"Grita la tierra, pero sobre todo grita una humanidad abrumada por el odio" Gugerotti: "Los católicos orientales han dado testimonio de su fe, a menudo con la sangre o la persecución"

Gugerotti, en los novendiales
Gugerotti, en los novendiales

"A nuestro alrededor no hacemos más que percibir el grito de la creación y, en ella, el de quien está destinado a la gloria y es el fin por el que la creación ha sido querida: la persona humana"

"A menudo nos sentimos dueños de Dios, conocedores perfectos de la verdad, cuando solo somos peregrinos a quienes se nos ha dado la Palabra"

"Hijos de los comienzos del cristianismo, han llevado en el corazón, junto con sus hermanos y hermanas ortodoxos, el sabor de la tierra del Señor, y algunos incluso siguen hablando la lengua que habló Jesucristo". Séptimo día de los novendiales en sufragio del Papa Francisco. Desde la basílica vaticana, el prefecto (en funciones) del dicasterio de las Iglesias Orientales, Claudio Gugerotti reivindicó la riqueza de la diversidad en el orbe católico, una de las premisas del pontificado de Bergoglio.

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En su homilía, Gugerotti recordó cómo "hace unos días rezamos sobre el cuerpo de nuestro Santo Padre Francisco y sobre ese cadáver proclamamos nuestra fe inquebrantable en la resurrección de los muertos" mientras que "en estos días, nuestra certeza y nuestra invocación continúan para que el Señor mire con misericordia a su siervo fiel".

La resurrección es un grito, al que "se une toda la creación que,  en los dolores del parto, espera su salvación", añadió el purpurado, quien admitió cómo "hoy en día, la creación y la persona humana parecen tener tan poco valor".

Gugerotti inciensa el altar
Gugerotti inciensa el altar

"Sin embargo, entre nosotros hay cardenales, como los procedentes de África, que sienten espontáneamente la belleza del fruto de estos dolores, porque una nueva vida es un valor inestimable para sus pueblos", añadió, señalando el tema de la creación "como compañera de viaje de la humanidad y solidaria con ella, al igual que ella pide solidaridad al género humano, para ser respetada y sanada", algo que resuena plenamente a Francisco.

"A nuestro alrededor no hacemos más que percibir el grito de la creación y, en ella, el de quien está destinado a la gloria y es el fin por el que la creación ha sido querida: la persona humana", destacó Gugerotti. "Grita la tierra, pero sobre todo grita una humanidad abrumada por el odio, fruto a su vez de una profunda desvalorización del valor de la vida", denunció.

"Muy a menudo, esta humanidad desesperada fatiga en expresar en el grito su oración e invocación al Dios de la vida. Y es entonces, nos recuerda San Pablo, cuando el espíritu interviene en nosotros y convierte nuestros silencios rocosos y nuestras lágrimas inexpresadas en una invocación a nuestro Dios con gemidos inexpresables o, como también se puede traducir, con gemidos inexpresados, es decir, silenciosos", recordó, en una expresión "muy querida por el mundo cristiano oriental, que ve en la incapacidad de expresar a Dios (apofasis) una de las características de la teología: contemplación de lo incomprensible, vano intento de desvelar la verdad suprema y, por lo tanto, como mucho, posibilidad de decir (...), no lo que Dios es, sino lo que no es".

Esta es "una gran enseñanza para nosotros", añadió "que a menudo nos sentimos dueños de Dios, conocedores perfectos de la verdad, cuando solo somos peregrinos a quienes se nos ha dado la Palabra,". En Oriente, "el padre y la madre espirituales son el monje, la monja o, en cualquier caso, el guía de quienes buscan a Dios". "También nosotros, los occidentales, significativamente antes de llamar a estas personas «directores» espirituales, los llamábamos padres y madres espirituales. Un cambio interesante".

"El papa Francisco nos ha enseñado a recoger el grito de la vida violada, a hacerlo nuestro y a presentarlo al Padre, pero también a trabajar para aliviar concretamente el dolor que suscita este grito, en cualquier latitud y en las infinitas formas en que el mal nos debilita y destruye"

"El papa Francisco nos ha enseñado a recoger el grito de la vida violada, a hacerlo nuestro y a presentarlo al Padre, pero también a trabajar para aliviar concretamente el dolor que suscita este grito, en cualquier latitud y en las infinitas formas en que el mal nos debilita y destruye", insistió Gugerotti, quien quiso agradecer a las iglesias orientales "haber aceptado enriquecer la catolicidad de la Iglesia con la variedad de sus experiencias, de sus culturas, pero sobre todo de su riquísima espiritualidad".

"Hijos de los comienzos del cristianismo, han llevado en el corazón, junto con sus hermanos y hermanas ortodoxos, el sabor de la tierra del Señor, y algunos incluso siguen hablando la lengua que habló Jesucristo", yq ue enriquecieron "el tesoro de la teología cristiana con una aportación tan original como, en gran parte, desconocida para nosotros, los occidentales".

Procesión de cardenales en los novendiales
Procesión de cardenales en los novendiales

Los católicos orientales que "han dado testimonio de su fe, a menudo con la sangre o la persecución" y que "ahora, en parte reducidos en número y fuerzas, pero no en fe, precisamente por las guerras y la intolerancia, estos hermanos y hermanas nuestros siguen firmemente aferrados a un sentido de catolicidad que no excluye, sino que implica el reconocimiento de su especificidad". Orientales atrapados y poco comprendidos por occidentales y ortodoxos.

"El papa Francisco, que nos enseñó a amar la diversidad y la riqueza de la expresión de todo lo humano, hoy creo que se regocija al vernos juntos para rezar por él y por su intercesión", reiteró, recordando a los que "se ven obligados a abandonar sus antiguas tierras, que fueron Tierra Santa, para salvar sus vidas y ver un mundo mejor, a sensibilizarnos, como quería nuestro Papa, para acogerlos y ayudarlos en nuestras tierras a conservar la especificidad de su aportación cristiana, que es parte integrante de nuestro ser Iglesia católica".

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