Josep Miquel Bausset "La única iglesia que ilumina es la que arde"
(Josep Miquel Bausset).- "La única iglesia que ilumina es la que arde". Esta es la consigna, absurda y llena de agresividad, de ciertas personas que, a parte de su déficit democrático y con una actitud cristianofóbica, incitan el odio de una manera bien clara.
Incluso, por más increíble que sea, hay una página facebook con este lema, sin que ningún organismo denuncie esta clara incitación al odio. Cabe recordar que el artículo 510 del Código Penal castiga con penas de prisión de 1 a 4 años, a aquellos que fomenten, promuevan o inciten directamente el odio, la hostilidad, la discriminación o la violencia contra un grupo o contra una persona, por motivos racistas u otros, referentes a la ideología, religión o orientación sexual.
Pero está a la vista que incitar al odio por motivos religiosos no se condena como se condena el odio por motivo de orientación sexual. ¿Qué pasaría si alguien dijese que los homosexuales han de arder? Habría una condena, como no podría ser de otra manera, ya que el odio ha de ser excluido de la sociedad. Pero cuando se trata de la Iglesia, parece que todo vale.
El 2011 la Sra. Rita Maestre, actual concejala del ayuntamiento de Madrid, entró en la capilla de la Universidad Complutense con una actitud provocativa y sin ningún respeto por la libertad de religión, que defiende, entre otros organismos internacionales, la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ahora hace un año, en junio de 2016, fueron diversas las pintadas a favor del aborto, realizadas en la capilla de la Universidad Autónoma de Madrid. Y la noche del pasado 22 al 23, de nuevo, la capilla de la Autónoma volvió a ser atacada con un objeto incendiario.
Se ha hablado mucho, y con razón, de la islamofóbia y del derecho de los musulmanes a ser respetados en les sus creencias. Como también del respeto a los homosexuales y a cualquier minoría étnica, sexual o cultural. Pero echo en falta una declaración contundente por lo que se refiere a la cristianofobia, cuando es bien patente la persecución que sufren los cristianos en los países del Próximo Oriente y del Norte de África.

Y es que ante un atentado contra los palestinos, se convoca una protesta, cosa que apoyo. Pero ante los múltiples atentados contra los cristianos, en Siria, en Irak o en Egipto, ningún colectivo no levanta su voz para protestar y condenar este genocidio.
El pasado octubre el diputado de Compromís, Paco Garcia Latorre, presentó una moción en la Comisión de los Derechos Humanos de las Cortes Valencianas para impulsar una iniciativa no de ley, para la lucha contra la islamofóbia. Esta propuesta del diputado de Compromís también animaba a impulsar el Plan Valenciano de Igualdad de Trato contra Delitos de Odio.
El diputado Paco Garcia recordaba las agresiones contra personas musulmanas, el vandalismo contra las mezquitas y el ciberodio. Muy acertadamente, Garcia Latorre remarcaba que "la libertad religiosa y de conciencia, reconocida por la Constitución Española, ampara la práctica religiosa de las personas musulmanas, tanto en el ámbito privado como en el ámbito público".
Esta medida de las Cortes Valencianas habría de ser aplicada a cualquier grupo religioso, también al cristiano, que a menudo parece que sea el centro de la diana de ataques absurdos y cargados de odio.
Es una irracionalidad, además de incitar al odio, decir que la única Iglesia que ilumina la sociedad, es la que arde, cuando en realidad la Iglesia ilumina nuestro mundo con la luz del Evangelio, que es Buena Noticia de liberación y de gozo para los desvalidos y para los oprimidos. La Iglesia, a pesar de las equivocaciones que ha tenido a lo largo de los siglos, siempre ha estado al lado de los más débiles de nuestra sociedad, sirviendo y ayudando a todos aquellos que lo necesitan. Porqué, ¿donde va, mayoritariamente, la gente necesitada sino a Cáritas, aunque también a los Bancos de Alimentos y a la Cruz Roja?
La solución a todo este problema de odio y de ataque a símbolos cristianos, con la discriminación por motivos religiosos (de cualquier religión) es la educación en el respeto y en la tolerancia, la cultura de la paz y la aceptación de la diversidad. Solo así, fomentando todos estos valores, construiremos un mundo más respetuoso con aquellos que nos son diferentes. Porqué cualquier tipo de diferencia y de diversidad, hace una sociedad más rica y más humana.
