“Leyendo los Evangelios” (73-01)

Hoy escribe Antonio Piñero

Al final del tratamiento sobre el tema “Juan Bautista y Jesús” –que como observarán los lectores es en extremo importante, y da para mucho para encuadrar la teología de Jesús, al menos del Jesús en sus comienzos- Paolo Sacchi, en su obra Gesù e la sua gente hace una suerte de excursus que titula “Leyendo los Evangelios” (pp. 88-99). Me parece que podría ser interesante hacer un resumen para los lectores de sus puntos de vista, que -creo, recordarán- se hallan en una obra inédita en español.

Sacchi tiene la habilidad de mezclar una cierta crítica histórica con una postura fundamentalmente creyente. Acepta que las etapas de la predicación de Jesús, desde que abandona el grupo del Bautista, no son reconstruibles a partir de los Evangelios, más por falata de datos que por cualquier otra cosa, pues sostiene: “Éstos son documentos históricos en cuanto que narran hechos”.

El problema de fondo para reconstruir la vida de Jesús radica en que la tradición cristiana –de la cual nunca se sabrá si, incluso en los inicios, utilizando documentos escritos o puramente orales- transmitió al principio los episodios de la vida de Jesús uno por uno, aisladamente, como entidades separadas, que luego fueron dispuestas y retocadas por cada evangelista. El resultado es que cada evangelio, que ensambla esas unidades sueltas, representa sólo el punto de vista del Evangelista. Cuando un Evangelista comienza a escribir tiene ya una idea propia de lo que era Jesús y del valor que ésta tenía para su propia vida.

Como observará rápidamente el lector, esta concepción no significa otra cosa que aceptar puntos de vista fundamentales y ya adquiridos como bienes seguros por parte de los métodos crítico-históricos llamados “Historia de las formas” e “Historia de la redacción”. Aquí nada especial que comentar.

Mas, por otro lado, me admiran a veces ciertos puntos de vista que podría denominar en exceso “oxidados”, en el sentido de ya definitivamente respondidos por la investigación histórico-crítica incluso la asumida por los católicos. Pongo un ejemplo: pienso que hoy día no se puede ya ni siquiera dudar de que el “Juan” evangelista y el Juan –un personaje real del que sólo sabemos el nombre, autor del Apocalipsis- no son la misma persona.

Por ello, plantear en el libro Jesús y su gente la pregunta “¿Juan evangelista es el mismo que Juan el autor del Apocalipsis?” (p. 89) e indicar que dejemos las “hipótesis mantenerse como tales” es ser demasiado condescendiente con una tradición que se forma en torno a la mitad del siglo II, y q ya en Antigüedad misma fue refutada ampliamente.

En efecto, fue Justino Mártir -en su Diálogo 81,4 con referencia a Apocalipsis 20,4- el que afirma por vez primera (si no me equivoco) que el autor del Apocalipsis es el hijo del Zebedeo, Juan, hermano de Santiago el Mayor, ambos discípulos de Jesús. en esos momentos, quizá un poco antes, se forma también la tradición que adscribe a éste la autoría del Cuarto Evangelio.

Pues bien, algunos autores antiguos, como Marción, los llamados “álogos” (los que estaban también en contra de la doctrina de la doctrina cristiana acerca del Logos), el presbítero romano Gayo, una antimontanista furibundo y anónimo (contrario a los seguidores del profeta frigio Montano, que defendía una iglesia gobernada por el Espíritu, no por la jerarquía y que escribe contra éstos), más Dionisio de Alejandría, combatieron ardorosamente la tesis de que fuera el mismo autor el que compuso el Apocalipsis y el Cuarto Evangelio.

Opino que sería mucho mejor no dejar ni siquiera la duda entre los lectores de hoy. En efecto, Eusebio de Cesarea, en su Historia Eclesiástica VII 25, 1ss nos cuenta cómo el obispo de Alejandría, Dionisio, en el contexto de una polémica contra las doctrinas del “milenio” (los que defendían que habría un reino de Cristo en la tierra durante mil años, véase Apocalipsis 20), afirmaba que el autor de esta última obra no podía ser Juan el hijo del Zebedeo, ya que había entre el Cuarto Evangelio y el Apocalipsis enormes diferencias de lengua (vocabulario y sintaxis), de estilo y de teología… Y desde estas críticas tempranas… hasta hoy. Por tanto, creo que es un bien adquirido que no debe plantearse.

Sigue opinando Sacchi, con razón, que no importa que no sepamos el nombre –y consecuentemente la personalidad auténtica de los evangelistas-; basta con saber que en ellos se refleja nuestra tradición. sostiene que en los cuatro evangelios se percibe una “comprensión unitaria de Jesús”, que se refleja en el orden y la disposición de los materiales bastante parecido entre ellos.

Yo añadiría que la razón profunda de este parecido se halla en que todos los evangelistas son “discípulos" de Pablo, o si esto parece mucho, todos siguen un esquema paulino fundamental a la hora de interpetarla muerte de Jesús; todos aceptan el punto el vista paulino de que el centro de la historia es la crucifixión de Jesús y que ésta fue el acto por el cual Dios se reconcilió con los mortales

Esta tesis no implica que cada evangelista tenga además sus tesis propias. Por ejemplo en el Cuarto Evangelio, la muerte de Jesús desempeña en la salvación quizá un papel menor que la recepción sincera de las doctrinas del Revelador Jesús. Es decir en el Cuarto Evangelio se hace un hincapié especial en la relación entre salvación y revelación / conocimiento…, impartido por Jesus (aunque la palabra "gnosis" no aparece en el Evangelio, pero sí el concepto).

Sé que es materia de mucha discusión, pero opino que en conjunto, el Nuevo Testamento -y en concreto los Evangelios- es el legado sólo de la Iglesia vencedora de otros variados “cristianismos que resultaron derrotados”, la paulina. Aunque en ese corpus se refleje el resultado de un proceso de pacto entre las diversas iglesias del siglo II que seguían la estela de Pablo, cada una a su manera, es el Nuevo Testamento en conjunto un producto paulino. Para estudiar la teología de "otros cristianismos" debemos recurrir a los apócrifos o otros fragmentos históricos o novelescos (por ejemplo, las Pseudo Clementinas o los Hechos apócrifos de los apóstoles).


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

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Una nota informativa:

En el otro blog que escribo, titulado “Cristianismo e historia”, estoy haciendo ahora una breve explicación, pasaje por pasaje, de las cartas auténticas de Pablo. Los temas de uno y otro blog no se solapan. No sé si a alguno de los lectores del presente blog le interesará echar una ojeada.

Manera de entrar en “Cristianismo e historia”:

· Pinchando en el enlace que, arriba a la izquierda, como “link”, presenta esta página que lee el lector del presente blog.

· O bien escribiendo: http://www.tendencias21.net/crist/
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