Una amiga periodista me comentaba que un día, después de una celebración, el obispo de su diócesis se acercó a su hijo de cinco años y lo saludó. Éste le mostró el pectoral y le dijo:¿Sabes quién es? El niño le respondió: -¡Claro que lo sé, es Jesús que está muerto en la cruz.. Y el obispo siguió: Y, ¿sabes por qué le mataron? El niño le respondió inmediatamente: “-¡Por envida, por pura envidia!”
Dice que el obispo se quedó sin palabras.
Cuando me contaba esto, me acordé de un proverbio árabe que repetía mi abuela y que decía: “Castiga a los que tienen envidia haciéndoles bien”.
Sin duda, es lo que hizo Jesús, y por eso, se lo cargaron.
Que como el niño llamemos a las cosas por su nombre, y como Jesús, hagamos siempre, y a pesar de todo, el bien.
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