"Joya universal del arte gótico, verdadera sinfonía de luz y de piedra" León: la catedral del aire y de los colores

Catedral de León
Catedral de León

"Se ha dicho que la catedral de León tiene 'ángel'.  Joya universal del arte gótico, verdadera sinfonía de luz y de piedra, tiene forma de cruz latina, con tres naves, un crucero triple y girola"

"Entre rosetones y ventanas hay un total de 739 vidrieras que cubren una superficie de 1750 metros cuadrados"

"Fueron tantos y de tan diversas procedencias los maestros que trabajaron en ella, que se puede asegurar que fue el pueblo-pueblo su principal arquitecto. La catedral es toda ella un museo colosal"

"Churriguera, Nicolás Francés, el Maestro de Palanquinos, Juan de Juni, Gregorio Fernández, Esteban Jordán, Juan de Valmaseda, Alonso Cano… Además de la historia y el arte, también las leyendas inspiraron capítulos interesantes del turismo religioso de la catedral leonesa"

"El coro, de madera de nogal, es uno de los más antiguos de España. Algunos relieves son picarescos y algo más que picarescos. El Jefe de Estado español es, por derecho, canónigo de esta catedral leonesa, con silla propia"

"La escalera plateresca, de Juan de Badajoz, es reconocida muestra del Renacimiento leonés y una de sus más preciadas joyas…"

"Don Miguel de Unamuno escribió: Se abarca de una sola mirada y se la comprende al punto. Es de una suprema elegancia. Podría decirse que en ella se ha resuelto el problema arquitectónico a la vez de ingeniería y de arte, de cubrir el mayor espacio con la menor cantidad de piedra"

Se ha dicho muy autorizadamente que, mientras que las catedrales de Ávila o de Toledo, de Burgos o de Santiago tienen “duende”, la catedral de León tiene “ángel”.

Antes de iniciar la visita a la llamada y evocada como “Pulchra leonina”, a nosotros nos sale al paso el filósofo, pensador, visitador de catedrales y también experto en eclesiologías don Miguel de Unamuno, y nos orienta con estas palabras:

”La catedral de León se abarca de una sola mirada y se la comprende al punto. Es de una suprema elegancia. Podría decirse que en ella se ha resuelto el problema arquitectónico a la vez de ingeniería y de arte, de cubrir el mayor espacio con la menor cantidad de piedra. De donde su ligereza y aquellos ventanales grandes, cubiertas de vidrieras con figuraciones polícromas donde la luz se abigarra y se alegra con tan diversos colores…”

En el solar en el que se asienta la catedral, levantaron los romanos en el siglo II termas y baños. Ese edificio sirvió después de palacio a los reyes leoneses hasta que Ordoño II lo cedió al obispo don Fruminio para la construcción de una catedral, que sustituyó al templo románico del obispo don Pelayo. Hacia el año 1181 comenzaron las obras por iniciativa del obispo don Manrique de Lara, y en 1260 ya se celebraba el culto en la Capilla Mayor.

He aquí algunos datos para la admiración de esta joya universal del arte gótico, verdadera sinfonía de luz y de piedra. Tiene forma de cruz latina, con tres naves, un crucero triple y girola. Mide 91 metros de largo, 40 de ancho y la nave central alcanza los 39 metros de altura. Entre rosetones y ventanas hay un total de 739 vidrieras que cubren una superficie de 1750 metros cuadrados. Los vicios y las virtudes, los santos del cielo, los reyes de la tierra, flora ornamental, mitras y báculos, cetros y coronas y escudos de nobles, componen los motivos de este maravilloso e impar mundo de color de los vitrales de la catedral.

La torre del norte tiene 65 metros de altura y fue construida en el siglo XIII. Churriguera levantó 18 pies la aguja octogonal que la remata. La torre del sur es del siglo XII y tiene 68 metros.

Al entrar en la catedral, nos acoge la tierna y acogedora sonrisa de la Virgen Blanca que preside la escena impresionante del Juicio Final. Santiago Peregrino se encuentra en una columnilla.

Torre norte catedral León

Muchos fueron los maestros que colaboraron en la construyeron de templo tan grandioso. Fueron tantos y de tan diversas procedencias, que se puede asegurar que fue el pueblo-pueblo su principal arquitecto. La catedral es toda ella un museo colosal, en el que dejaron sus mejores huellas Nicolás Francés, el Maestro de Palanquinos, Juan de Juni, Gregorio Fernández, Esteban Jordán, Juan de Valmaseda, Alonso Cano… Entre sus notables sepulcros destacan los de Ordoño II, el obispo don Gonzalo, y el de don Martín Rodríguez.

El coro, de madera de nogal, es uno de los más antiguos de España. Dispone de 76 asientos. Maese Jusquín dirigió la obra en 1464 y sus tallistas fueron Juan de Malinas y Copín de Holanda. Algunos relieves son picarescos y algo más que picarescos. El Jefe de Estado español es, por derecho, canónigo de esta catedral leonesa, con silla propia. (¿Qué pasará cuando este Jefe sea una mujer?)

