"Es hora de superar dependencias políticas y responder a la realidad y problemas del pueblo desde el evangelio" Una demanda secular negada, hoy de actualidad: La Provincia Eclesiástica de Pamplona-Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria

"Entre los amplios y graves desafíos planteados y pendientes, uno de ellos es particularmente significativo y relevante. Se trata de la remodelación de las ‘Provincias Eclesiásticas’ a las que estas diócesis pertenecen: San Sebastián, a Pamplona; Bilbao y Vitoria, a Burgos"
"Las provincias eclesiásticas han ido acomodándose a las situaciones políticas de cada época"
"Los obispos vascos, en visitas ad limina solicitaron su remodelación, ya aprobada por la Conferencia Episcopal Española en 1978"
"Finalmente la petición quedó 'congelada', hasta hoy y el silencio oficial ha sido la tónica de los últimos obispos, postura que contrastaba con la de los anteriores prelados"
"Los obispos vascos, en visitas ad limina solicitaron su remodelación, ya aprobada por la Conferencia Episcopal Española en 1978"
"Finalmente la petición quedó 'congelada', hasta hoy y el silencio oficial ha sido la tónica de los últimos obispos, postura que contrastaba con la de los anteriores prelados"
| Félix Placer Ugarte, teólogo
Los nombramientos episcopales previstos en estas diócesis están sin duda pensados para afrontar su situación problemática y para preparar un futuro que la mayoría desea diferente en su conjunto pastoral y en sus mutuas relaciones. Entre los amplios y graves desafíos planteados y pendientes, uno de ellos es particularmente significativo y relevante. Se trata de la remodelación de las ‘Provincias Eclesiásticas’ a las que estas diócesis pertenecen: San Sebastián, a Pamplona; Bilbao y Vitoria, a Burgos.
¿Qué es una provincia eclesiástica?
Las provincias eclesiásticas reúnen en una sede metropolitana varias diócesis sufragáneas. Se fueron configurando desde los primeros siglos de la Iglesia, entonces con amplias atribuciones como nombrar obispos, convocar concilios regionales, vigilar la ortodoxia y costumbres.
En determinadas épocas han implicado prolongados problemas y conflictos que deben contextualizarse en cada periodo y circunstancias tanto eclesiásticas como políticas. Aunque la intencionalidad de su constitución se refería y buscaba objetivos pastorales y administrativos, la incidencia política ha sido decisiva en lo que se refiere tanto a la erección de sedes metropolitanas como a sus diócesis sufragáneas. La Santa Sede se ha inclinado normalmente por evitar conflictos con los reinos y estados que han interpretado políticamente esta configuración eclesiástica. En consecuencia las provincias eclesiásticas han ido acomodándose a las situaciones políticas de cada época.

El Concilio Vaticano II, insistió en su necesidad “para el bien común de las Iglesias particulares”, pidió su revisión para una demarcación pastoral conveniente, también de las Conferencias Episcopales regionales, y las reguló en el Código de Derecho Canónico.
El caso vasco-navarro
Durante la edad media, teniendo en cuenta la peculiaridad del entonces Reino de Navarra, se impidió una demarcación que implicara autonomía eclesiástica. A pesar de varios intentos, no se logró que Pamplona fuera arzobispado que agrupara los territorios vascos. En la edad moderna y contemporánea se acentuó este control, se mantuvo la división y se intensificó la dependencia centralista.
Aunque solicitada y prometida por Adriano VI, elegido papa durante su paso por Vitoria ahora hace 500 años (1522), la diócesis de Vitoriano no se erigió hasta 1861. Incluyendo Bilbao y San Sebastián, fue declarada sufragánea de Burgos y la de Pamplona, de Zaragoza. Cuando la diócesis de Vitoria se dividió (1950) en las tres actuales diócesis, Vitoria, Bilbao y San Sebastián, fueron adscritas a Burgos a pesar de las peticiones de una Provincia Eclesiástica con Pamplona.
El ministro de Asuntos Exteriores, Martín Artajo, comunicó a Franco lo que interpretaba como una victoria: «Hemos ganado el pleito sobre Vitoria. La Santa Sede accede al desdoblamiento, sin erección de ninguna archidiócesis. Las tres nuevas diócesis seguirán perteneciendo a Burgos». Cuando Pamplona fue elevada la rango de archidiócesis metropolitana en 1956, San Sebastián paso a formar parte de esta Provincia, juntamente con Calahorra, Jaca y Tudela.
Esta determinación donde “aparecía clara la finalidad política”, según E. Tarancón, fue calificada como ”despropósito”, “anómala” y “disfuncional” por F. Sebastián y J.M. Cirarda. Los obispos vascos, en visitas ad limina solicitaron su remodelación, ya aprobada por la Conferencia Episcopal Española en 1978. Después de su último intento los obispos de Pamplona Bilbao, San Sebastián y Vitoria comunicaron en “Nota Conjunta” (1997) que “…la Congregación de Obispos cree, sin embargo, que teniendo en cuenta las actuales circunstancias, parece ser oportuna una actitud de prudente espera que contribuya a hacer madura en todos, laicos, religiosos y sacerdotes la clara conciencia de que los motivos conducentes a la decisión que en su momento se ha de adoptar, sea cual fuere su exacto contenido, son de carácter estrictamente pastoral”.

