Es bueno dedicar una mañana o una tarde cada mes al retiro espiritual. Las grandes imágenes del Evangelio de Juan. (Según el papa Benedicto XVI).
Retiro del mes de noviembre del año 2022
| José María Lorenzo Amelibia
Tema del retiro: Las grandes imágenes del Evangelio de Juan. (Según el papa Benedicto XVI).
Jesús en el Evangelio de Juan
Advertencia para todos los meses:
Retiro: Es bueno todos los meses practicar una mañana o una tarde de retiro. Ofrezco este retiro del mes de xxx, con el tema “xxx”. Se puede realizar en particular durante una mañana o una tarde. También puede servir a sacerdotes para ofrecerlo a algún grupo de personas. Puede ser muy fructuoso para el alma. --- Íntegro debajo de este anuncio:
Preámbulo. Ante todo hemos de ponernos en la presencia de Dios de una manera consciente y detenida; esta puede ser una manera eficaz:
1.- Con calma decir: Señor, Tú estás aquí. Yo lo creo. Tú me ves... Me contemplas... Penetras mi alma hasta el fondo... Me escuchas... Me amas... Yo soy alguien para Ti. Importo ante tus ojos. 2.- Lo creo, Señor, porque Tú lo dijiste; y ni quieres, ni puedes engañarnos. 3.- Si Tú estás aquí, y lo creo, debo comportarme como lo hago delante de alguien que es muy importante para mí.4.- Voy a practicar un acto de oración, de búsqueda de Ti, de tu voluntad. Sea para tu mayor gloria.
Este retiro está elaborado íntegro del libro de Benedicto XVI “Jesús de Nazaret” una joya tanto desde el punto de vista científico como espiritual. De él hemos entresacado estas ideas para meditar. Es bueno que cuantos tenemos conocimientos teológicos lo asimilemos con paciencia, lo hagamos criterio y tema de reflexión y oración. (En letra más pequeña se indica las páginas del libro de donde hemos tomado las ideas).
Muy unidos a la fiesta litúrgica de hoy “Todos los santos” 2022
I
Las grandes imágenes del Evangelio de Juan.
p 261
1.- Los sinópticos nos muestran a Jesús en su unidad con el Padre: está presente siempre, aunque también permanece oculto bajo la humanidad. En Juan la divinidadde Jesucristo aparece sin tapujos ya en el inicio, en las disputas con las autoridades judías, en el Sanedrín. Este Evangelio lo escribió un testigo ocular: “El que lo vio da testimonio y su testimonio es verdadero...” (Jn. 19,35). Y desde tiempos de san Ireneo la tradición siempre ha atribuido este Evangelio a Juan el hijo de Zebedeo. Es cierto que en Éfeso hubo una escuela joánica; y tal vez fue el presbítero Juan quien efectuó la última redacción de este Evangelio. Esta escuela joánica profundizó el misterio de la revelación y la automanifestación de Dios en el Hijo. Quiere este Evangelio reforzar la fe. Su pretensión es haber transmitido el testimonio personal de Jesucristo con respecto a los grandes acontecimientos vividos en Jerusalén.
2.- p. 275. Juan utiliza la palabra “recordarse” en tres momentos: a) “Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: “El celo de tu casa me devora””. (Jn. 2,17 y salmo 69,10). Es un hecho que proviene del “Logos” y conduce a él. En íntima relación de la actividad y pasión de Jesucristo con la palabra de Dios. b) “y cuando resucitó entre los muertos, los discípulos se acordaron de lo que había dicho y dieron fe a la Escritura”. (Jn. 2, 22). La resurrección despierta el recuerdo de la palabra. c) Y la palabra recordarse aparece también el Domingo de Ramos. Allí se relata cómo Jesucristo encontró un borriquillo y se montó en él “como estaba escrito”. (Jn. 12, 14 y Za. 9,9). La resurrección enseña una sola forma de ver: descubre la relación entre las palabras de los profetas y el destino de Jesucristo. Despierta el recuerdo. Este Evangelio se basa en los recuerdos del discípulo, dentro de una comprensión guiada por el Espíritu Santo. Nos muestra al verdadero Jesús y nos sirve de fuente para entender mejor al Maestro. Él es de quien se dijo: “Escuchadle” (Mc. 9, 7; Dt. 18,5). La promesa de Moisés se ha cumplido con creces en la manera desbordante en que Dios acostumbra a regar: Quien ha venido es más que Moisés, más que un profeta; es el Hijo de Dios.
