Bilbao contará este año con su noveno diácono permanente Roberto Casas: "la falta de diáconos pueda estar en que se nos llena la boca con la dimensión caritativa pero no la potenciamos suficientemente"

Roberto Casas:  "la falta de diáconos pueda estar en que se nos llena la boca con la dimensión caritativa  pero  no la potenciamos suficientemente"
Roberto Casas: "la falta de diáconos pueda estar en que se nos llena la boca con la dimensión caritativa pero no la potenciamos suficientemente"

"Con el tiempo descubrí que me estaba poniendo más “a tiro” de Dios"

"La figura del diaconado está muy lejos de ser conocida porque hay muy pocos."

"el diaconado es un sacramento que afecta al matrimonio y a la familia." 

Diaconado femenino: "La clave es el reconocimiento de la analogía de la diaconía femenina con la diaconía masculina."

"sí a una renta mínima de ingresos, eso es defendible desde la Doctrina Social de la Iglesia, pero no a una renta universal para todos los ciudadanos."

Roberto Casas es un portugalujo residente en Barakaldo que está casado con Mertxe y tienen dos hijos. Cursó la carrera de teología y tras su doctorado imparte clases en el Instituto de Teología y Pastoral de la Diócesis de Bilbao. Activo sindicalista en el mundo de la enseñanza y aficionado a la música cantando en corales y orfeones. Roberto, además domina cuatro idiomas, el castellano, el euskera, el gallego y el inglés. Pero lo que hoy distingue a Roberto de muchos otros vascos políglotas, aficionados a la música y activistas en el mundo del trabajo es que está esperando ser ordenado diácono para la Iglesia en Bilbao. Y lo de esperando tiene todo el sentido dado que por dos veces ha visto aplazada la ceremonia de su ordenación diaconal. Si todo discurre con viento a favor, el 28 de junio es la última fecha que le han propuesto para, guardando las distancias y medidas sanitarias y sociales, incorporarse al pequeño grupo de diáconos de la Diócesis de Bilbao, que con él serán nueve. 

En esta entrevista conocemos algo de su proceso de discernimiento vocacional, y hablamos de otros temas de candente actualidad. 

¿Cómo surge tu vocación?

Creo que es el resultado de una vida de implicación continuada en la Iglesia. En el Seminario Diocesano descubrí mis grandes amores: Jesucristo, Mertxe, la que hoy es mi mujer, y el tercer amor la Teología. Dejé el seminario, pero no los estudios y he seguido profundizando en el campo de la Teología. Años más tarde, casado, con los críos ya un poco mayores sucedió otra circunstancia. Yo había participado en coros, incluso llegué a dirigir un coro. Así se me presentó la oportunidad de entrar en la Schola Cantorum de Barakaldo y, los ensayos se hacían tras la misa de la tarde. El sacerdote que celebraba era un amigo y decidí sumarme también a la eucaristía. Así empecé a recuperar una vida de oración que había perdido. Con el tiempo descubrí que me estaba poniendo más “a tiro” de Dios, y empecé a descubrir esa llamada a servir a la comunidad pero con una entrega mayor. Y cuando empecé a consultar con algunas personas me dijeron que todo apuntaba al diaconado permanente. Curiosamente yo he sido muy crítico con esta figura, pero … 

¿Cómo fue la acogida por parte de Mertxe, tu mujer?

Al principio negativa, pero suele ser frecuente. Se suele ver al principio como una merma respecto de la vida familiar, como algo que va a restar más que a sumar, y muchas mujeres necesitan un tiempo para aceptarlo. Luego cada una lo acepta también a su manera. Mertxe no fue una excepción. En el proceso de discernimiento te hacen ver que tu primera obligación es con la familia. al final firmó, escribió la carta al obispo y dio su consentimiento para la ordenación.

La figura del diácono ya no es una novedad, pero ¿crees que aún queda camino para ser entendida y aceptada en la Iglesia?

La figura del diaconado está muy lejos de ser conocida porque hay muy pocos. En Bilbao solo hay 8, y conmigo seremos 9. La falta de contacto con la figura del diaconado hace que se la vea con estereotipos. Dentro del clero algunos lo entienden como una competencia y a nivel popular muchos ven al diácono como un “medio cura”. Lo ven como “un quiero y no puedo”. Los diáconos somos conscientes de esa realidad y sabemos que el camino es largo y que solo se solucionará con la presencia de diáconos en las comunidades.

