Colonias Gastronómicas Solidarias Niños que cocinan para el Comedor Social de los Desamparados y descubren por qué “la comida no se tira”

Niños que cocinan para el Comedor Social de los Desamparados y descubren por qué “la comida no se tira”
Niños que cocinan para el Comedor Social de los Desamparados y descubren por qué “la comida no se tira” Pablo GH

Unas colonias, organizadas por la Fundación Abastos Fundazioa desde hace tres años, que educan en cocina y valores

Este verano se está llevando a cabo la 3ª edición de las Colonias Gastronómicas Infantiles que organiza la Fundación Abastos Fundazioa. Esta iniciativa tiene un fin lúdico para este tiempo de verano, pero sobre todo educativo, como explica Patricia Borja, coordinadora de estas colonias y de las que también se organizan en Navidad desde hace tres años. Más de doscientos chavales han vivido esta experiencia en las cocinas ubicadas en la última planta de la Nueva Plaza de Abastos de Vitoria-Gasteiz.

Colonia Gastronómica infantil Fundación Abastos

Desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde los jóvenes, de entre 8 y 14 años, aficionados a la cocina, aprenden técnicas, recetas y principios que inspiran la buena cocina incluidos el uso y aprovechamiento de los alimentos. De ello se encargan dos jóvenes cocineros salidos de la escuela de Gamarra y formados también en el prestigioso Basque Culinary Center, Eneko y Xabi   que ayudados de Lorea, monitora titulada, completan el equipo de estas colonias. Eneko Ochoa de Eribe, es quien está al frente de la cocina de la Fundación, y junto con Patricia, coordinan la agenda de los cursos en Abastos Fundazioa.

Como señala Patricia, estas actividades que acercan el mundo de la cocina a los más jóvenes estaban ya en los objetivos de la Fundación Abastos Fundazioa, “no cabe duda que el tirón de los programas de cocina y sobre todo el masterchef junior han calado en las nuevas generaciones y de rebote incidido en la demanda de las colonias”.

El aspecto educativo se completa con una acción solidaria que es explicada a los niños en la idea de que “la comida no se tira, no se desaprovecha. Hay que servirse lo que se va a comer y comer todo lo que te sirven.” Por eso una parte de la cocina de este verano se traslada al Comedor Social de los Desamparados, que se encuentra a escasos 50 metros, integrado en la parroquia de Ntra. Sra. Madre de los Desamparados.

Comedor Social Desamparadas

Este proyecto social fue puesto en marcha hace más de 60 años como uno de los servicios sociales parroquiales. “Por una parte – explica Patricia – los excedentes de producto que compramos en grandes cantidades y nos sobra, se baja al comedor de los Desamparados sin elaborar para que sea aprovechado en su cocina. Y solo en las colonias gastronómicas se cocina para el comedor un plato durante la semana que dura la colonia. Y como nos dice María Dolores, la Madre Superiora que regenta el Comedor Social, y las cocineras Esti y Lidia, es importante trasladar a los niños para qué personas están cocinando, y la importancia de no tirar la comida cuando hay gente que no tiene para comer. En definitiva también se trata de hacerles pensar en los demás.”

Esta conciencia del valor de los alimentos forma parte del ADN del equipo de la Fundación Abastos Fundazioa. En este sentido, comenta Patricia, “hoy tocaba hacer de postre brownie, pero sobró de ayer crema pastelera. Por eso les hemos explicado a los niños que esa crema la reconvertimos en unas natillas, y de esa forma no desaprovechar nada.”

Colonia Gastronómica Infantil cuchillos

En cuanto a las habilidades de la cocina la primera lección siempre es el manejo de los cuchillos “porque no sabemos usar los cuchillos. Es importante la elección de un buen cuchillo y de un cuchillo adecuado a la labor que queremos hacer. Además, en nuestra cocina los niños usan cuchillos más grandes de los que habitualmente usamos en casa, y hay que prevenir en primer lugar posibles accidentes por falta de técnica en el manejo del cuchillo. Por lo tanto, esa es la primera clase.” Además, comenta Patricia, “también se les enseña a sacar el máximo aprovechamiento de los alimentos, sacarle el mayor rendimiento a un producto. Por ejemplo el tomate puede hacerse una crema con él, o deshidratarlo, o una mermelada o una salsa. Otro día hacen una cata ciega de productos, y se les enseña a identificarlos, a mirar las etiquetas de los productos.”

