Las verdades ofenden

Nos ha nacido la Verdad y ya se nos anunció que sería una espada combatida, será por eso, entre otras cosas, que el refrán anuncia que las verdades ofenden, así de claro y casi vulgar. La Verdad, que traducido a nuestra vida quizás se queda en minúscula, la verdad, y ya es mucho. En el mundo periodístico convertimos la verdad, casi inalcanzable, en veracidad. Nuestra sociedad y nuestro entorno cercano ha caído en relativizar las cosas.

Decir la verdad cuesta, que te digan la verdad es casi imposible, y no digamos, vivir en verdad. Cada vez me asombra y duele más que entre los cristianos nos dejemos llevar por tendencias superficiales, nos acomodemos en una vida a veces demasiado vacía, y nos escandalicemos de que nos quieran desacomodar.

Jesús, no nos quiere apoltronados y los cristianos, más que nunca o cómo siempre, debemos dar testimonio de verdad. Resulta que decir la verdad al hermano ofende, molesta, te sitúa en lo descarado y cuando esa verdad nos la dicen, buscamos cualquier forma para excusarnos: nos lo han dicho mal, nos han gritado, y que les importa,… Y es que la mentira crispa, duele, debe hacernos reaccionar. Y a veces, la verdad sale a bocajarro sin ser transformada en palabras políticamente correctas.

Que este tiempo de Navidad nos haga reflexionar para vivir en verdad, para decir la verdad, y para recibir la verdad y la Verdad. Texto: Sor Gemma Morató.
Volver arriba