El "excesivo optimismo inicial" de Ratzinger con algunos movimientos Kikos, Heraldos, Vallechiara... las "grandes desilusiones" del Papa

(Sandro Magister).-En un primer examen tiende a promover a todos, también a esos grupos y movimientos que luego le dieron grandes desilusiones. Tres casos de estudio: los neocatecumenales, los monjes de Vallechiara, los Heraldos del Evangelio. Como es tradicional en ellos, los neocatecumenales han participado en gran número en la Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid. Y han agregado allí su "day after", también esta segunda tradición.

En la tarde del lunes 22 de agosto se reunieron en la centralísima Plaza de Cibeles, para celebrar el rito de la "llamada" al sacerdocio o a la vida religiosa, con su fundador Francisco José Gómez Argüello, llamado Kiko, para hacer de imán, rodeado por el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y por decenas de otros obispos de todo el mundo.

La plaza estaba llena de neocatecumenales de numerosas naciones, 180 mil en total, entre los cuales 50 mil eran italianos y 40 mil era españoles.

Justamente 750 llegaron de solamente dos parroquias de Roma, la ciudad en la que el Camino neocatecumenal está más presente.

La "llamada" ha tenido una respuesta masiva. Cerca de 9 mil jóvenes de ambos sexos se trasladaron de la plaza al palco, para hacer bendecir por los obispos su elección vocacional.

Al inflamar a la multitud, Kiko no ha dejado - como hace con frecuencia - de enorgullecerse del apoyo del entonces profesor de teología Joseph Ratzinger a la plantación del Camino neocatecumenal en Alemania, en 1974.

Ese año, Stefano Gennarini y otros discípulos italianos de Ratzinger en Ratisbona le informaron que habían entrado a formar parte del Camino neocatecumenal, en Roma, y que habían quedado entusiasmados.

Su entusiasmo contagió al profesor Ratzinger, quien quiso encontrar en su casa, para cenar, a Kiko y a otra fundadora del Camino, la ex monja Carmen Hernández.

El encuentro se prolongó al día siguiente, por voluntad de Ratzinger, en ese entonces obispo auxiliar de Munich.

Y poco más tarde Ratzinger escribió a dos de sus amigos sacerdotes de la diócesis de Munich, recomendándoles calurosamente que hicieran crecer el Camino en sus respectivas parroquias. Así sucedió realmente.

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