#sentipensares UNA HISTORIA ESPECIAL

Historia de una alumna que llamaremos Rivkah

Beige Simple Boda Pinterest Imagen para Blog (11)

La Educación ha sido siempre el faro de mi vida. En mi deambular por diferentes escuelas, hubo una que quizá por ser tan diferente a mi formación me ha dejado las más profundas huellas. Una Yeshivá resultó ser el espacio más emocionante no sólo por los enormes retos que me ha presentado sino por ser el ambiente más opuesto a mi personalidad que podía haber imaginado.

 Es en éste ámbito en el que se desarrolla la historia que quisiera compartirles, la historia de una alumna que llamaremos Rivkah y que conocí mientras todavía  ella estaba cursando sexto de primaria, aún no era parte de mi departamento, pues yo era directora de la Secundaria y maestra de Biología en la sección de español.

 La conocí antes de tiempo, pues Rivkah era una niña con muchas limitaciones, por ello necesitaba de variadas terapias que se le daban dentro de la escuela. Cuando no tomaba terapias asistía a las clases regulares y tanto alumnas como maestras estaban conscientes de que Rivkah simplemente no podía aprender. Las terapias, por lo tanto, la ayudaban a pasar el tiempo y pretendían prepararla para la vida.

En varias ocasiones tuve la oportunidad de observar como la terapeuta luchaba por conseguir diferentes respuestas de ella pero la más frecuente era de enojo reflejado en un absoluto mutismo, todo su cuerpo se cerraba, su mirada bajaba, su cabeza se escondía, sus hombros se encorvaban;  la atenta y ansiosa terapeuta  aceptaba su impotencia y simplemente esperaba a la próxima sesión para tener mejor suerte con ella.

Para mi Rivkah era una persona muy difícil con la que no se podía razonar con facilidad, que se bloqueaba a su entorno en cuanto no estaba de acuerdo con lo que sucedía y no había fuerza que la moviera. Su carita se nublaba, su cuerpo se encogía y no salían palabras de su boca.

Con esa imagen en mi mente recibí a Rivka el año siguiente en la Secundaria. Su mamá vino a hablar conmigo, su nombre era Esther. Ella era una mujer muy preocupada por el bienestar de su hija, que seguía muy de cerca su crecimiento, confiando que en unos años se pudiera valer por sí misma para casarse y tener una familia como todas las jovencitas de la comunidad.

Esther y yo ya nos conocíamos pues su hija mayor, Yael, había sido mi alumna dos años antes, era una alumna muy comprometida que se esforzaba mucho, académicamente le costaba sacar buenas calificaciones pues se ponía muy nerviosa y no se tenía confianza. Esther me decía que así era ella también y que por favor la apoyara para darle mas seguridad.

Yael acabó la Secundaria con buenas calificaciones y todas las maestras apoyamos para elevar su autoestima. Había logrado ganarme la confianza de Esther y nuestra primera entrevista para platicar de Rivka fue muy positiva, hablamos de lo extenso del horario en la secundaria y en la posibilidad de dejarla salir con la primaria, de igual manera seguiría con sus terapias.

Para Esther lo más importante era que las maestras y yo aceptáramos el hecho de que Rivka no podía participar en ninguna clase pues su nivel era bajísimo y no debíamos presionarla porque ella no tenía la capacidad de las demás niñas. Vagamente habló de fuertes calenturas cuando era bebé y desde entonces su crecimiento intelectual se había limitado notablemente, también me platicó lo difícil que le fue que la directora de la escuela, la Morá Sarah la aceptara, Este tipo de escuelas religiosas no tenían la capacidad de tomar alumnas con tan diversas necesidades; pero ella había prometido que Rivka se portaría bien, sin platicar o hacer travesuras, siempre y cuando las maestras no la presionaran a hacer NADA pues ella no podía.

Así fue incluso en sus primeros meses en la Secundaria. Por otro lado a Rivka lo que mas le importaba de su cotidiano era estar con sus compañeras, de ahí que estar en las terapias era siempre conflictivo.

Fue esta la razón más poderosa por la cual Rivka se rehusaba a irse temprano de la escuela cuando entró a la Secundaria. Este hecho era bastante sorprendente en nuestro departamento pues todas las niñas trataban a diario de encontrar una excusa que las hiciera irse temprano; a las 2:30 en vez de a las 4:00 pm, ya que las materias de Español no eran prioridad para las alumnas. Pero éste no era el caso de Rivka, ella quería estar con sus amigas, parecerse a ellas, ser parte del grupo. Como toda adolescente, quería pertenecer.