3.- p. 281. Vemos en el Evangelio de Juan un carácter litúrgico. Así: justo al comienzo de la actividad de Jesucristo, se encuentra la pascua de los judíos; la curación del paralítico da ocasión para la primera gran predicación de Jesús y aparece junto a una fiesta de los judíos (Jn. 5,1); el gran sermón sucesivo de Jesús con la promesa de los ríos de agua, se pone en el contexto de la fiesta de las Tiendas (Jn. 7,38); el camino de Jesús culmina con la fiesta de la Pascua (Jn. 12,1); la oración sacerdotal de Jesús, que contiene una sutil teología eucarística, se desarrolla a partir del contenido teológico de la fiesta de la Expiación y también en torno a esta fiesta, la Transfiguración de Jesucristo. Todas estas fiestas judías tienen vinculación con la creación y la búsqueda de Dios, con un recuerdo de Dios que se transforma en esperanza. Todo esto nos remite hacia Aquel que puede decir de sí mismo: “Yo soy”.
4.- p. 283. Las grandes imágenes del Evangelio de San Juan. --- El agua. El agua es elemento primordial de la vida y uno de los elementos originarios de la humanidad. La primera forma del agua es el manantial, así aparece como verdadero elemento creador y símbolo de la fertilidad, con un carácter casi divino; con su profundidad representa el peligro e incluso el descenso a la muerte, y el salir de ella puede significar el renacer. Él y su fuerza aparecen como la majestuosidad impresionante; el Creador ha puesto al mar sus límites: no puede tragarse la tierra. El paso del mar Rojo se ha convertido para Israel el camino de la salvación. El simbolismo del agua recorre el cuarto Evangelio desde el principio al fin: Nicodemo que para renacer de nuevo ha de hacerlo del agua y del Espíritu.El bautismo responde a doble principio: el Espíritu divino y el agua como madre universal de la vida natural elevado a sacramento. O sea, para renacer se requiere la fuerza creadora del Espíritu de Dios, y como sacramento necesita también el seno de la Iglesia que acoge y acepta. Nunca está Cristo sin la Iglesia.
5.- p. 285. Encontramos a Jesucristo en el capítulo 4 junto al pozo de Jacob, aquel patriarca que precisamente con el pozo ha dado el agua para la vida. Y sobre el agua – símbolo del Espíritu Santo – es la conversación de la samaritana con Jesús junto al pozo de gracia. Y en el capítulo 5 también aparece el agua, más bien de soslayo. Se trata del enfermo que estaba paralítico desde hacía 38 años, y espera curarse al entrar en la piscina. Todo es capítulo aparece como una explicación del bautismo que nos hace capaces de ver. Con un significado similar pero a la vez diferente, aparece en el capítulo 13 el lavatorio de los pies en la Última cena. Y la humildad de Jesucristo dando el baño purificador de los pies. Y aparece por fin el agua al final de la pasión (9.14) cuando brota del costado de Jesús sangre y agua. Son tres los que dan testimonio: el espíritu, el agua y la sangre. (1 Jn. 5, 6-8). Procuramos penetrar en estos simbolismos.
6.- p. 289. Y dice Jesús: “El que tenga sed que venga a mí y beba... de sus entrañas manarán torrentes de agua viva...” (Ver Jn. 7, 37...). Estos ritos del agua se remontan al origen de la fiesta en el contexto de las religiones naturales... el agua que brota de la roca de Moisés, durante la travesía del desierto. Y Jesucristo es el nuevo Moisés; la roca de la vida. Y ¿cómo se llega a esta fuente y se toma el agua?: “El que cree en mí”... --- Toda la literatura del Nuevo Testamento legitima la fe en Jesús, sosteniendo que en Él confluyen todos los ríos de la Sagrada Escritura. Recordamos: “Me mostró a mí, Juan, el río de agua viva luciente como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero”. (Apo. 22,1). Y del cuerpo del Crucificado brota sangre y agua. Y donde llega este río, la tierra se purifica y crecen árboles llenos de frutos, como de esta fuente de amor que se nos ha dado y de ella fluye la vida eterna.
