La profecía de los niños

Se llama Joan, tiene 8 años, viven en un barrio de las afueras de Manresa, y esta semana me dio una gran lección que hoy quiero poner en off, porque sigue siendo cierto a los niños hay que escucharlos. Tonucci habla de la “profecía de los niños” y creo que tiene mucha razón.

Bien, Joan se enteró, porque lo vio en la tele y en el diario; porque vio en el super que había una “cesta” para recoger alimentos para las familias necesitadas; porque leyó que en Manresa había un grupo de gente que hacían campaña para que en la Ciudad nadie se quedara sin poder comer, y para que entre todos les ayudaran….y por eso quiso colaborar. Fue a la hucha de su habitación, hizo un recuento de sus ahorros destinado a comprarse una Wii y los puso en un sobre. Después fue a ver sus padres y les dijo: Este año no quiero regalos de Reyes, por lo tanto en mi carta a los Reyes les pido que podamos comprar alimentos para los que ni tienen que comer.

Mientras sus padres nos salían del asombro, Joan llamó a sus abuelos y les dijo lo que ponía en su carta a los Reyes. La abuela se disgustó…. El abuelo se quedó pensando, y luego, ambos, lo celebraron, y decidieron colaborar.

A los dos días padres y abuelos, tomaban idéntica decisión que Joan, les emocionaba el gesto, pero no sabían cómo el niño había tomado esta decisión. A la abuela le vino un ataque de “ternura” y dijo, compraremos alimentos, pero igualmente le haremos los regalos: se lo merece, y para él será una sorpresa.

Bien, esta semana vinieron con un coche muy grande, lleno de alimentos. El padre de Joan me explicó lo ocurrido, mientras Joan descargaba el coche. Dije al niño que el lunes, cuando entregáramos los alimentos, diríamos que era de parte de “Joan”. Él se alegró, y dijo a su padre: - Ah, y que quede claro que este es mi regalo, ni se os ocurra regalarme nada más.

Vi al niño muy decidido. Imagino que el papá de Joan tendrá que convencer a la familia de que Joan no quiere regalos. Es más, creo que si le hacen algún regalo “por ternura”, Joan se llevará un disgusto.

Celebro el gesto de Joan, y eso me anima a creer que los niños, pueden ayudarnos a cambiar el mundo. Ah!, y deseo que estos gestos sean no solo acompañados y respetados, sino que además ayudemos a los niños a abrir los ojos a la realidad: no puede ser que están en una burbuja, mientras la gente se lo pasa mal. Ellos saben comprometerse, no hay que sobreprotegerlos tanto, porque como Joan, los niños, pueden seguir dándonos lecciones de vida.

Gracia, Joan.
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