Me parecía curioso, pues no dejaba de ser contradictorio el hecho de que en clase era notablemente etiquetada por sus compañeras; cada vez que alguna maestra le pedía algo, le preguntaba algo, se dirigía a ella por cualquier razón, todo el grupo brincaba para aclararnos que ella no podía hacer nada, que la dejáramos en paz. Sin embargo para ella era evidente que lo más importante era parecerse a las demás aunque fuera solo en su presencia física, disfrutaba la escuela, nos era difícil entender cómo podía pasarse horas sin participar y no desesperarse, por el contrario parecía disfrutarlo.

Pasaron los meses en ese año de primero de Secundaria y las cosas estaban “bajo control”, la idea era que ella no causara problemas y para ello traía un entrenamiento extraordinario.

Un día su mamá habló conmigo; algo inesperado había sucedido. Alguien le había hablado sobre un “doctor” religioso que tenía mucha experiencia en problemas de aprendizaje. El ser religioso le daba una categoría especial, quizá él podía ayudar a Rivka ya que al acercarse a la edad de casarse sus limitaciones se hacían cada vez mas preocupantes para sus padres que habían hecho lo imposible por manejar su situación de la mejor manera posible, pero que ahora cuando la futura vida de Rivka se volvía inminente, sus “características” no le daban mucho espacio para mantener lo que ellos querían: una vida NORMAL.

Este Doctor había oído el caso y les recomendaba una evaluación, todos los jóvenes tenían posibilidades y él pensaba que Rivka tenía espacio para crecer. La evaluación les daría material para desarrollar nuevas estrategias que la pondrían en una situación de mejores posibilidades para su vida adulta.

Había dificultades para su evaluación. Este “Doctor” vivía en Israel, ¿quién la iba a evaluar? ¿Con qué seguridad la reputación de éste doctor se iba a reflejar en una evaluación hecha a distancia?.

Es importante destacar quién era este “Doctor” que por alguna razón, llamémosle “la mano de Dios” para hacer creíble éste evento en el contexto ultraortodoxo que estamos tratando, haga perfecto sentido. Este doctor era ni más ni menos que el Doctor Foyerstein, Foyesrstein se podría comparar con Piaget. Aunque no tan conocido, él introdujo al tratamiento de pacientes con problemas de aprendizaje una nueva e importantísima variable, la posibilidad de resolver problemas con otra óptica, lo que es más, la posibilidad de que cualquier persona con problemas serios de aprendizaje podría salir adelante con otros instrumentos que él desarrolló y que les da a estos individuos nuevas posibilidades.

Foyerstein contacta a la familia y les recomienda una terapista especializada, su mano derecha en Latinoamérica y es ella la que le practica las diferentes evaluaciones para determinar que tipo de estrategias se pueden desarrollar bajo su nueva perspectiva con el fin de ayudarla a maximizar sus potenciales.

El proceso de evaluarla no fue para nada fácil. Rivka había desarrollado una resistencia enorme para éste tipo de prácticas, pero la terapeuta, una mujer con un profesionalismo extraordinario logró con mucha paciencia que Rivka completara una a una las diferentes evaluaciones necesarias para hacer un nuevo diagnóstico.

Tomó mucho tiempo éste proceso pero todo valió la pena, ésta nueva filosofía  de evaluación prometía una perspectiva que invitaba a nuevas avenidas que le daban a Rivka un futuro con más oportunidades, las terapias empleadas hasta el momento sólo eran paliativas, no habían dado grandes esperanzas para un futuro realista de desarrollo dentro de sus parámetros comunitarios.

 De todos los pronósticos imaginados el que la Terapeuta nos proporcionó fue el más inesperado. Podríamos haber esperado técnicas alumbradoras para el mejor desarrollo de Rivka pero lo que la Terapeuta diagnosticó fue: “Privada de cultura”. ¿Tienen idea lo que esto significó para todos nosotros? Lo que nos estaba diciendo esta evaluación era que esta niña, que todos considerábamos limitada, al punto de no exigirle nada, era perfectamente normal, y nosotros no le habíamos dado el derecho de aprender. Simplemente en un punto de su vida, ¿dos años? Características de su conducta y reacciones al exterior habían hecho decidir a su familia que Rivkah  no tenía las características básicas para aprender y una vez tomado este criterio se transmitió al resto de  la familia, la comunidad, la escuela, preparándonos a todos a “no esperar NADA de esta niña”. Y con ésta decisión, convirtió en realidad un fuerte temor, un temor arraigado probablemente en historias o hechos familiares que persiguieron a los padres desde niños y que al experimentar calenturas en su bebé se tradujeron en un enorme miedo casi atávico que marcó a la niña en todo su crecimiento hasta éste momento.

