Análisis electoral

Demasiado pronto, sólo como primeras impresiones y antes de saber en qué clase de alianzas se van a concretar los resultados, me parece que las elecciones reflejan cierta contradicción muy humana: un deseo de cambio y un miedo al cambio. Lo primero porque la situación “ya hiede” más que el cadáver de Lázaro. Lo segundo por aquello que dije en el pronóstico anterior y que es reflejo de la sensibilidad popular: “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Hacia ese balance apuntan los casos que voy a comentar.

1.- “Sí, se puede”.

Paradójicamente, donde más se refleja ese balance es allí donde no parece cumplirse: el caso de Barcelona. Nunca voté ni votaré convergente (y en eso estoy a años de luz de Lucía Caram). Pero nobleza obliga a reconocer que quizá Trías era el alcalde que menos merecía ser cambiado: por honestidad personal y porque su gestión tampoco creo que haya sido tan desastrosa.

¿Por qué entonces ha perdido y ni siquiera obtiene esa “minoría más grande” que, seguramente, impedirá gobernar al PP en la mayoría de municipios? Pues simplemente porque no tenía enfrente una promesa desconocida sino alguien que había actuado ya (francamente bien, además) y había demostrado que “sí se puede”. Ada Colau podía esgrimir hechos y no sólo palabras. Y eso ha sido decisivo, incluso ante un enemigo más respetable.

2.- “Tú más”.

No ha ocurrido lo mismo con el PSOE: aunque ha salvado los muebles, pierde. Y sólo puede consolarse con el placebo de que “más ha perdido el PP”. Cuando las pasadas elecciones generales, escribí que el PP se equivocaría tomando como un voto de confianza a ellos, lo que sólo era un voto de castigo a los socialistas. Y tengo cierta sensación de que la ciudadanía aún quiere seguir castigando al PSOE: porque, según mi humilde entender, hay dos pecados por los que el PSOE no ha mostrado ni contrición ni propósito de enmienda.

El primero es la reforma de la ley electoral que le aseguraba muchos escaños que, con una ley más equitativa, podrían haberse ido a IU. El segundo la reforma en el nombramiento de los poderes judiciales que le garantizaba una dosis importante de control sobre la justicia (aunque no fuera toda la que querría). Sin negar la voluntad de honestidad personal de muchos jueces, cuando debes tu cargo a un poder político, se está quebrando ahí una separación de poderes fundamental para la democracia. Donde más derrotado ha sido el PSOE es en su defensa secreta del bipartidismo.

3.- Satisfacción insatisfactoria.

Tampoco ha ocurrido un cambio “a lo Ada Colau” en el caso de PODEMOS que, seguramente, esperaba más si miramos lo que decía durante la campaña. En esta satisfacción insuficiente pueden haber pesado factores negativos y positivos.

Entre los primeros está el pequeño escándalo Monedero que (aunque leve en comparación con los casos de corrupción) no fue explicado satisfactoriamente y fue magnificado por los medios de comunicación, en comparación con los otros. Además, los pequeños roces entre ellos, aunque son normales y comprensibles entre los humanos (basta releer la historia de la iglesia primitiva pese al fervor de la conversión reciente), constituyen también una carnaza para los medios que ganan audiencia presentando peleas.

Y en positivo (muy positivo en mi opinión) está la modesta financiación de una campaña electoral para la que el PP contaba con veinte millones y medio de € (cuando, para sanidad o cultura, no había un céntimo más …); el PSOE con casi 8 millones y PODEMOS con sólo un millón que, además, no provenía de créditos bancarios. Esto por sí solo me parece muy digno de aplauso.
4.- Sin democracia no hay progreso.
Algo parecido se puede decir de UPyD, tan necesitada ahora de una respiración artificial. Este partido creo que tiene el mérito de ser el que ha puesto más denuncias eficaces en casos de corrupción. Es bueno saber también que su presupuesto electoral eran sólo 185,000 €: una miseria en comparación con el del PP. Todo esto es positivo. Pero en negativo creo que ha pesado el carácter autoritario y poco dialogante de Rosa Díez que pretende hacer política con el lema de “quien no está conmigo está contra mí”.

5.- “¿Qué será, será…?”

