El sinodalismo no es solo una palabra El corporativismo en la Iglesia

La coherencia en lo poco

En los últimos tiempos, tal vez influidos por la actitud sinodal que quiere abrirse paso, estoy notando un exceso de corporativismo eclesial que puede llevarnos de nuevo al descrédito por falta de autocrítica. La Iglesia no es un partido político donde tenemos que tener por obligación una sola línea de acción y de pensamiento. Ya hay por ahí demasiadas sectas que comen el coco y buscan más adeptos que personas libres con espíritu crítico. Si la Iglesia no valora y defiende aquella actitud de Pedro y Pablo, en el Concilio de Jerusalén que los llevó a contrastar un tema tan controvertido y en el que había posturas diversas para lograr un consenso, después de un maduro discernimiento, no seremos nunca una Iglesia sinodal sino uniforme. Y donde no hay conciencia crítica hay borreguismo y seguidismo inaceptables. Si alguien señala, desde la libertad de los hijos de Dios, incluso con la posibilidad de equivocarse, un error o una actuación discutible de alguien de nuestros pastores, que por casualidad o por voluntad ha ocurrido en algún lugar, ya salen de inmediato aquellos instalados en la ortodoxia acusándote de tirar piedras contra el propio tejado y de romper la comunión eclesial. Como si la fuerza de la comunión se rompiera con una opinión distinta. ¡Qué poca fuerza tiene entonces la comunión! Yo he criticado aquí actitudes de algún obispo que me parecían poco evangélicas y, al fin, la justicia civil me ha dado la razón. (Nos la ha dado porque no he sido yo quien ha interpuesto la demanda) En su momento ya salió alguna voz defensora del obispo y contra mí que, por cierto, no ha dicho nada cuando la justicia le ha quitado la razón al obispo. No estamos en la Iglesia para dar jabón a los obispos, hagan lo que hagan y digan lo que digan solo porque son obispos. Eso se llama arribismo. La sinodalidad no va por ahí me parece a mí. Va por el discernimiento y la autocrítica para no dormirnos en los laureles y creer que todo el campo eclesial es orégano. ¡Tenemos tanto de qué arrepentirnos! Creo que nadie como san Agustín ha resumido esto que quiero decir: “En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad y en todo caridad” Me parece que estamos en lo esencial, que es Cristo mismo, todos a partir una piña; en lo dudoso no podemos dejar de vivir en la libertad de los hijos de Dios y opinar y compartir para avanzar juntos en la búsqueda de la verdad y en la caridad que podamos destacar por nuestra generosidad con aquellos que cerca o lejos de nosotros no han tenido la misma suerte. De lo contrario la Teología nunca avanzaría. No al corporativismo en la Iglesia que es un signo de inseguridad y de miedo. La defensa irracional de lo nuestro, sin espíritu crítico, se convierte en adoctrinamiento, fanatismo y radicalización, justo lo contrario de lo que debe ser la Iglesia en este tiempo del jubileo de la Esperanza.

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