Llegó el día. La misa “de una” de la parroquia hoy tenía un sabor especial, allí estaban “todos” para despedir a la comunidad de dominicos que durante casi sesenta años han acompañado (y ahí radica el secreto) a los fieles de la céntrica parroquia vitoriana. 

Al inicio de la celebración una feligresa, y de forma muy resumida, hizo un repaso a la historia de esta parroquia desde su creación. Una historia que ha permitido hacer llegar hasta nuestros días una comunidad “madura” como se la calificó durante la celebración. 

Junto al obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde concelebró monseñor David Martínez de Aguirre, obispo misionero en la selva amazónica, dominico e hijo de esta parroquia que cuando se dirigió a los asistentes quiso destacar tres, de las muchas cosas aprendidas como hijo de la parroquia: “el valor de la comunidad como familia; ser consciente de que nada que le ocurre al prójimo nos puede ser ajeno; y la importancia de celebrar la vida” que él pudo vivir en sus tiempos de parroquiano.

Por su parte monseñor Elizalde alabó el papel de los dominicos en sus casi 60 años al frente de la parroquia, alabó a la comunidad de los Ángeles y destacó muchas de sus obras, y realizó una llamada a la esperanza. Elizalde reconoció que caminar hacia el futuro exige ser agradecidos y reconocedores del pasado. “la madurez de los dominicos, de los peregrinos de la eucaristía y de esta comunidad se va a poner a prueba en esta transición”.  El obispo declaró que los futuros inquilinos de Los Ángeles han reconocido encontrarse con una comunidad parroquial “comprometida”. 

En diversos momentos de la celebración se expresó y quedó evidente el deseo por parte de la feligresía de los Ángeles de dar continuidad a la vida de la comunidad y las actividades que hasta ahora vienen realizando. Demostraron su apertura a los nuevos carismas pero sin perder nada de los logros alcanzados.

El libro de “Jesús” de Pagola venía a mostrar un modo de entender la formación cristiana tan importante para esta comunidad; La maqueta de la parroquia volvía a poner sobre el altar la ofrenda no solo de un edificio singular sino de un modo de entender la vida parroquial; la pañoleta entregada a algunos frailes dominicos era ese gesto de integración y comunión con el sector más joven de la comunidad.

Tras la comunión el Superior Provincial de los Dominicos en España, fray Jesús  Díaz Sariego fue el encargado de dar las gracias, especialmente a la Comunidad parroquial “porque vosotros nos habéis hecho mejores”. 

Fray Eduardo, que ha ejercido de superior de la última comunidad de los Ángeles se sumó a los agradecimientos y quiso decir una última palabra “los importantes aquí sois vosotros, la comunidad” más allá de dominicos o peregrinos de la eucaristía. Y, con la voz emocionada, Fray Mitxel, que ha estado más de 40, de estos 59 años, siendo parte muy activa de la comunidad volvió a incidir en la importancia de la comunidad que ha sido el verdadero sostén no solo del proyecto sino de los propios frailes.

Todos los asistentes vivieron emocionados y asintieron con aplausos a una celebración que compartió el dolor de la despedida con la esperanza de que todo lo expresado pueda verse en una futura realidad. Bueno no todos, en las afueras del templo, y respaldado por el derecho de libertad de expresión, Alfonso Ruiz de Arkaute, a quien recientemente se le ha reconocido como víctima de abusos en la Iglesia solicitaba una petición de perdón por todo lo sufrido y se lo reclama a la diócesis, a la comunidad dominica y a la parroquia. 

El Agur Jesusen Ama puso el colofón a la celebración tras la cual los asistentes volvieron a despedirse de los últimos frailes: Fray Fortunato Boder, Fray Eduardo  Ruiz, Fray Miguel Ángel Gutiérrez (Mitxel) y Fray Carlos Olóriz. 

Non solum sed etiam 

Cuantos asistimos a esta celebración pudimos comprobar de las palabras dichas por monseñor Elizalde, por monseñor David, por el superior de Provincial, por los propios dominicos y por los miembros de la comunidad de los Ángeles que los sesenta años de vida parroquial habían dado muchos frutos, y no solo vocaciones, como tanto le gusta a Elizalde. Por lo tanto, estamos frente a una comunidad “madura” en palabras de Elizalde, “comprometida” como lo han constatado los peregrinos de la eucaristía, y capaz de seguir llevando adelante un proyecto pastoral que ya existe. 

Por lo tanto los Peregrinos de la Eucaristía no vienen a crear ninguna parroquia desde cero, tienen la gran oportunidad de asistir y acompañar a una comunidad viva, gracias en parte a los hijos de Santo Domingo, cuya imagen, después de muchos esfuerzos como recordó monseñor David, se instaló al frente de uno de los ambones. 

Quizá esa imagen de Santo Domingo nunca se deba quitar de donde se colocó. Es el recordatorio perenne de ese pasado al que hay que mirar agradecido y con respeto, es uno de esos dos pasos necesarios que decía Elizalde en su homilía para poder avanzar. 

Santa María de los Ángeles se ha distinguido siempre por tener un estilo propio, ojalá los nuevos pastores dediquen una gran tiempo a conocer las riquezas de su rebaño antes de proponerles aquellos aspectos de su carisma que podrían sumar, sin restar, y hacer de Santa María de los Ángeles una parroquia de referencia de ese futuro de Iglesia sinodal donde todos y todos los carismas tienen cabida. 

Elizalde tiene en su mano proponer ahora una experiencia de esos equipos mixtos de laicos y consagrados para la gestión de las parroquias que él vislumbra como el futuro de la Iglesia.