Nada procede de la nada

Nada procede de la nada

Nada procede de la nada
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Las gemas brotan después de que la savia haya fe­cundado la invernal rama.

La incandescente estrella surgió de extensas nubes moleculares.

Una mirada es la réplica apremiante a la intangible señal de otra mirada.

El beso responde delicado o ardiente al apremio de la ternura o el deseo.

La ola desplaza el ferviente anhelo del mar por repo­sar sobre la playa.

Tu sutil, cotidiana presencia en mi vida, es fruto de una ofrenda compartida.

Cuando mis días regresen al manantial, se revelará el fulgor de nuestro inicial, breve e indeleble encuentro.

(Cuida con amor tus estrellas, Paulinas)

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