El Señor me defiende

Confianza
El salmo noventa es un canto de una gran confianza en Dios. Es muy apreciado por la liturgia judía y cristiana y la tradición rusa. Ya desde el inicio de este canto se ensalza la protección de Dios Padre por sus fieles: “Di al Señor refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confió en ti” (v 2).Vivir al amparo del Altísimo, a la sombra del Omnipotente era un deseo ardiente de todo buen israelita y en la actualidad de todo creyente: “Tú que habitas al amparo del Altísimo, a la sombra del Omnipotente” (v 1).

La vida en tiempos pasados y actualmente está llena de peligros, pero el que confía en el Señor vive con serenidad los contratiempos, seguro de que el Señor camina junto a él: “El te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas bajo sus alas te refugiará” (v 3-4). Siempre nuestra vida está expuesta a contratiempos pero como reza el salmo veintidós, “aunque camine por cañadas oscuras no temo porque tu vara y tu cayado me acompañan” (Sl 22, 4). En una palabra, Él nos salva de los peligros en los que nos vemos envueltos.

Todo el salmo continúa en esta tónica: Confianza inquebrantable en la protección divina.“Con él estaré en la tribulación lo defenderé, lo glorificaré; lo saciaré de largos días y la haré ve mi salvación” (v 15-16). Esta es la gran promesa del Señor a lo que le son fieles. Podemos rezar este salmo pensando en todos aquellos creyentes de cualquier confesión, que el Señor los proteja de tantos peligros en los que se encuentran bajo los desastres de la guerra.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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