Publica Paz Pasamar en 1994 un original poemario, “Philomena”, que alude a un ruiseñor que cita fray Juan de la Cruz en el Cántico Espiritual (estrofa 39) y se oirá cantar por el soto y su donaire, en la noche serena del amor cumplido, “con llama que consume y no da pena”. Ruiseñor que festeja las delicias de la unión del alma con Dios. La Esposa invita al Amado, en estos versos finales del Cántico, a gozar de intimidad en el seno de la naturaleza.
Nos aclara Pilar el sentido que para ella tiene la metáfora del ruiseñor: “Philomena es la palabra como oración, la escritura poética como oración, como medio que tiene el poeta para fundirse con todo lo creado.” Recordemos el título de la voluminosa antología de su poesía: “Ave de mí, palabra fugitiva”. Por cierto, que la bella portada de su obra lírica, de un ave reposando en el dedo índice de una elegante dama (pulsar) corresponde a un fragmento del cuadro de Mariano Salvador Maella, que retrata a la infanta de España Carlota Joaquina.
LA NATURALEZA ES UNA CONTINUA
REVELACIÓN DE LO DIVINO
"Dios ha escrito un libro precioso, «cuyas letras son la multitud de criaturas presentes en el universo». Bien expresaron los Obispos de Canadá que ninguna criatura queda fuera de esta manifestación de Dios: «Desde los panoramas más amplios a la forma de vida más ínfima, la naturaleza es un continuo manantial de maravilla y de temor. Ella es, además, una continua revelación de lo divino». Los Obispos de Japón, por su parte, dijeron algo muy sugestivo: «Percibir a cada criatura cantando el himno de su existencia es vivir gozosamente en el amor de Dios y en la esperanza»(Francisco, Laudato si, 85).
Y NO ERES RESPONSABLE
DE LA BELLEZA SINO DE SI HAS CANTADO CON AMOR
Explica Pilar, en entrevista realizada en su propia vivienda: “En el alba está el amanecer de los pájaros que, antes de nada, son los pájaros reales que escucho desde aquí, y luego es la palabra”. Se dirige la poeta al ruiseñor de “Philomena, tu cántico...”, y le pide que sea humilde y acepte que es instrumento de Quien está dentro de su trino, que valore que solo es una nota “dentro de la infinita belleza de Su Música“, que solo es Eco de la Voz Original. ¿Habla con el ruiseñor real que acude cada madrugada a su ventana, o se pregunta a sí misma acerca del verdadero autor de sus propios inspirados versos...? “Y no eres responsable de la belleza / sino de si has cantado con amor...”
[PHILOMENA, TU CÁNTICO]
Philomena, tu cántico
es un acorde más entre todos aquellos
que forman el concierto: oye la sinfonía.
Tu engreída garganta, inapreciable cítara,
levísima vihuela entre tanto instrumento,
toca a Su Son, mas tú no eres
quien pulsas ni conduces
pues todo lo que aporta tu gorjeo
es un breve añadido que apenas se percibe.
Tu canto es una nota; una nota entre tantas
de los innumerables pentagramas,
dentro de la infinita belleza de Su Música.
Advierto el gran esfuerzo, el pálpito ardoroso
de tu cuello por donde se te escapa
el corazón a sacudidas,
sus contracciones rápidas como si fueses tú
–y no Quien está dentro de tu trino¬–
la que llevara pauta de su propio sonido
o como si -qué cándida- por ti tuviera fuerza
mayor la sinfonía.
Philomena, sosiégate. La armonía es eterna,
estuvo hecha sin ti, estamos repitiendo,
alma mía, Su Eco,
porque el Original quiere escucharse
a través de Sí Mismo, de las constelaciones,
del ruido de los mares, del silencio y de todo
sonido de los ámbitos creados.
Toca Su Son porque no es tuyo
y no eres responsable de la belleza
sino de si has cantado con amor.
TODA LA NOCHE CANTANDO EL DOLOR DEL MUNDO
En estos días de octubre de 2015 estamos asistiendo al éxodo “bíblico” de centenares de miles de familias brutalmente desplazadas para sobrevivir al genocidio en su país. En “Toda la noche estuviste”, de Pilar Paz, un ave solidaria rompe a llorar, a gritar, a cantar los dolores de la tierra (”toda la noche el mundo gritó a través de ti)”. Misterioso relato sacrificial clausura el agitado tiempo del horror y la esperanza.
¿Qué se sabe del pájaro en agonía? “La brisa aventó plumas”. Flotaban por las ramas algodones de silencio. El poemario “Philomena” quedó finalista en el XIII Premio de Poesía Mística Fernando Rielo. Merecido reconocimiento.
TODA LA NOCHE ESTUVISTE
Toda la noche estuviste
cantando el dolor del mundo.
En el anterior crepúsculo
cuando cesó de bullir
el agua de los colores,
antes de fundir su gama
en la tinta de la noche,
comenzaste a cantar.
Tu esqueleto, oquedad habitada de aire,
ocarina emplumada, caramillo nocturno,
cómo pudo asumir la tarea, tan frágil,
de cantar los dolores, los tonos del dolor.
(Voces de Sarajevo, de Bosnia y Nicaragua,
de Somalia, de África, de Oriente y Occidente;
llantos de todo el mundo, suspiros de la tierra,
te pulsaron, tañeron por tu débil garganta,
toda la noche el mundo traspasó tu laringe,
toda la noche el mundo gritó a través de ti.)
Cuando el alba calzó sus sandalias mojadas
de relente y las ubres del cielo destilaron
las primeras lechosas gotas de luz, callaste.
La brisa aventó plumas -nadie sabe hacia dónde-,
y de ti no quedaba más que el eco en la rama
frente a la gran protesta vecinal y sombría:
"Ese pájaro anoche no nos dejó dormir".