7.- p. 294. Pan, vino y aceite son dones del clima mediterráneo. Estos dones se han convertido, junto con el agua, en elementos sacramentales. El pan es alimento básico, el vino representa la fiesta y no deja vislumbrar algo de la fiesta definitiva de Dios. El aceite proporciona al hombre fuerza curativa, belleza. El pan lo encontramos en el Evangelio en la multiplicación de los panes. El vino, en las bodas de Caná. (Jn. 2, 1...). Recordamos cuando Jesucristo le dice a su madre: “Todavía no ha llegado mi hora”, hace referencia a su muerte y resurrección. Pero Jesús hace el milagro para proporcionar alegría. Él es quien nos proporciona la alegría, de la que el vino es solamente símbolo. En Isaías 5, 1-7 nos encontramos con la canción de la viña, que probablemente la cantó en la fiesta de las Tiendas que duraba ocho días. La viña era la imagen de la esposa; y la esposa puede también significar Israel: “Sacaste una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste, le preparaste el terreno...” (Salmo 80). Y en el salmo el lamento se convierte en súplica: “Cuida esta cepa que tu diestra plantó... Dios de los ejércitos restáuranos, que brille tu rostro y nos salve” (16,20).
8.- p. 302. En Mc. 12,1-12 se representa a Israel por los arrendatarios de una viña, cuyo dueño ha marchado y reclama desde lejos los frutos que le corresponden. En relato se habla del maltrato y muerte a los criados e hijo, y parece ahí reflejada la historia de los profetas. La historia se convierte en actualidad: el rechazo del mensaje de Jesús por parte de sus contemporáneos. ¿No podrá el templo reflejar la Iglesia de nuestro tiempo? El Señor mantiene en sus manos la viña, y que ya no está supeditado a los criados actuales: “Arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera; si no te arrepientes, vendré a ti y arrancaré tu candelabro de tu puesto”. (Apo. 2,5). Dios no fracasa aun cuando nosotros seamos infieles. Y seguimos con la viña, cuando Jesucristo dice: “Yo soy la verdadera vid”. (Jn. 15,1). Él mismo se ha convertido en vid en el Hijo: Cristo Jesús, el Hijo de Dios. En Él, todo se ha convertido en un “sí”. (2 Co. 1,19...).
9.- p. 306. “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos...” (Jn. 15...). El hecho de que Jesucristo se haya convertido en la vid significa que es una relación con nosotros los cristianos. La vid es un atributo cristológico. Realidad de fe cristiana. Por todo esto es necesaria la purificación del cristiano, porque somos uno con Cristo. “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará” (7). Este efecto de la oración proviene que permanecer en Cristo, la Vid.
10.- p. 310. El pan aparece ya en las tentaciones de Jesús. Después se esclarecerá en la entrega de su cuerpo como pan de vida. En el Padrenuestro en la cuarta petición. En la multiplicación de los panes (Jn. 6, 1-15). Y en el Antiguo Testamento aparece el manácomo pan del cielo. Y en el desierto, gracias a la mediación de Moisés que ruega a Dios y envía el maná, Israel se convierte en el Pueblo de Dios. En la literatura sapiencial, la sabiduría aparece como el pan (Prov. 9,5).
11.- p.316. Y el hombre tiene necesidad de algo más que el pan: “El pan de Dios es el que baja del cielo a la tierra para la vida del mundo”. (Jn. 6,33). “Yo soy el pan de vida: el que viene a mí no pasara hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed”. (Jn. 6,36). Su carne es vida para el mundo. (51) y nos da de beber su sangre (53), haciendo referencia no solo a la Eucaristía, también a su pasión y muerte. “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo” (Heb. 10,5). Se ve la Eucaristía como el gran encuentro de Dios con los hombres: Él se entrega como “carne”, para que nosotros seamos “espíritu”. Se subraya la perspectiva pascual del sacramento, a través de la cruz. El pan terrenal puede llegar a ser portavoz de la presencia de Cristo porque lleva en sí mismo el misterio de la pasión; reúne muerte y resurrección.
12.- p. 320. El pastor. La imagen del pastor lleva consigo gran simbolismo: La preocupación por los débiles; el buen pastor; “El Señor es mi pastor” (Salmo 23), Dios mismo que busca a las ovejas; “Yo soy el Buen Pastor”; “Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas” (Jn. 10,7); tres veces dice Jesús a Pedro “Apacienta mis coderos” (Jn. 21, 15-17). Pedro no considera las ovejas como algo propio, sino como rebaño de Jesús, puesto que llega a ellas por la puerta que es Jesús. Y las ovejas escuchan la voz de Jesús. Y le dice a Pedro: “Tú sígueme”. (Jn. 21,19).