Pedida por grupos institucionales (consejos presbiterales), también fue reivindicada por diversos grupos de seglares y sacerdotes quienes hicieron llegar, entre otras, una carta (Sobre la Provincia Eclesiástica Vasca,1997) firmado por 507 sacerdotes, que fue presentada en el Vaticano. Ante este escrito, el entonces Presidente del Gobierno español, José María Aznar, pidió explicaciones al Nuncio del Papa en Madrid, Lajos Kada. Su respuesta fue que: “... la Santa Sede procede en estos asuntos con pies de plomo”.
Finalmente la petición quedó “congelada”, hasta hoy y el silencio oficial ha sido la tónica de los últimos obispos, postura que contrastaba con la de los anteriores prelados quienes además mantuvieron una intensa colaboración, iniciada en 1977, en pastorales conjuntas, comunicados y actuaciones ante la difícil situación y graves conflictos de Euskal Herria.
La Provincia Eclesiástica de Pamplona-Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria no ha sido propuesta ni mencionada al menos públicamente, por parte de los últimos obispos de las cuatro diócesis, aunque algunos rumores apuntaron hacia una intencionalidad de llegar a acuerdos que permitan erigir la Provincia eclesiástica con sede en Pamplona, pero incluyendo otras diócesis, como por ejemplo la de Calahorra y La Calzada-Logroño.
En consecuencia a pesar del espíritu y de las recomendaciones del Concilio Vaticano II, que insistían en su sentido pastoral por el “bien de las almas que exige una demarcación conveniente no sólo de las diócesis, sino también de las provincias eclesiásticas…así como la conveniencia de examinar sus actuales circunscripciones” (Christus Dominus, 39), se sigue manteniendo y dilatando su lógica conformación pastoral, tan solicitada por anteriores obispos vascos y grupos de la Iglesia, que uniera a Pamplona, las diócesis de Bilbao, San Sebastián y Vitoria.

En el momento actual
Esta demanda pastoral sigue presente y preocupa a sectores que desean avanzar hacia una Iglesia en Euskal Herria, para la que esta remodelación de las Provincias Eclesiásticas sería un paso significativo e importante. Sus razones y motivaciones son de hondo calado pastoral y, además, responden a una práctica que ha tenido resultados positivos. Pero aunque las necesidades pastorales siguen vigentes, se muestra, una vez más, la fuerza o influencia de los contextos políticos dominantes en determinados proyectos de Iglesia.
La designación de Joseba Segura como obispo de Bilbao, se ha interpretado en muchos sectores eclesiásticos como un cambio de rumbo no solo para la Iglesia vizcaína, sino también para las otras diócesis ante los previstos inminentes nombramientos en Guipúzcoa y Pamplona.
En las actuales circunstancias socioculturales, se hace especialmente necesaria una más intensa interacción interdiocesana que favorezca la cooperación en todos los niveles pastorales del País Vasco y Navarra. No solamente para unificar en una Provincia Eclesiástica a las cuatro diócesis -sin olvidar su relación con la de Baiona-, sino para intensificar su intercolaboración pastoral, hoy sensiblemente limitada en todos los campos.
Su denominación deberá ser consensuada y consecuente con la realidad y características históricas y culturales que conforman Euskal Herria en estos territorios, evitando híbridas demarcaciones con otras diócesis. De todas formas lo importante será su eficacia para ofrecer respuestas pastorales solidarias a los acuciantes problemas actuales de evangelización en una sociedad vasca secular, con graves problemas sociales, económicos, culturales, políticos; también para las necesidades internas de distribución interdiocesana de los sacerdotes cada día más minoritarios, de un laicado interrelacionado, de acciones conjuntas de los diversos organismos pastorales.

Es hora de superar el peso de otras épocas de dependencias políticas y de responder a la realidad y problemas del pueblo desde el evangelio. Siguiendo las propuestas que dimanaron del Concilio Vaticano II, es urgente fortalecer la unión de estas diócesis, teniendo en cuenta su estrecha relación y contextos históricos y culturales, en una remodelada Provincia Eclesiástica del arzobispado de Pamplona. Esta demarcación será un medio importante y eficaz para responder a los signos de los tiempos, a fin de ser dialogantes, inculturadas, centradas en los pobres, solidarias con las de otros pueblos, servidoras del bien común de la humanidad, y contribuir a lograr la igualdad, la justicia social y la dignidad de todas las personas; en última instancia, para ser fieles a su misión de anunciar el evangelio de quien “vino a llevar la buena noticia a los pobres; a anunciar libertad a los presos y a dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor”(Lc 4,18-19).