¿Y a las mujeres de los diáconos?

Tengo poco recorrido pero sí he podido ver que hay una gran variedad de posturas, desde las que se implican más en el ministerio de sus maridos, las que tienen su propia trayectoria en la comunidad, o quienes apoyan y respetan la tarea de su marido pero sin más. Es cierto que el diaconado es un sacramento que afecta al matrimonio y a la familia. 

¿Qué opinas de la demanda de recuperar un diaconado femenino?

Creo que se perdió una oportunidad con la primera comisión creada por el papa Francisco. Sinceramente no albergo muchos avances con la segunda comisión, aunque eso no quita para que haya que dejar al Espíritu que haga su trabajo. Pero sobre este tema hay que puntualizar que lo importante de estas comisiones no es si van a determinar la recuperación o no del diaconado femenino, porque no es su responsabilidad, esa decisión la tiene el Papa y la tomará cuando lo considere. No, la misión de la comisión es definir cuál es la naturaleza en la antigüedad de esa diaconía. Es decir si la diaconía de las mujeres era análoga a la de los hombres. La clave es el reconocimiento de la analogía de la diaconía femenina con la diaconía masculina. La tarea no es fácil porque se trata de analizar una figura anterior a toda la teología sacramental. Estoy convencido de que sería un gran paso en un proceso de acceso de la mujer a los ministerios ordenados. Por otro lado lo simbólico a veces es más fuerte que lo argumentativo, y el día que empecemos a ver a mujeres revestidas en el altar, como ocurre en la Iglesia anglicana, se irá normalizando el papel de la mujer en la Iglesia. 

Aprovechando tu condición de sindicalista y de doctor en teología quisiera preguntarte sobre el debate sobre las medidas del gobierno en el tema de una renta universal de garantías, un salario universal, y la postura de la Iglesia a la luz de la Doctrina Social.

Lo primero decir que desde los padres de la Iglesia hay un principio sobre el destino universal de los bienes que es antes de todos que individual. En ese marco se justificaba robar por hambre. Eso trasladado a hoy sería decir que no puede aceptarse que nadie pase necesidades básicas por falta de recursos. Lo que pasa es que no es lo mismo una Renta de Garantía de Ingresos básicos, que ya existe en algunas comunidades como la nuestra, que un salario universal, que adjudicar un salario fijo por el simple hecho de ser ciudadano. Eso es una cuestión que afecta al modelo de sociedad que tenemos y que corresponde a un modelo de sociedad que históricamente no ha demostrado grandes frutos precisamente. Yo como sindicalista tampoco lo apoyaría. Por lo tanto sí a una renta mínima de ingresos, eso es defendible desde la Doctrina Social de la Iglesia, pero no a una renta universal para todos los ciudadanos. La libertad y el reparto de los bienes son dos dimensiones que tienen que estar debidamente equilibradas. 

Muchos dicen que si el servicio de la Iglesia siempre ha sido importante, cuando salgamos de esta lo va a ser más, ¿qué opinas? y si puede ser un caldo de cultivo para nuevas vocaciones a la diaconía. 

Puede ser. Si la Iglesia es cada vez más ese Sacramento del Reino, sobre todo desde la dimensión caritativa, es evidente que se necesitarán más personas para llegar a cubrir todo ese servicio. Quizá la falta de diáconos pueda estar ahí, se nos llena la boca con esa dimensión caritativa de la Iglesia, pero al final no la potenciamos suficientemente. 

Non solum sed etiam

Cuando pedimos al Señor que mande obreros a su mies, es posible que solo pensemos en vocaciones sacerdotales o religiosas, y aunque a veces, no siempre, se menciona explícitamente el diaconado, creo que Roberto acierta en esa falta de promoción y de potenciar esa vocación de servicio en la Iglesia. Estoy convencido de que muchos hombres, y muchísimas más mujeres, hoy están ejerciendo diaconías sin serles reconocidas. Cierto que esos servicios se hacen sin necesidad, para quien lo hace, de que les sea reconocido. Pero, también es cierto que si no promovemos la visibilización del ministerio diaconal, estos seguirán siendo, a los ojos de muchos, “medio curas”,  y a los ojos de algunos curas, “monaguillos cualificados”. Y eso, no está bien. 

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