En ese momento las partes involucradas reaccionamos favorablemente, queriendo decir con esto que pusimos sin cuestionar o analizar, todos nuestros esfuerzos en corregir el daño que se había hecho. Así, nos concentramos en proporcionarle nuevas terapias que ahora corregirían a la brevedad esa enorme brecha de conocimiento que ahora sí teníamos posibilidad de superar. Desarrollamos un programa en Hebreo y otro en Español. El reto para mí al ser la directora fue maravilloso, no dejaba de pensar en lo increíble que había sido que  se haya dado la posibilidad de la evaluación y que gracias a ello pudiéramos  revertir en Rivka la sensación de que ella no podía aprender. No iba a ser fácil, había que convencerla con hechos y su carita cerrada a tantas cosas, su cuerpo encorvado por la vergüenza me recordaba lo atrapada que había vivido todos éstos años.

Era evidente que Rivka había perdido mucho tiempo sentada en las clases, concentrada en portarse bien para que no la corrieran, probablemente entendiendo gran parte de lo que oía pero respondiendo a una voz que le decía constantemente que eso que creía que entendía no era cierto, ella no era inteligente por lo tanto lo que entendía no era real.

Una vez determinado el diagnóstico mi estrategia se encaminó a informar a las maestras del nuevo descubrimiento acerca de Rivka. Las maestras estaban muy confundidas, finalmente habían aprendido a ignorar a Rivka, las mismas alumnas defendían fervientemente a Rivka y cuando cualquiera de nosotros trataba de involucrarla en alguna actividad, las alumnas, casi al unísono, gritaban: “¡ella no puede!”. Ahora había que revertir el esquema.

De manera sencilla expliqué a las niñas que ya no era necesario defender a Rivka del aprendizaje, ahora era importante que la ayudaramos porque simplemente había que ponerla al día, se trataba de recuperar el tiempo perdido.

Me negué a seguir un esquema definido, les pedí a las maestras que la involucraran, que creyeran en ella, que le preguntaran opiniones mas que respuestas concretas, que la hicieran sentir exitosa. Todo para convencerla de que sí podía aprender.

¿Cómo explicar lo que fue sucediendo de a poco?, intervenciones a las horas de clase que a todos nos sorprendían por la clara inteligencia que Rivka demostraba en ciertos momentos en donde se atrevía a contestar, el cambio físico que empezó a mostrar, levantando la cara, enderezando toda su postura, sonriendo, hablando, defendiéndose cuando algo no le parecía. Probablemente suene trivial lo que menciono pero para nosotras, acostumbradas a ver a Rivka como sombra en la escuela, esta transformación fue casi milagrosa.

Sin embargo conforme el tiempo fue pasando y a pesar de lo que describo me fui dando cuenta que el proceso implicaba muchas más variables de las consideradas y estas resultaron ser barreras enormes para el desarrollo favorable de Rivka, las historias familiares se desenvuelven de maneras muy diversas y se entrelazan con las historias de las demás personas logrando tapices complejos y no siempre favorables para desenredar situaciones tan conflictivas. Finalmente si tratamos de analizar lo que realmente le pasó a Rivka estaremos de acuerdo que se trata de un acontecimiento trágico lleno de frustración, enojo, miedo y probablemente también profundo amor.

¿Qué habrá sentido Rivka cuando a los 15 años se entera de que todo éste tiempo se le había hecho creer que era incapaz de aprender y hoy eso resulta no ser cierto? ¿Cómo aceptar una mentira tan monumental? ¿Por qué se dio? ¿Quién lo decidió? ¿y ahora qué hacer con esta realización?

No tengo respuestas a ninguna de éstas preguntas que me fueron surgiendo a mí conforme el tiempo iba pasando. La directora de la escuela insistía mes tras mes que en verdad Rivka no era inteligente, que ella la había conocido desde chiquita y que evidentemente no se habían equivocado todas las maestras que habían trabajado con ella. Resultaba muy difícil para los que la conocían de tanto tiempo aceptar la responsabilidad del error. No, aceptaban que quizá la niña era más inteligente de lo que se creía, pero ¿igual que las demás? Imposible, las maestras se habrían dado cuenta sin lugar a duda. ¿Y qué hay de la familia? , ¿los papás?, ¿los hermanos?

La familia desistió de las nuevas terapias, ahora para regularizarla. Tenían otras prioridades. No pudieron afrontar el gran error en el que sumieron a Rivka.

Es posible que ella esté casada y  feliz, inmersa en una vida con cierta confusión pero al final cómoda dentro de las limitaciones, que ya fueran adquiridas por el entorno o no, la mantienen en una situación de mayor paz que la realidad de su condición.

Volver arriba