Quizá quien tiene más motivos para estar contentos ha sido Ciudadanos, precisamente porque parece prometer un cambio que no es en realidad tal: sus propuestas siguen siendo vagas y sólo se concretan en lo de acabar con la corrupción. Habrá que ver ahora con quién pacta, para saber más. Pero me parece exacta la observación de muchos periodistas de que C’s ha recogido votos sobre todo del PP. Como si una parte de la ciudadanía, aunque sea de derechas, quisiera al menos una derecha civilizada (lo que, en mi opinión era la gran tarea que tenía ante sí Rajoy y que no ha sabido llevar a cabo). Esto, y el ser un partido catalán no soberanista, les ha abierto muchas puertas a nivel estatal. Prueba de ello parece ser su rápido crecimiento en los últimos días de la campaña.

6.- IU o ¡Uyyy!

Izquierda Unida es un partido que inspira temor a muchos por las razones que ahora diré. Quizás antaño compensaba ese miedo por la categoría de algunos líderes (Anguita, G. Iglesias, Llamazares) que, en mi opinión, están entre los políticos más honestos y con más carisma que ha tenido nuestra democracia. Pero hoy creo que adolece de una falta de liderazgo entusiasmante. Lo cual, unido al “tsunami bipartidista”, a ciertas rencillas interna de última hora y, quizás, al hecho de haber pactado con el PP en Extremadura, les ha pasado factura.

7.- Y el miedo ¿por qué?

Este punto me parece fundamental en mi reflexión. Hoy ya ha bajado la bolsa (y en España creo que más que en otros lugares) y este dato me ha hecho recordar una frase indignante de Milton Friedman: “todo lo que se hace para ayudar a los pobres, acaba perjudicándoles”. La frase es de un cinismo indignante, porque Friedman la presentaba como una ley física de nuestra naturaleza, tan mecánica como la gravedad o la velocidad de la luz. Pero tiene su punto de verdad que debe obligarnos a reflexionar: porque quien manda en el mundo no son los políticos, sino las multinacionales y los Bancos; y estos no tolerarán que se haga política en favor de los pobres.

Pero sin democracia económica no puede haber democracia política. Por mucho que presumamos de ella y hasta queramos exportarla o imponerla a otros, nuestra democracia se parece mucho a aquello que nuestro último dictador llamó democracia “orgánica”. No sé qué quería decir con ello (quizá en América Latina habrían dicho simplemente “pelotuda”). Pero está claro que era un intento de lavarse la cara y dar un nombre bonito a una realidad que no lo merecía. Éste me parece el punto sobre el que más deberíamos reflexionar.

Ahora creo que quedan una pregunta, una advertencia y una amenaza.

a.- La pregunta es cómo reaccionará el PP: si seguirá metiendo la cabeza bajo el ala, convencido de que la realidad no es lo que pasa sino lo que se dice que pasa (y ellos tienen más voz que nadie para decir), y dejándonos la duda de si mienten o es que no se enteran: dos modos de proceder muy malos para un político. Prefiero desde luego la reacción honesta de Rita Barberá (“estos resultados no me gustan nada”) a la de la señora Cospedal (“el pueblo ha hablado y hemos ganado”). ¡Por favor!

b.- La advertencia podría formulase así: el pueblo nos ha dicho que dialoguemos. Pero nos exige dialogar, no “negociar”. En la negociación uno se baja los pantalones y es capaz de renunciar a lo que tenía por más sagrado con tal de conseguir poder (recordemos al primer Aznar, con el cupo vasco, tan contrario a sus ideas). En el diálogo se escucha, se argumenta, se buscan caminos nuevos y puntos de confluencia. Y al final, naturalmente, se pacta; pero el pacto ha sido fruto de un encuentro, no de un afán oscuro de poder.

c.- Y la advertencia me la sugiere una frase que se oía mucho en la Nicaragua de los años 80: “los ojos del mundo están puestos en Nicaragua”. Por desgracia, aquella “Nicaragüita, la flor más linda de mi querer”, decepcionó al mundo y hoy vive envuelta en una mentira tranquilizadora. Muchos ojos van a estar ahora puestos en los partidos emergentes. Y las empresas de la comunicación van a portarse con ellos como aquellos fariseos que acudían a preguntar a Jesús “para cogerle en alguna palabra”. Tengan esto muy en cuenta y tengan cuidado: porque ahí puede estar la gran esperanza del PP, para recuperarse antes de las elecciones generales: ensuciarlos todo lo que puedan.

Y, como cuentan que dicen los ciegos, pues “ya veremos”
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