Con frecuencia interpretamos nuestra vida con un si: Si hubiera nacido en otra familia, si no hubiera estado enfermo, si hubiera podido estudiar, si lo hubiera sabido…
Con esta repetición de pensamientos negativos
nos arriesgamos a considerarnos victimas que esperan pasivamente.Nuestros “si” condicionales nos recuerdan los “si” del Evangelio de la resurrección de Lázaro. Tanto Marta como María se dirigen a su gran amigo con un
“si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto” (Jn 11,21 y 29). Jesús no responde con un si condicional, sino con el “si” de la fe: “No te dicho que si crees verás la gloria de Dios” (Jn 11,41).
En realidad las grandes obras se cumplen en las contradicciones. San Francisco de Asís escribió el Cántico de las criaturas cuando estaba ciego. Beethoven estando sordo compuso su Novena sinfonía. San Juan de la Cruz encerrado en el calabozo de su convento del Carmelo, dejó surgir de su alma las sublimes enseñanzas sobre la unión mística con Dios.
No nos encerremos en los “si” condicionales y lancémonos con toda nuestras fuerzas en todo cuanto podemos hacer ayudados por la gracia de Dios.Texto: Hna. María Nuria Gaza.