En la armonía de todo lo creado, cada ser, roca, planta, bicho grande o pequeño... tienen un porqué y un paraqué al servicio del universo y, muy especialmente, a la atención del hombre, imagen y semejanza primordial del Creador; de modo que “cada criatura tiene una función y ninguna es superflua”.
TODO EL UNIVERSO MATERIAL ES UN LENGUAJE
DEL AMOR DE DIOS
"Cuando insistimos en decir que el ser humano es imagen de Dios, eso no debería llevarnos a olvidar que cada criatura tiene una función y ninguna es superflua. Todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros. El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios" (Francisco, Laudato si, 84).
ALABO A DIOS POR LA SALUD DE LA NARANJA
En la placidez de un “beatus ille” horaciano, se complace Antonio Pereira en vivir feliz en un humilde rincón del paisaje, que cultiva con amor, y alimentarse con sus dones (”alabo a Dios por la / salud de la naranja / con que me desayuno”). No vive solo en su secreto Edén: “cada abrazo de amor / me obliga a nuevos himnos...”. ¿Qué espera del futuro? Que, a pesar de dolencias y arrechuchos de la edad, dispondrá de momentos hermosos, que ennoblecerán sus años en la recta final de un destino cumplido... (Para descubrir seis bellos poemas de Pereira, pulsaraquí.)
EL HUERTO
¡Cuántos años ganados
esperando
la madurez dorada
de este tiempo hermoso,
en que no se disipa
ni una gota del jugo
preciado de la vida!
Porque ahora, por fin,
acierto a demorarme
en el huerto que es mío;
alabo a Dios por la
salud de la naranja
con que me desayuno;
cada abrazo de amor
me obliga a nuevos himnos...
Y aun espero otra edad
más alta, que no en días
felices se compute,
mas en largos instantes,
todavía alargados
por la sabiduría
de sentirme viviendo
hasta los huesos.
EL CIENO, LA TIERRA, EL BARRO
HECHO LUZ, HECHO ORACIÓN
Interesante poeta sevillano de la generación del 27, Joaquín Romero Murube compone una sugerente oración, “La flor nueva”, humanizando a la rama que “estaba tibia y dormida / como en el pecho una voz...”). Una flor nació del tallo “hecho luz, hecho oración”. Personifica el aire y lo describe en trance místico: “El aire en éxtasis mira / la gloria de la creación”. Si, como escribió Francisco, “cada criatura tiene una función y ninguna es superflua”, podríamos imaginar que el nacimiento de la flor, vegetal milagro, invitaría al poeta a suplicar frutos para los jardines de su alma: “¡Señor que el barro ennobleces, / brota en mi carne, Señor!”
LA FLOR NUEVA
Ayer esta rama verde
nada tenía, Señor.
Era una vena en el aire
hecha de savia y temblor.
Ayer esta rama verde
la tuve en mis manos yo,
y estaba tibia y dormida
como en el pecho una voz...
Y hoy, Señor, esta mañana,
la rama tiene una flor.
El cieno, la tierra, el barro
hecho luz, hecho oración.
El aire en éxtasis mira
la gloria de la creación.
¡Señor que el barro ennobleces,
brota en mi carne, Señor!
APRETANDO CONTRA EL PECHO FLORES QUE VAN DESPERTANDO
El poeta montañés Gerardo Diego acude los martes al mercadillo del barrio y se detiene embelesado frente al puesto de flores y semillas, admirando la hermosura y variedad de dalias, nomeolvides, jazmines, gladiolos... Encuentro dos estrofas especialmente seductoras: “Quiero semillas gitanas / que ansiosas de luz y brisas / florezcan en seis semanas.” Destacaría, sobre todo, los últimos versos, que hacen honor al poemario de título “Paisaje con figuras”, donde naturaleza y ser humano se funden amorosamente en un círculo virtuoso fraternal y creador: “Y vuelvo al jardín soñando, / apretando contra el pecho / flores que van despertando”.
EL MERCADER DE SEMILLAS
Plaza de las maravillás,
instala su tenderete
el mercader de semillas.
Las semillas misteriosas
en papeles de farmacia
leves, dormidas, ociosas.
Y los bulbos de jardín
como cebollas de seda,
nombre y familia en latín.
La plenitud de las flores
viene en cartones pintada,
lujuriante de colores.
Huertos de Valencia y Francia
cifran aquí sus abriles
y su remota fragancia.
Botánicas Bellas Artes.
Yo mi lección de poeta
aprendo todos los martes.
-¿Qué puedo sembrar, amigo?
¿Don Diego de día o noche?
¿Espuelas de Don Rodrigo?
Compadre, ¿qué me aconseja?
¿Dalias de Irán, nomeolvides?
¿Jazmines junto a la reja?
Quiero semillas gitanas
que ansiosas de luz y brisas
florezcan en seis semanas.
Démelas de nombres lindos
y de matices extraños:
gladiolos, miramelindos.
Hierba de plata, alelí,
boca de dragón, caléndula
y silene carmesí.
Y vuelvo al jardín soñando,
apretando contra el pecho
flores que van despertando.
TRÓPICO, de Roberto Cabral
CUANDO MIRAS DESPACIO, de Eloy Sánchez Rosillo
SEÑOR, ¿ME ECHAS EN FALTA?, de Pilar Paz Pasamar
SEÑOR, ENSÉÑAME, de Rafael de Andrés