Soy sacerdote de Jesucristo

Cuando voy a Misa he de decirle al Señor, lo mismo que si la celebro en mi casa (Hay un estudio hecho sobre la celebración de la Eucaristía por el sacerdote secularizado) , y lo mismo que ahora le digo con todo corazón: "Suplo en mi carne lo que queda a la pasión ce Cristo". Acéptame, Padre, junto con la oblación que Jesús hace de sí mismo en el santo Sacrificio. ¡Qué bueno vivir así la misa, y vivirla durante todo el día! Estar cada vez más identificado con Cristo según la frase de san Pablo:


"Los que viven no vivan ya para sí mismos, sino para Aquél que por ellos murió y resucitó". Al pensar en el sacerdocio eterno de Cristo, me parece verlo como una gran fuente de donde brotan todas las gracias para la humanidad, de ahí surgen los sacramentos y nuestra felicidad eterna. Por eso, como sacerdotes, hemos de continuar en la tierra la obra de Jesús. ¡Ayúdanos, Señor! Atraer a la virtud a todos cuantos podamos.

Ser pregoneros de tu Evangelio en todos los momentos que podamos. Ser, Señor, como sacerdotes, centro de irradiación de tu vida divina, de tu amor, de tu caridad para con todos; comunicar siempre los dones sagrados.


Me gusta mucho meditar en estas ideas sacerdotales, unido a la Santísima Trinidad. Te las participo, por si te sirven: Yo no sé, pero cada vez me impactan más estos pensamientos que antes me parecían como abstractos. Son ideas que las estudiábamos en Teología, y expuestas con fervor por grandes santos como C. Marmión y Sor Isabel del la Trinidad: Dice Jesús: "Todo lo mío es tuyo y lo tuyo, mío".

El Hijo hace refluir hacia el Padre todo, como recibido de Él. El Espíritu Santo procede de esta relación amorosa entre el Padre y el Hijo y constituye una persona distinta, igual en su dignidad al Padre y al Hijo. Contemplo con amor esta relación Trinitaria. Me entrego al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Gozo en mi alma al contemplar estas relaciones divinas que constituyen las Personas. ¡Qué maravilla tiene que ser el Cielo, contemplando todo esto por toda la eternidad! Tal es la gloria que Dios se tributa a Sí mismo. Las tres personas tienen una misma esencia; iguales en su dignidad; ninguna es mayor que las otras dos, y constituyen, las Tres, la única Divinidad; el único Dios verdadero. No se tributan culto ni adoración; son iguales en perfección.

En Cristo, el Sacerdocio no lo lleva consigo el Verbo sino su santa humanidad. "Tú eres sacerdote para siempre". Yo participo de este sacerdocio de Cristo,,. y participaré por toda la eternidad. El Señor me eligió para comunicar sus bienes, para adorarle, para darle gracias y ser mediador entre el Pueblo y Dios. Nadie puede quitarme esto, Dios me lo dio; nadie me lo puede quitar. No tengo una misión pastoral, pero soy sacerdote y viviré con la ayuda de Dios como sacerdote: reparar, hacer el bien, tender mis redes para pescar almas, para ayudar al Reino del Señor. Seré francotirador o militaré en una comunidad, pero siempre muy unido al sumo Sacerdote Jesús.

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