La economía está en una encrucijada ¡Sensatez y coraje! Sanchez, Casado y el tejido empresarial

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

Hoy, más que ayer, se precisa por parte de los responsables políticos sensatez y por parte de la sociedad en general coraje

Me voy a permitir, con espíritu constructivo y con profundo respeto, trasladar a los dos máximos responsables políticos la siguiente reflexión

Creo que el camino hay que buscarlo en la interacción de la economía social de mercado y de la economía del bien común. Ambas tendencias se aproximan y se complementan

Hoy, más que ayer, se precisa por parte de los responsables políticos sensatez y por parte de la sociedad en general coraje.

La economía está en una encrucijada y, casi seguro, que la persona que tiene la responsabilidad de gobernar está atrapado en un cruce donde existen varios caminos, y no sabe muy bien cuál de ellos tomar.

Precisamente, por esta razón, es imprescindible que escuche a quienes han sido los motores económicos de un barco que está navegando en estos momentos muy despacio. De nuevo, me permito con humildad y respeto, decirle al Presidente de España que debe de tomar una iniciativa que sea positiva y constructiva para acercarse al Partido Popular; y tiene que contar, de verdad, con el Partido mayoritario de la oposición, porque no debe olvidar que suman más de 200 diputados. Ante esta situación, los ciudadanos ya nos estamos haciendo una idea de los responsables políticos que tenemos. Las campañas de marketing político no borrarán de nuestras retinas y nuestro cerebro lo que estamos percibiendo.

Me voy a permitir, con espíritu constructivo y con profundo respeto, trasladar a los dos máximos responsables políticos la siguiente reflexión.

Quiero iniciar diciendo que creo en que una nueva economía es posible y considero que la Empresa, como uno de los pilares nucleares de la misma, tiene una gran responsabilidad por hacer que la economía siga siendo una herramienta eficiente y coherente en el desarrollo solidario de la sociedad. Creo en la Empresa que tenga, de verdad, una preocupación de mirar francamente por el bienestar de las personas y de las sociedades, y esto hace posible que la Empresa sea comprendida y entendida como una organización que puede colaborar positivamente en la propia organización de la sociedad. Las personas generan proyectos empresariales que ayudan al progreso social.

Tan solo, aceptando esta dimensiónpor parte de los emprendedores empresariales, se podrá dar un cambio económico. Esto supone, lógicamente, una llamada de atención a los Políticos porque su discurso económico también tendrá que ser modificado. Modificar el discurso económico implica en los políticos una transformación de gran calado, dado que para muchos políticos la economía supone “el alma” de la ideología del partido al que pertenecen. Esto ha de cambiar. De otra manera se toparan con una realidad tozuda: la ciudadanía –los ciudadanos de “a pie”- se alejará de los políticos y esto podría ser muy grave. Basta con ver la opinión que se tiene sobre los políticos. Triste panorama si se sigue con esta valoración. La política es un servicio noble que enaltece a las personas ya las sociedades.

No voy a inventar absolutamente nada al respecto porque lo que voy a argumentar se halla contenido, de una manera más detallada, en el pensamiento y en las obras de los autores como Paul Collier, Thomas Piketty, Juan Carlos Cuberio, Reinhard Marx, Luis González-Carvajal Santabárbara, Joan Mele; Francisco Álvarez Molina, Christian Felber, entre otros, y en la Carta Social Europea. Turín, 18 de octubre de 1961. Pero me parece esencial exponer o explicitar mi postura –mi visión- de la economía; por cuanto sin ésta, reconozco, que el sostenimiento de un país será muy difícil de aplicar.

Creo que el camino hay que buscarlo en la interacción de la economía social de mercado y de la economía del bien común. Ambas tendencias se aproximan y se complementan.

Evidentemente la Doctrina Social de la Iglesia contiene un cuerpo doctrinal muy importante para la aplicación de la Economía Social de Mercado y la Economía del Bien Común. Ambas dimensiones económicas ponen en el centro a la persona. Pero a la persona que hay que dotar de dignidad. Sin esta dimensión no es posible que la economía sirva como herramienta eficaz y coherente en la construcción de la sociedad.

