Mi alma tiene sed

Mi alma tiene sed Ti, del Dios vivo nos dice el salmo 42,3. De esta forma es como nos expone el salmista su relación con Dios.
Parece no ser demasiado boyante ya que cuando uno siente “sed” es porque hay una necesidad y por lo tanto, una ausencia, en este caso, de Dios. Por otra parte, si hay una sed, es porque ya lo ha encontrado ya que nadie busca lo que no conoce.
Cada vez va en aumento el número de personas que expresan no sentir esa sed, ni tan siquiera les preocupa, por lo tanto, nadie busca lo que no necesita, algo demasiado usual en la sociedad en la cual vivimos y cuya única preocupación y necesidad es el consumismo, lo que sea y como sea y a costa de lo que sea…
Esta superficialidad y rol al que estamos sometidos, la mayoría de las veces sin ser conscientes y sintiéndonos arrastrados por el entorno, nos facilita el quedarnos en la “superficie” de la vida. Es “mejor no ahondar por lo que podamos encontrar”, esa sed que en algún momento podamos sentir, va quedando tan enterrada, que directamente y sin esfuerzo alguno, la damos por perdida.
Hoy “Dios sobra”, la vida no nos da para más… intentamos evitar el encuentro pero ¿por qué? ¿Por miedo a lo que podamos descubrir?
Estamos en Adviento. Momento para pararnos, para ver si nos sentimos satisfechos con nuestra vida o simplemente caminamos como zombis en ella ¿Cuál es mi verdadera sed? ¿Estoy dispuest@ a saciarla o prefiero la comodidad y lo conocido?
Volver arriba