eclesiales y constituir una nueva región eclesial amazónica. Si esa es la forma más apta para trabajar que así sea y buscaremos la manera de colaborar con recursos, pero no solamente para aportar, para mantener relaciones, sino que queremos ser respetados como agentes de cambio.

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Usted habla de ayuda recíproca, ¿cómo la Iglesia de la Amazonía puede ayudar a la Iglesia alemana, europea, universal?

Antes de apoyar es compartir y buscar juntos como construir una visión diferente del mundo, que funciona en la Amazonía y que de otra forma podemos hacer funcionar. Podemos aprender de la Amazonía cómo respetar el medio ambiente, la suficiencia, como vivir con menos, cómo vivir en cierta armonía con la naturaleza, el respeto a la naturaleza. Hay un pero en eso, no queremos caer en el romanticismo, también hay que mirar la experiencia, en nuestro lado y en la Amazonía. Podemos aprender la manera de convivir juntos en la diversidad, buscar el respeto a los diferentes, eso es un desafío. Podemos aprender a pensar desde lo pequeño y no solamente desde los macro proyectos.

Para usted, personalmente, ¿cuáles son las esperanzas de cara al Sínodo para la Amazonía?

Mis esperanzas van en estos tres caminos que va el instrumento y antes también el documento preparatorio, la conversión ecológica, la conversión pastoral y la conversión sinodal. Si la Iglesia avanza en estos caminos de conversión sería súper chévere como dicen en Colombia. Todo eso a partir de la escucha a la población de la Amazonía, a los indígenas, ribereños, a los habitantes de la ciudad, a los campesinos, a las mujeres, a los afros descendientes. Es desde la escucha y desde fortalecer los planes de vida de estas personas. Si el Sínodo aportase la construcción de planes de vida en la Amazonía sería un gran logro.

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¿Esas conversiones podrían ser un nuevo camino para que la Iglesia occidental, que muestra esa distancia, sobre todo con los más jóvenes, pueda establecer nuevos puentes y llegar a caminar junto con esa sociedad que hoy está distante de la Iglesia?

Creo que puede ser un buen ejemplo, pero no en el sentido de copiar recetas, no es como cortar flores y llevarlas a Alemania, es entender las intuiciones, entender los movimientos de pensamiento, de cambiar la manera de hacer las preguntas. ¿Cómo escuchamos a los jóvenes en Alemania, cuáles son las exigencias de los jóvenes, cómo construir juntos? No la Iglesia para los jóvenes, sino abrir espacios para que los jóvenes construyan sus espacios, sus visiones. Abrir espacios, eso sería aprender la intuición.

¿Cómo entender las preguntas, los desafíos ecológicos en Alemania, cuáles son nuestras respuestas? Nuestras respuestas son diferentes de las respuestas en la Amazonía, aquí se dice consumir menos carne, porque eso exige la soja de la Amazonía, conseguida encima de los bosques. Los metales, el uso del petróleo, un cambio de estilo de vida y de las estructuras económicas.

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¿Podríamos atrevernos a decir que el Sínodo para la Amazonía puede marcar un divisor de aguas, no sólo dentro de la Iglesia, como para que la sociedad tome conciencia de la necesidad de vivir a partir de los principios de la ecología integral?

No creo que va a tener este alcance tan grande como divisor de aguas para el mundo, pero para la Iglesia puede marcar un punto de conversión, de cambio, de tomar otra ruta. En Alemania se experimentan ahora conflictos muy grandes a partir de la discusión sobre el Sínodo. Algunos teólogos y cardenales dicen que la Iglesia está tomando una ruta equivocada, y otros dicen que no, que ese es el camino que hay que tomar. Un cardenal dice que a nadie le importa la Amazonía, sino cambiar la Iglesia hacia una reforma presuntamente moderna. Hay una lucha dentro de la Iglesia, pero esta lucha la percibe solamente la gente experta, muy metida en las discusiones, eso no llega a las parroquias, pero hay peleas fuertes sobre el camino de la Iglesia. En esa búsqueda de un camino hacia el futuro, un camino sinodal, la experiencia del Sínodo puede marcar un hito muy importante.

¿Qué otras cuestiones en relación con el Sínodo pueden ser consideradas importantes de resaltar?

Creo que no tocamos sobre los ministerios eclesiales, y nos gusta mucho pensar los ministerios a partir de las tareas, de la función que hay que cumplir para una Iglesia renovada, una Iglesia en conversión permanente. Una Iglesia que se convierte a la ecología, a los indígenas, a los habitantes de la ciudad, a los jóvenes. Esta Iglesia está en un camino que necesita ministerios para ser fortalecida, inclusive para celebrar la fe, la eucaristía, dar esas posibilidades con nuevos accesos nos parece importante. Lo mismo podemos decir en lo referente a las mujeres y su papel en la Iglesia.

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