A todo ello, los maestros de cocina de estos minichefs procuran trasladar conceptos como “producto de temporada” o “km 0”, que defiende el producto local.

Noemi

Noemi es una de las participantes, ya conocía las cocinas de unos talleres que hizo durante el curso pasado, ha disfrutado mucho y piensa repetir el año que viene. Respecto de que los productos que no se usan y que una de las comidas elaboradas por ellos sea destinado al Comedor Social de los Desamparados le parece una buena idea. 

Para Marta, una de las benjaminas del grupo, es su primer curso de cocina, aunque ya en casa con su madre ha hecho pinitos de vez en cuando. Lo que más le ha costado trabajar es picar la cebolla, pero lo que más triste le ha dejado ha sido preparar las hamburguesas de carne de potrillo. Ya sabe qué y cómo se elabora un sofrito y, algo más complicado, deshuesar un muslo de pollo, y quitarle “la rodilla”. 

Marta

Empiezan a ser muchos los niños que repiten de un año a otro y los que demandan seguir una semana más. Pero más importante es, si cabe, que los niños se familiaricen con la cocina en casa. Desde los tres años, apunta Patricia, “se pueden familiarizar con las labores de la cocina y con la compra de los productos”. A los organizadores de estas colonias les consta que en varios casos la experiencia del verano tiene continuidad en los hogares.

El País Vasco es tierra en la que lo culinario forma parte de la cultura, y en este terreno las amonas, las abuelas, siempre han tenido un papel importante. Por eso quizá, el primer día de la colonia les preguntan a cada niño cuál es su plato favorito, y “muchos tienen como referencia algo que les hace su abuela.”

“Tenemos previsto, quizá para Navidades, que una abuela, con ayuda de nuestros cocineros, les traslade a los niños esa cocina a fuego lento de nuestras abuelas que se pasaban toda la mañana para hacer un guiso. Hay platos que saben a abuela”, remarca Patricia.

El objetivo último, a juicio de Patricia, es “que los niños disfruten, que repitan al año siguiente y, por otro lado si los niños conocen el producto y lo saben cocinar estaremos haciendo una gran aportación a una alimentación saludable tan importante hoy día.”

Eleyco

En esta misma línea la Fundación Abastos Fundazioa desarrolla todos los domingos un taller familiar de cocina patrocinado por el Grupo Eleyco, en el que, por 20 €, un padre/madre con uno de sus hijos cocinan en equipo. 

Non solum sed etiam

A mis 55 años he conocido múltiples opciones  lúdicas veraniegas para niños en forma de colonias, campamentos, colonias abiertas, campamentos volantes, talleres monotemáticos, organizados por grupos o entidades, desde la Iglesia, por instituciones  públicas, por empresas, por fundaciones o por empresas privadas dedicadas a ocupar el tiempo libre de los demás; he visto la evolución del voluntariado a la profesionalización del monitor de tiempo libre. Y, creo que, antes, primero como usuario, luego  como monitor y ahora como padre, lo que siempre he valorado ha sido el componente educativo de cada una de estas propuestas. Ahí ha estado mi personal peso de la balanza que hacía valorar positiva o negativamente ese campamento o colonia, o actividad veraniega  o navideña. 

Saber que a mi hija, además de enseñarle manejar el cuchillo en la cocina, que me parece importantísimo, le digan que la comida no se tira - como se lo decimos en casa - y no solo se lo digan, sino que se lo demuestren con hechos, con el ejemplo - como lo hacemos en cas,le “sube puntos” a la actividad, a quienes la llevan a cabo, y a quienes están detrás organizándola y promoviéndola.  Y si además, como suele decirse, entre col y col, lechuga, les motivan para pensar un poco en el prójimo, en el que no tiene ni para comer en su casa, y que ese prójimo no está a kilómetros de casa, sino a escasos 50 metros de donde ella está cocinando, pues, impecable.

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