13.- p. 326. Destacan cuatro elementos fundamentales: a) “Yo soy el buen pastor” (Jn. 10, 11); el ladrón viene para robar y matar y hacer estragos (10, 10); ve las ovejas como algo de su propiedad; da la vida por sus ovejas. Jesucristo da pastizales a sus ovejas y las fuentes de vida. Sacamos en consecuencia la verdad de ser amados por Dios, necesitamos de Él para alimento del cuerpo y del alma, de su palabra y de su amor. No solo es Jesucristo el pastor, también el alimento. b) El Buen Pastor da la vida por sus ovejas. (Jn. 10,11). La cruz es el punto central del sermón del pastor; se entrega a sí mismo por los demás. Aquí conocimiento y pertenencia están entrelazados; el pastor bueno no posee a las ovejas, pero sí le pertenecen; una pertenencia interior que es mucho más profunda que la simple posesión. Ni los hijos ni los esposos son posesión entre sí, pero se pertenecen. De este modo las ovejas de la parábola, son seres libres, sí, pero pertenecen al pastor; y las conoce y las ama; pero no se aprovecha de ellas, sino que por ellas ofrece y da su vida. c) “Yo soy el Buen Pastor que conozco a las mías y ella me conocen”. (10, 14). El conocimiento mutuo entre el Padre y el Hijo se entrecruza con el conocimiento mutuo entre el pastor y las ovejas. Y también llegamos así a entender un poco cómo la Iglesia y la Trinidad están enlazadas entre sí. ¡Solo en Dios y a través de Dios se conoce verdaderamente al hombre! El hombre sólo se conoce a sí mismo, cuando aprende a conocerse a partir de Dios. Este conocimiento ha de encontrase en la comunión del amor de Dios. Y el “Yo” propio de Jesús está siempre abierto al Padre. --- d) Y llegamos al tema de la unidad. “... Les haré un solo pueblo en mi tierra... no volverán ser dos naciones, ni volverán a desmembrarse en dos reinos... (Ez. 37, 15...). Y Jesucristo dice: “Tengo también otras ovejas que son de este redil; también a esas las tengo que atraer y escucharán voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor” (Jn. 10,16). Y en Mat. 28, 19 “Haced discípulos de todos los pueblos”. Una misión de unidad universal bajo el cayado de un solo pastor. La humanidad, más allá de la dispersión está llamada a la unidad. “El Señor es mi pastor, nada me falta”. (Salmo 23).
Examen práctico.
1.- Pensar en mi manera de transmitir a Jesucristo como Dios, no solo como un hombre fuera de serie. También cómo seguirle como Dios.
2.- Recordar con frecuencia a Jesucristo, su vida, sus palabras, su resurrección… Pensar ahora modos de recordar a Jesucristo; modos que puedan ser eficaces para mi vida interior.
3.- Voy a analizar ahora de un modo práctica para mi vida las imágenes de san Juan: El agua… El paso del mar Rojo… Nicodemo para renacer de nuevo… EL pozo de Jacob, el pozo de gracia…el lavatorio de los pies …del costado de Jesús sangre y agua… “El que tenga sed que venga a mí y beba... de sus entrañas manarán torrentes de agua viva...” el agua que brota de la roca de Moisés… en Él confluyen todos los ríos de la Sagrada Escritura.
4.- Reflexionamos: El pan es alimento básico… la multiplicación de los panes. Eucaristía… El vino, en las bodas de Caná…La viña era la imagen de la esposa… Cuida esta cepa que tu diestra plantó… se representa a Israel por los arrendatarios de una viña… el rechazo del mensaje de Jesús por parte de sus contemporáneos… Él mismo se ha convertido en vid en el Hijo: Cristo Jesús…
5.- Seguir nuestra reflexión: El pastor… La preocupación por los débiles… el buen pastor; “El Señor es mi pastor”... “Apacienta mis coderos”…“Tú sígueme”...
6.- Dedicar un tiempo para analizar y pedir fuerza a Dios y ver situaciones en las que puedo influir con mi estudio del Evangelio y la actuación de Jesús.
José María Lorenzo Amelibia Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/
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