¿Qué son los Cuentos Cabalísticos?

El hasidismo, fundado por Israel Ben Eliezer, también conocido como Baal Shem Tov o Besht, en el tercer decenio del siglo XVIII en Medzibob la actual Ucrania y que rápidamente se extendió por la Europa oriental llegando incluso a Palestina, y que perdura hasta nuestros días, es actualmente es una de las corrientes más importantes del llamado judaísmo ortodoxo. A medida que se el movimiento se iba extendiendo, se iban organizando “cortes hasádicas” –así es como las denominan ellos- presididas por un personaje carismático. Uno de estos fue el besnet del Besht, el rabino Nahman de Bratslav, el autor de los Cuentos cabalísticos.

El término hassid designa ya desde el siglo I d.C. a las personas especialmente piadosas. En el siglo XII surgió el hasidismo asquenasita en tierras germánicas como reacción a las persecuciones judías. Y el sistema menos esotérico y más popular de la nueva Cábala es el sistema luriánico surgió como respuesta a la experiencia de la expulsión de los judíos de España. Es, donde se desarrolla de forma dramática y con graves consecuencias el aspecto cósmico del Zohar. Se denomina así por su fundador, Isaac ben Solomon Luria, que proyecta la cruel experiencia de la expulsión del mundo divino. Según este sistema, el Ein Sof se ensimisma al principio de la creación, dejando espacio para el mundo, pero también para el mal. Una catástrofe cósmica ocurre cuando las emanaciones de la luz divina estallan y las chispas quedan prisioneras en el mundo como fragmentos del mal. La tarea humana, a través de la oración y el cumplimiento de los mandamientos, se convierte en nada menos que la redención del mundo y la reunificación con la esencia de Dios. La cábala se convirtió así en un movimiento popular mesiánico, que más tarde desembocó en el mesianismo sabático y, en el siglo XVIII, en el hasidismo, que se remonta al taumaturgo Israel de Medzibob, llamado, como se ha dicho, Baal Sem Tov, abreviado Best (1700-1760), extendiéndose luego entre los judíos del este de Europa, subsistiendo hasta la Primera Guerra Mundial, y conservando cierto número de seguidores entre los guetos polacos en 1943, donde la agotadora explicación de la Torá y el sesgo filosófico de la Cábala son sustituidos por la vida, las virtudes y la conducta del piadoso, convirtiéndose en un movimiento social. Sus adeptos, llamados hasidim o “los piadosos”, vestidos según un severo ritual, viven en comunidades bajo la autoridad de sucesivos rebes, “los jefes”, el primero de los cuales fue su fundador. Contrariamente a los rabinos, los líderes de los grupos hasídicos son más guías espirituales que estudiosos. Su palabra no se discute: sus seguidores abandonan a sus familias para estar con él e incluso tienen a gala participar de la comida que él ha probado. Diversos jefes crearon las diferentes ramas del hasidismo moderno. La espiritualidad cabalística se concentró en el hasidismo siendo el organizador de este movimiento el rabino Najman de Bratzlaw (1772-1811), autor de los Cuentos cabalísticos.

El centro del hasidismo es la comunión con Dios, pero reinterpretando en clave moral las especulaciones gnósticas sobre los misterios de Dios: en aseveraciones sobre el ser humano y su camino hacia Dios, a quien se le puede encontrar en todos los momentos de la vida cotidiana, incluso en las conversaciones que sostiene en la plaza del mercado. La oración y la contemplación del Nombre divino son más importantes que el estudio de la Torá. Uno de los aspectos rituales que causó mayor controversia fue el modo como enfocaban la oración, ya que el hassidismo insiste sobre la ‘disposición interior’ o la ‘orientación’, en el momento de realizar las oraciones y los rituales. Se deja en un segundo plano la lectura del Talmud -inmenso código civil y religioso, elaborado en los siglos III-V por sectores hebreos de Babilonia y Palestina- para concentrarse en la emoción interior. Así, se estableció la oración extática como un ritual comunitario, pero alejado de la concepción rabínica. El hassidismo amplia también las prácticas religiosas, desarrollando una nueva tradición de danzas, melodías y cantos muy rica y variada que se integraron en los rituales ya existentes. La figura del rebe es también muy importante, ya que se acude a él para pedirle consejos sobre una infinidad de cuestiones de la vida ordinaria, desde la aprobación del matrimonio o ayuda para curar las enfermedades, hasta para pedirle consejo antes de emprender un viaje. Esta espiritualidad mística popularizada empezó a crear desconfianza y sospechas entre las otras tendencias judías que veían al hassidismo como un peligro para la ortodoxia y como una estética que alejaba a los judíos de la integración en las sociedades europeas modernas.

En Polonia la cábala, puntal del judaísmo a partir del siglo III d.C. y que adquiere una connotación mística a partir del siglo XIII, llegó a este país a mitad del siglo XVI donde tuvo una gran aceptación y fue considerada una parte fundamental de la misma religión judía. Para los cabalistas hasídicos la visión mística no se limita al conocimiento, ni tan solo a la perfección propia, sino que su misión, impregnada de connotaciones mesiánicas, consiste en colaborar en el plan universal. Y los Cuentos de Nahman se inscriben en este contexto, pues este rabino fue un místico y un profeta visionario que utiliza con profusión la simbología cabalísica y la cosmovisión que le es inherente con el fin de mostrar, mediante narraciones paradigmáticas, verdades de orden espiritual y divino que conforman su perspectiva cosmológica, como se puede constatar en el libro bilingüe hebreo-catalán Contes Cabalistics, editado y traducido por Joan Ferrer y Jordi Sidera, Fragmenta Editorial 2016. Durante mucho tiempo se conocía tan solo a Nahman por estos cuentos, que fueron escritos el verano de 1806 y la primavera de 1810. Se trata de trece cuentos considerados ‘canónicos’ publicados por el autor en 1815. La mayoría de las historias hasídicas tratan sobre un líder espiritual señalando sus prodigios o anécdotas didácticas, pero en los cuentos de Nahman él es el autor y no el protagonista, al menos de una manera explícita. Sus Cuentos son narraciones míticas que concretan una verdad abstracta bajo la forma narrativa. En definitiva, las narraciones del rabino Nahman de Bratslav son auténticas creaciones literarias de gran complejidad y, a la vez, de una profunda dimensión espiritual.
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