La violencia arrasa todo cuanto hay de bueno

El cardenal Pironio decía:
“En los tiempos difíciles abunda el miedo, la tristeza, el desaliento. Entonces se multiplica la violencia. La violencia es signo del oscurecimiento de la verdad, del olvido de la justicia, de la pérdida del amor. Los periodos en que se multiplica la violencia son los más miserables y estériles. Revelan claramente que falta la fuerza del espíritu; por eso se la intenta sustituir con la imposición absurda de la fuerza”.


¡Cuánta razón tenía este santo varón! La violencia arrasa todo cuanto hay de bueno en la sociedad, y lo primero el don más sagrado: La vida.

La violencia además de la muerte, engendra tristeza, dolor, pobreza, hambre y todo cuan todo hay de negativo en este mundo. Malogra la tierra que el Señor creador entregó al hombre para que señoreara y cuidara.

Dios dijo al hombre: “Creced y multiplicaros”. Dios es Señor de vida. No ama la muerte y por ello reclama a Caín qué ha hecho de su hermano. La violencia es por consiguiente desoír la voz de Dios y quebrantar su ley. Esta ley que todo ser humano lleva inserta en su corazón, pero en que se levantan otras voces, las voces del Mal que pujan contra las del Bien.

Los cristianos estamos comprometidos a luchar con todas nuestras fuerzas contra la violencia. Que todas nuestras acciones grandes o pequeñas, sean germen de esperanza para los tiempos difíciles, para todos aquellos que viven bajo la opresión de cualquier género. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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