Esto es muy importante porque la acción social, al menos en su discurso teórico-doctrinal, en cuanto a su desarrollo desde la Constitución de 1978 habla de dignificar a la persona. La persona es el centro, lo que sirve es que la persona recupere su dignidad. La nueva beneficencia social que se quiere instaurar no es positiva ni constructiva. Hay que apostar por generar puestos de trabajo porque es este objetivo el que da la verdadera libertad a las personas, y no la dependencia de programas sociales que, en todo caso, tienen que ser un camino intermedio que lleve a cada persona a tener un puesto de trabajo digno. Los Servicios Sociales tienen que ser un canal de búsqueda de soluciones para que las personas puedan tener plena autonomía y se evite el clientelismo que los partidos políticos generan. Tiene que ser la acción social de la dignificación. La instauración del clientelismo político ha llevado a muchos países a una pobreza que ha destruido la dignidad de las personas y ha hecho que millones hayan tenido que abandonar sus casas y la tierra que los vio nacer.

La acción social sobre la que se quiere basar el desarrollo de los servicios sociales en la realidad político-administrativa del Estado Español, conocido como Estado de las Autonomías, es precisamente el contenido de la Carta Social Europea. Se puede decir que un su texto no deja de señalar aspectos que buscan la dignificación de la persona.

Pero ¿de dónde bebe doctrinal-cultural-social y políticamente esta Carta? Nada más ni nada menos que de la experiencia antropológica-cultural de muchos ciudadanos -trabajadores, sindicalistas, políticos, economistas, legisladores- afianzados formativamente en el pensamiento político social-demócrata, demócrata-cristiano, ambos pensamientos impregnados directa e indirectamente de los principios marcados por la Doctrina Social de la Iglesia. Esta última hace propuestas para que la economía sea más coherente y la sociedad más implicada en los cambios sociales, haciéndolo de una manera constructiva y positiva. No tenemos más que mirar retrospectivamente a las exhortaciones y encíclicas de los últimos dos Papas (Juan Pablo II y Benedicto XV), y mirar al presente y ver la influencia del Papa Francisco.

La Doctrina Social tiene muy claro en dónde pone el acento para favorecer un mundo justo, equilibrado, coherente y que proporcione verdaderamente la libertad a las personas. “A diferencia de muchas filosofías seculares del siglo XX, la Iglesia nunca ha tenido la pretensión de presentar una teoría general de la sociedad. Con su mensaje social, lo que ha hecho a lo largo de la historia ha sido denunciar repetidamente en momentos críticos los atentados estructurales contra la dignidad humana y contra la libertad y reclamar justicia para todos. Primero en el siglo XIX, se trató de obtener los derechos de los trabajadores. Durante la primera mitad del siglo XX se añadieron a ello los conflictos con las ideologías totalitarias del fascismo, el nacionalsocialismo y el comunismo. Las catástrofes humanas de las dos guerras mundiales llevaron el tema de la paz al primer plano.(MARX, Reinhard)

Todo lo que he escrito anteriormente aparece en mi tesis doctoral en el Capítulo Contextualización económica y aproximación a la realidad social,defendida hace cuatro años, y hoy se ha convertido, de nuevo, en un tema de gran actualidad, porque la crisis económica es mucho más fuerte y más peligrosa.

Hace falta sensatez por parte de los responsables políticos; pero al mismo tiempo las personas no podemos dejar de tener coraje porque, al paso que vamos, los políticos parece que nos llevarán al desastre; pero la política es muy necesaria para la supervivencia de la democracia y, por tanto, de la libertad ¡Ojalá! no olvidemos lo que hoy día está ocurriendo para que, cuando tengamos de volver a dar nuestro voto, lo hagamos a políticos sensatos; mientras tanto ¡Coraje!. No obstante existen políticos sensatos que quieren de verdad servir y no servirse, el sentido común de las personas nos está ayudando a identificarlos.

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