Domingos ordinarios (II,III, IV) Vida cotidiana y Palabra: lectura creyente

Aprender junto a Jesús a leer en creyente la historia, como la palabra que se proclama se cumple a diario, en el hoy. Saber interpretar los signos de los tiempos desde las claves de la historia de la salvación y la luz del creador y salvador. La belleza del evangelio en la masa y en la levadura de lo diario.

En lo cotidiano de la vida y de la palabra: La lectura creyente

Domingo II: Desposado con lo real

trigo

Embarcados en lo ordinario reconocemos que la alegría de lo diario es vocación de lo humano. Casados con la historia, los seres humanos hemos de llenar la vida de claves fecundas que transformen el sonar de los relojes en tiempo de calidad. Todos queremos beber lo mejor de la vida y deseamos sacarlo de las tinajas de nuestros años, de nuestro vivir. No es lo mismo existir que vivir, llenar la existencia de compasión y misericordia creyente es tarea de vida. La pura existencia no realiza, necesitamos la comunión y el encuentro esponsal con el misterio de lo más auténtico y original de cada vida, cada momento, cada celebración. El evangelio se presenta como luz y alegría de plenitud para la celebración comenzada, necesitamos el agua tocada por el espíritu de Jesús, para que la existencia se llene de vida, de sentido y de gozo. Sólo él puede llenar la penuria y la tristeza de riqueza y alegría. Volvamos a hacer lo que él nos diga y gustaremos de su vino y de su pan. Hagamos esponsorios con su Palabra de vida y de luz. En su palabra vamos a encontrar la invitación al Reino.

Domingo III: La buena noticia a los pobres

El reino se parece a… si llegáramos a conocer el don de Dios nos volveríamos locos de verdad y amor comprometido. La figura de este Jesús, leyendo su ser y su hacer proféticamente en medio de su pueblo y su gente, nos llena de emoción incansable. Esa convicción tan profunda de que la Palabra se cumple en lo diario y ya está aquí es de una determinación asombrosa. Nosotros queremos leer y entender la vida como El, es el mayor don que podemos llegar a tener, saber leer creyentemente nuestra existencia, nuestro tiempo, nuestra realidad. La iglesia ha de ser maestra y guía para la lectura teológica de la historia, nos anima ver los mensajes sinodales auspiciados por el Papa Francisco en sus últimas encíclicas, agradecemos todo lo que tienen de pedagogía y lectura creyente para nuestras vidas. Ojalá supiéramos vivir y contemplar las escrituras como Jesús y ver su cumplimiento en los avatares de lo cotidiano. En esa mirada podríamos descubrir como el reto de vivir sin límites es una propuesta clara del evangelio frente a las limitaciones de un mundo que nos embauca en la debilidad de lo más efímero.

Domingo IV: Se cumple hoy

El mundo tiene propuestas para nuestras vidas que se presentan como caminos de libertad, pero todas están condicionadas y limitadas por contextos de Mercado, de saberes, lugares, épocas. Jesús trae una libertad que se hunde en el interior de lo humano y que se fundamenta en el Padre. Hay un modo de vivir confiados en la voluntad de Dios que nos posibilita un amor trascendente inagotable, inmortal.  Aquellos que lo descubren, aun siendo esclavos viven en una libertad sin ocaso, podrán romperle el cuerpo pero nunca le pueden quitar la vida. El que conoce a Jesús y se adhiere a su proyecto de amor tiene ya la vida eterna, será liberado de todos los miedos y nadie le arrancará el espíritu de la resurrección. Las sendas de este proyecto pasan por un pensar, sentir y actuar bautizado en la humanidad de Jesús de Nazaret.

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