Al claustro y al Museo se accede por la fachada norte, por la pueta de la Virgen del Dado. De esta imagen cuenta la leyenda que un soldado, empedernido jugador, le arrojó el dado a la cara del Niño Jesús y, al desprenderse de ella unas gotas de sangre, motivó que el soldado de los Tercios de Felipe IV cambiara de vida. El claustro es obra de Juan de Badajoz el “Mozo”, del siglo XVI , y aún se conservan algunos frescos de Nicolás Francés. La escalera plateresca, también de Juan de Badajoz, es reconocida muestra del Renacimiento leonés y una de sus más preciadas joyas…

En la Sala de Piedra del Museo se exponen ricas colecciones de piezas prehistóricas, celtas y romanas. De gran interés son los relieves de piedra pertenecientes a la antigua catedral románica. Son obras significativas del gótico leonés las esculturas del siglo XII de san Isidoro, Ordoño II y la Virgen con el Niño, procedente de Mansilla de las Mulas.

En la Sala Capitular, o del Tesoro, aparecen restos de pintura románica del siglo XII, mereciendo atención soberanamente artística y piadosa el tríptico de la Navidad, pinturas del martirio de san Lorenzo, un Cristo de marfil, de Pedro de Mena, el “Ecce Homo” de Gregorio Fernández (¿?) y varias tablas hispano-flamencas, con custodias y cálices de valía muy singular. En la Sala del Rosetón se exponen obras de Juan de Juni, Pedro Campaña, Gaspar Becerra, Anchieta, trípticos flamencos y varias obras, de la gloriosa escuela de Berruguete.



En la Sala del Románico sobresale de manera tan artística como piadosa, la colección de tallas de la Virgen, de los siglos XI- al XIII. El Cristo de Vallejo, del siglo XII, destaca sobre manera, al igual que los “Calvarios” de Torre de Babia y de San Adrián. La Cruz de bronce, de Fuentes de Peñacorada, y el báculo de san Pelagio, del siglo X, no podrán pasar desapercibidos a los más fervorosos entendidos.

En la antigua capilla de san Juan de Reglas se hallan el famoso “Armario Mudéjar” del siglo XIV, un lienzo de Mateo Cerezo y un horno en el que se ”cocieron” las vidrieras de la catedral. Subiendo por la escalera se encuentran obras atribuidas a Alonso Cano, Carmona… y un “Realejo”, órgano portátil del siglo XVI. En la parte baja hay una botica de Talavera, el Libro de las Estampas, - del siglo XIII- el Misal Leonés, del XV, y la Biblia Mozárabe, del X.

Además de la historia y el arte, también las leyendas inspiraron capítulos interesantes del turismo religioso de la catedral leonesa. La ya citada de la Virgen del Dado, es parte de esta sección la del infamante “Tributo de las Cien Doncellas”, del que los cronistas medievales hacen responsable al rey Mauregato, probablemente hijo de Alfonso I y de una cautiva mora. Tan denigrante tributo terminó en los tiempos de Ramiro I, y la fiesta de “Las Cantaderas” rememora su recuerdo, con la coplilla popular de “Yo las canto, yo las miro/, pues son ellas/ la gloria de don Ramiro/ Tributo de las Cien Doncellas”.

En una hornacina del claustro se le rinde devoción a Nuestra Señora del Foro-Oferta de Regla, en recuerdo del Fuero que le fuera concedido a la ciudad por lo de la batalla de Clavijo. La del “Topo de la catedral” es otra leyenda eminentemente popular y turística, de la que hay constancia ya en el siglo XIII. El “Topo”, encarnación del espíritu del mal, haría todo lo posible por impedir que tan maravillosa obra catedralicia pudiera convertirse en canto de alabanza al Creador, por lo que aparecería y desaparecería destructivamente tanto en su construcción como a lo largo de los siglos por los siglos. El pueblo lo ve y lo descubre en un bulto, o pela de yeso o cemento, que llaman “artesa”, que dicen posado en la torre norte, entre la cancela de la puerta y la capilla e Nuestra Señora de la Regla…

Pero nosotros, sin perder tiempo tan sagrado en descubrir y perseguir topos, recordamos estas palabras que con admiración sagradarefiere y define la catedral, nada menos que la “Pícara Justina”: “Es galana, tanto que pensé que era el “carro de Dios” del día del Corpus. Adornado de varios gallardetes y banderolas. De otras iglesias dicen que parecen una taza de plata., pero de esta puede decirse que no solo parece, sino que es una taza de vidrio, que se puede beber en ella”

No lejos de la catedral, en el bellísimo marco de la basílica de san Isidoro, el segundo domingo después de Pascua, se celebra la celebérrima fiesta de las “Cabezadas”, disputa secular inacabable entre el Cabildo Isidoriano y el Municipal. Por tres veces se repite la ceremonia de las reverencias ante el regocijo el público y el recuerdo de la historia, presidida la ceremonia por el “Milagroso Pendón de Baeza”, custodiado por su “Muy Ilustre Imperial y Real Cofradía. Es de notar- ¡y quede también constancia de ello!- , que el Pendón disfruta de los honores de Capitán General.

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